Series alemanas  Totenfrau

Blum (Anna Maria Mühe) prepara el cadáver de Eberhard Pichler (Robert Sadil) para el sepelio. Lleva una sierra para huesos en la mano. © Mona Film/ Barry Films/ Stephan Burchardt

Los fanáticos del noir nórdico no tardarán en ver Totenfrau de Netflix, un thriller de seis capítulos ambientado en los Alpes tiroleses austriacos. El frío horror no viene sólo del clima. Una pintoresca villa minera esconde un inframundo criminal en el que los privilegios de la clase alta van más allá de la corrupción hasta la depravación grotesca, mientras que la propia heroína es más bien una sociópata que prefiere tratar con los muertos que con el común de los humanos. En este tipo de thriller policíaco, el trauma y la psicosis dirigen la trama.

Más oscuro, por favor

Basada en una novela policiaca de Bernd Aichner, Totenfrau cuenta la historia de la enterradora Brünhilde Blum (Anna-Maria Mühe), quien está casada con Mark (Maximilian Kraus), un policia bastante relajado. Viven con sus dos hijos en una pequeña ciudad a las afueras de Innsbruck, en la que los dueños de la zona de esquí local ejercen el verdadero poder. Cuando Mark muere una mañana en un accidente, sus colegas se muestran extrañamente desinteresados en seguir las pistas, pero Blum comienza a indagar, y a indagar.
  La muerte de Mark abre una brecha en la vida de Blum. Unos flashbacks elípticos revelan que ella fue hija adoptiva de dos enterradores, los cuales resultan ser sádicos muy capaces: su método preferido para disciplinar a su hija era encerrarla en un ataúd. La joven Blum comenzó a escuchar a los cadáveres en la funeraria de sus padres, quienes le ofrecían consuelo y consejo.

Incluso como adulta, Blum conecta con los que recién han fallecido cuando nadie más está cerca. Mark era su vínculo con el mundo real, su luz, y con su asesinato, la oscuridad interior de Blum resurge. El sentimiento de injusticia se convierte en un objeto contundente para usar contra cualquiera que se interponga en su camino.

EL HORROR, EL HORROR

Coproducida por Netflix y la cadena austríaca ORF, Totenfrau es parte de la nueva ola de series de crimen en alemán que se sitúan en remotos pueblos en las montañas. Se le conoce como "noir alpino", donde los productores intentan hacer que el público olvide todo tipo de noción placentera que puedan tener de los sitios pintorescamente rústicos para vacacionar. En estas idílicas locaciones, no escasea el caos. La televisión suiza ha contribuido con cuatro sombrías temporadas de Wilder, y Alemania ha superado a Totenfrau por sólo dos meses con Höllgrund, ambientada en un pueblo de la Selva Negra. Quizás alguien está proponiendo un oscuro reboot de Heidi en este momento.

Tanto Totenfrau como Höllgrund resaltan la victimización de migrantes en comunidades aisladas en las montañas. Los locales no quieren que el siglo XXI llegue a sus puertas, aunque debe llegar, y sólo las jóvenes heroínas de cada serie lo entienden.

Ambos programas se adentran al lado aterrador del thriller de crimen oscura, coquetean con el horror. Por supuesto, Blum hablan con los muertos, y la oficial de policía protagónica en Höllgrund recibe visitas frecuentes del fantasma de su difunto padre, quien elabora juicios mordaces sobre su progreso en resolver su asesinato.

En cada caso, el programa conserva un elemento de ambigüedad — entendemos que los diálogos ocurren en las cabezas de las protagonistas. Pero acercarse a lo ominoso puede ser una señal de que el realismo es poco adecuado para mostrar las patologías que existen en el mundo. O tal vez sólo en un síntoma de que, incluso en la televisión en alemán, se aplican las fórmulas habituales de los programas policíacos, y el formato necesita un cambio, especialmente si las cadenas de televisión quieren atraer las miradas de audiencias más jóvenes.
  #METOO CON SANGRE DERRAMADA

Para desentrañar la conspiración detrás del asesinato de su esposo, Blum tiene que encontrar a su femme fatale interior. Sus objetivos en la cábala de los agentes del poder local son, por supuesto, todos hombres, cada uno con un paradigma del privilegio engreído. Eventualmente, Blum descubre que cada institución en su pueblo está comprometida, si no es que podrida hasta el centro.

Totenfrau es una serie que se puede disfrutar muy bien, pues cada episodio desata una violencia ingeniosa. También puede llegar a ser un tanto repetitiva, y abrumadora. El elenco es bueno: es satisfactorio ver a Anna-Maria Mühe transformarse en una fuente de venganza, mientras sus adversarios son un estudio en la vileza relajada y amoral, suave condescendencia rodeada de amenaza. Entre las otras recompensas del programa están los geniales créditos iniciales, los cuales son como una serie de portadas de novelas policíacas viejas que cobran vida. Y es muy divertido recorrer las carreteras alpinas con Blum en su motocicleta, con la cámara a poca altura detrás de ella.

Finalmente, un terrible recuerdo en el último episodio revela que los hijos favoritos de la ciudad se unieron de adolescentes al cometer un acto de violencia sexual realmente feo en el teleférico de una estación de esquí. Como delincuentes de mediana edad, han pasado a asesinar a mujeres inmigrantes indefensas (con máscaras de animales, en el momento más terrorífico de la serie). Cuando Blum se enfrenta a ellos, uno a uno, no sólo está vengando el asesinato de su marido, sino décadas de abusos.
 
Netflix

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