Estamos viendo un aumento de la participación de las mujeres en el arte urbano, pero ¿es suficiente, demasiado o aún es poco?
El origen del arte urbano siempre va a depender de qué tan atrás queramos mirar, empezando por el arte pintado en las cavernas, como una primera forma de comunicación social. Pero si nos enfocamo en el siglo XX, podemos empezar por el grafiti que permeó en las esferas políticas y de protesta social en Europa en los años treinta y cuarenta, algunos tags en trenes y metros subterráneos durante los años setenta y ochenta, o posteriormente el desarrollo de murales y festivales de street art, que han originado todo un nuevo movimiento desde principios de los 2000. Sin embargo, en un sentido mucho más reciente, esta práctica artística no sólo ha formado a cientos de artistas a nivel mundial, sino que también ha sido parte de la evolución natural del espacio público y, hoy por hoy, no hay forma de aislarla del arte contemporáneo, a pesar de la falta de institucionalización o reconocimiento académico en las esferas de la alta cultura.Aunado a esto, es importante resaltar que el espacio público siempre ha estado condicionado al género masculino, desde el inicio de la polis griega [Denominación dada a las ciudades-estado independientes de la antigua Grecia] y el Estado, mientras que el femenino siempre ha estado ligado al círculo de lo privado, lo cual nos lleva a comprender que, a pesar de que las mujeres han desempeñado un papel significativo en el mundo del arte contemporáneo, y específicamente del arte urbano a lo largo de la historia, sigue siendo difícil reconocer su participación. A menudo, han sido pasadas por alto o subrepresentadas en comparación con sus contrapartes masculinas, inclusive a pesar de que, en las últimas décadas, muchas mujeres artistas han desafiado la desigualdad y han dejado su huella en el arte urbano en todo el mundo, en festivales y proyectos de arte público. Entonces podemos preguntarnos si dichas participaciones son consecuencia de un propósito colectivo por llenar cuotas de participación equitativa y, aún más importante si, es esto suficiente.
Sin duda el feminismo ha influido en el arte contemporáneo y, por lo tanto, al arte urbano, lo cua genera conciencia sobre la falta de espacios encabezados por mujeres. Así se han desarrollado movimientos importantísimos como el de las Guerrilla Girls, que comenzaron en 1985, y quienes transformaron y cuestionaron la participación de las mujeres en el arte, no sólo como musas u objetos de inspiración para los hombres, sino como autoras y protagonistas en la historia del arte.
Asimismo, y principalmente durante los años 90 y principios de los 2000, algunas artistas como Lady Pink, Faith47, Maya Hayuk, Miss Van, Olek, Swoon, Fafi, Hera de Herakut, Paola Delfín, Fusca, Tysa, News, por mencionar algunas precursoras, hoy por hoy, no podrían dedicarse al arte público y al muralismo si dichos movimientos artísticos feministas no hubieran marcado las pautas para que el arte urbano, el grafiti o arte público pudieran desempeñarse actualmente. Además, la participación de las mujeres en el arte no sólo está ceñida al ángulo de la creación, sino también de la gestión, la curaduría, la museografía, etc.
Un dato importante a considerar es que el 60% de les estudiantes en carreras de diseño y artes en la Ciudad de México son mujeres, a lo cual la pregunta más grande es: ¿por qué todas estas mujeres no ocupan espacios laborales en las industrias creativas, como el arte contemporáneo y, más específicamente, en el arte urbano? El papel del feminismo es visibilizar esta falta de espacios ocupados por mujeres en el ámbito laboral, a la par de los hombres, para que poco a poco se vayan desarrollando mejores oportunidades para las generaciones actuales y abriendo más camino para las que siguen.
El arte en las calles es también por sí mismo la representación y manifestación gráfica de rebeldía y protesta, que tiene su origen indiscutible en las problemáticas sociales y políticas del contexto en el que se encuentre situado. Precisamente como consecuencia de esto, los diferentes feminismos han respondido, sobre todo en México, a través de protestas en las calles y el apoderamiento de los muros, mediante wheatpastes y grafitis con mensajes de reclamo y una necesidad extenuante por ser escuchadas, representadas y visibilizadas, no sólo en el mundo del arte, sino en la sociedad en general, a nivel político y socio-económico.
La importancia y participación de mujeres en los campos artísticos contemporáneos se pueden notar, pues cada vez hay más proyectos de documentación bibliográfica donde hay nuevas autoras que están escribiendo libros sobre mujeres en el arte, muralistas latinoamericanas y sobre la historia del arte, desde una visión no patriarcal, aunque de momento alguno festivales, exposiciones y proyectos de arte urbano incorporen artistas mujeres y disidencias, de manera que podría parecer sólo por el mero hecho de “llenar una cuota”, con un 30% a 40% de participación, tal como lo han enunciado autoras e investigadoras mexicanas, tal es el caso de Cynthia Arvide, es importantísimo contar con dichas cuotas, pues es la única manera en que habrá mayor paridad, inclusión y participación, en general. Sin embargo, la balanza aún se inclina a una poderosa diferencia en las ventas de obras de arte y los precios que estas piezas pueden alcanzar. Un ejemplo claro de esto es Jenny Saville, la artista mujer viva mejor subastada hasta la fecha, y cuya obra tiene un valor de 12.4 millones de dólares, mientras un cuadro de Banksy ha llegado a venderse en 16 millones de libras(casi 20 millones de dólares). Esto nos brinda un parámetro de la diferencia de valor económico entre ambos géneros, más allá de cualquier diferenciación en estilos, trayectoria profesional o representación en el mercado, entre ambos artistas.
Además, las mujeres no cuentan con cuestiones esenciales para desarrollarse profesionalmente en el ámbito del arte urbano. Por ejemplo, no se garantiza la seguridad en las calles y hacen falta más espacios de contención donde las mujeres se sientan acompañadas y certeras de que pueden trabajar sin riesgos. Tampoco existen muchos apoyos económicos o incentivos para las mujeres que, además de ser responsables de su familia, son madres y cuidadoras. Para alcanzar una equidad profesional, debería contarse con el apoyo entre mujeres del mismo y otros ámbitos profesionales, así como del género masculino, que abonen al desarrollo de espacios más seguros y mejor remunerados. De esta manera, las mujeres podrán desempeñarse en el arte con libertad.
Estos factores son importantes al momento de categorizar el valor de las obras entre mujeres y hombres. Es verdad que, al menos en este momento histórico, las cuotas son fundamentales para visibilizar la participación femenina en todos los ámbitos artísticos, incluido el urbano, así como para disminuir la disparidad de género en el mercado del arte.
septiembre 2023