Feria de Libro de Fráncfort 2024  Desafiando los informes de pérdidas

Patio muy concurrido en el recinto ferial de Fráncfort del Meno durante la Feria del Libro
Cada mes de octubre, la industria del libro espera con impaciencia la cita en Fráncfort del Meno: socializar durante la Feria del Libro bajo el sol otoñal. Foto (detalle): © picture alliance / dts-Agentur

Menos no es más aquí: un profundo cambio en el sector editorial se ha vuelto evidente previo a la Ferio del Libro de Fráncfort 2024. Algunas nuevas publicaciones destacadas también abordan las crisis actuales de la sociedad.

Durante mucho años, la norma en la industria editorial alemana ha sido lamentar el declive del propio gremio. Pero al menos el ánimo siempre se levantaba en la Feria del Libro cuando se discutían las decisiones del jurado del premio literario, se elogiaban las obras del siguiente programa en los pasillos y el trabajo finalmente gratificante en la industria del libro se celebraba en las fiestas y recepciones. Había y sigue habiendo una gran añoranza de la experiencia inmediata en directo, lo que refuerza una tendencia general positiva: el público asiste a las lecturas, mesas redondas y sesiones de firmas con creciente entusiasmo, y no sólo durante la feria.

Una cuestión de perspectiva

La respuesa a la pregunta de cómo le va a la escena literaria depende de tu propia perspectiva de cualquier forma. Quienes pasan la mayor parte de su tiempo en línea tienen la impresión de que el mundo virtual de los libros ha recibido un impulso creativo como resultado del impacto del coronavirus. Sobre todo los más jóvenes se están interesando por la lectura a través de canales como #booktok. Esto impresiona incluso a los pesimistas culturales empedernidos, quienes pueden identificarse poco con las obras que se celebran en las comunidades digitales y vienen de géneros en expansión, desde el new adult hasta el misterio. Sin embargo, si las diferentes esferas de la producción literaria algún día se unificarán o si la sospecha (feuilletonista) seguirá prevaleciendo sólo desempeña un papel subordinado en el desarrollo global de la industria. Mientras tanto, el cambio estructural es tan evidente que ya no es un secreto. En la actualidad, casi todos los sectores de la industria del libro están reduciendo y recortando gastos, de modo que, supuestamente por pura conmoción, los cantor de cisne de su propia profesión también se están volviendo más silenciosos.

¿Ahorrar dinero a cualquier costo?

En vísperas de la Feria del Libro de Fráncfort, un plan de recortes causó indignación: el Ministerio de Cultura, dirigido por Claudia Roth, quiere reducir la financiación del Fondo Alemán para Traductores en cerca de un 30%. Estos recortes masivos afectarán sobre todo a las editoriales más pequeñas, que dependen de las subvenciones. Alrededor del 14% de las nuevas publicaciones anuales son traducciones, una cuarta parte en ficción y más del 80% en cómic. Los honorarios de los traductores ya son bajos. Sin embargo, no se sabe si las protestas de las asociaciones contra estos recortes servirán de algo, sobre todo si se tiene en cuenta que se prevén nuevos recortes de los presupuestos estatales. La asociación de escritores PEN Germany lucha actualmente contra la reducción de las ayudas a los escritores perseguidos en el marco del conocido programa "Escritores en el exilio".

Los libros parecen perder cada vez más importancia no sólo en la agenda política, sino también en los medios de comunicación. Los periódicos llevan años reduciendo sus secciones de crítica; la crítica literaria clásica sólo está disponible en unas pocas ediciones impresas. En la radiodifusión pública, los formatos en los que se presentan los libros desaparecen regularmente. Es dudoso que los nuevos conceptos de radiodifusión, que en su mayoría se distribuyen a través de canales digitales, lleguen a la audiencia prevista.

Como siempre, las cifras de ventas publicadas por la Asociación de Editoriales y Librerías de Alemania poco antes de la feria son reveladoras: Aunque se ha producido un ligero aumento de las ventas en comparación con el año anterior (debido a la subida de los precios), el número de personas que compran libros en Alemania vuelve a descender y lo viene haciendo de forma continuada desde hace muchos años. El proceso general de contracción parece imparable. Los stands de las ferias son cada vez más pequeños y, a puerta cerrada, los responsables de las editoriales se preguntan si deben seguir participando en el costoso programa de ferias.

Contra la moral baja

Pero, ¿qué sentido tiene deprimirse? Afortunadamente, hay voces de peso contra el mal humor. Tan existencialmente amenazador como es para muchos el profundo cambio en el mercado literario, el "lamento de la pérdida de importancia del libro, de la poca importancia de la literatura y su negocio", escribió el editor de Klett-Cotta Tom Kraushaar en un ensayo muy discutido en el Frankfurter Allgemeine, "no sólo carece de una base suficientemente racional, sino que también es perjudicial". Kraushaar se quejaba de la "autodestrucción" de una profesión y de sus contraproducentes "lloriqueos": "Quien envía al mundo la señal de que su propia industria es un barco que se hunde" no debería sorprenderse de que los jóvenes ya no puedan imaginarse haciendo nada con los libros (como solía llamarse).

Para otros expertos del sector, el optimismo de Kraushaar pasa por alto la realidad económica. El agente literario Matthias Landwehr ha respondido esbozando el equilibrio de poder en el mercado literario: "Las pequeñas editoriales literarias dirigidas por sus propietarios ya ni siquiera son invitadas por los compradores centrales de Thalia o Hugendubel a presentar sus libros, y mucho menos a introducirlos en las gamas de productos. ... ¿Qué pueden hacer todos los apasionados fabricantes de libros ... para contrarrestar el voraz poder de mercado de estos grupos minoristas?".

Ciertamente no es fácil dejar atrás el pesimismo, pero las noticias de pérdidas no deben nublar nuestra visión de las novedades relevantes publicadas en la actual época de crisis. No es casualidad que las obras destacadas del otoño del libro traten, por un lado, de los conflictos cada vez más violentos de la sociedad y, por otro, de los efectos de las crisis en el microcosmos de cada individuo. También llama la atención el gran número de nuevos libros que tendrán relevancia más allá de la actual temporada.
Stand editorial en la Feria del Libro de Fráncfort y lectores

Tantos libros y lectores curiosos | Foto (detalle): © picture alliance / epd-bild | Thomas Lohnes

Sobresaliente

Con Vierundsiebzig, la autora Ronya Othmann ha creado una obra fundamental de narrativa documental que cuenta el genocidio de los yazidíes, perpetrado por terrosistas del Estado Islámico en 2014. Al inicio del libro, se dice: "El mutismo estructura el texto escrito, determina su gramática, su forma, sus palabras." En efecto, con esta obra, la escritora nacida en Múnich en 1993 ha establecido el estándar para escribir sobre un crime abismalmente cruel, pues el mutismo de Othmann no implica que deje de pensar en el lenguaje. Con esta memoria histórica no sólo política, sino estéticamente importante, Ronya Othmann se ha ganado un lugar en la historia literaria de Alemania, más allá de si su obra gana o no el Premio Alemán del Libro.

Reinhard Kaiser-Mühlecker, cuya nueva novela Brennende Felder ha sido nominada para el Premio Austriaco del Libro, escribe literatura desde una perspectiva distinta. Es la conclusión de una trilogía que aborda experiencias profundas de pérdida en un ambiente rural. En los libros de Kaiser-Müuhlecker, el cambio climático, la erosión de estructuras familiares y locales, pero también la crueldad de la vida diaria en el campo son descritos con detalles vívidos, sorpedentes y estilísticamente convincentes. Esto conivierte al autor, que administra su granja familiar mientras escribe, uno de los representantes más importantes de la literatura austriaca contemporánea.

Italia es el país invitado de honor en la Feria del Libro de Fráncfort. Más allá del debate sobre cómo y con qué autores debería representarse el país, se pueden descubrir diversas obras publicadas por la aparición de Italia. Resultan impresionantes libros históricos que han sido republicados, como Das Haus in der Gasse de la autora Marina Messina, nacida en Palermo en 1887, que escribe sobre su vida en Sicilia. La melancólica novela sobre una joven que es obligada a casarse con un terrateniente es tan lingüísticamente perfecta que cada línea da la sensación de estar leyendo literatura universal atemporal.

La Feria del Libro de Fráncfort siempre ha sido un evento en el que las conexiones políticas y literarias con el pasado se hacen visibiles. Quien se interese por una novela familiar germano-judía, por ejemplo, que cuenta los problemas actuales frente al espejo de los crímenes pasados, puede leer Noch mal von vorne de Dana von Suffrin. La autora escribe con humor negro y tacto sobre la confusión de una generación perdida de padres, pero también sobre las fuerzas centrífugas que todavía afectan a los hijos, ahora adultos, a lo largo de las generaciones.
 

Un sector con importancia

Así que sólo podemos esperar que la Feria del Libro Alemán, que ha tenido que superar muchas discusiones en el pasado, siga siendo un lugar de diálogo pacífico. No sería poca cosa, pero en tiempos de confrontación sería una prueba de la tesis de que la industria del libro contribuye de forma inestimable a la cohesión social.