Pocos temas son más debatidos estos días que la "crisis migratoria". Pero, ¿tiene realmente Alemania un problema de exceso de inmigración? Es una situación paradójica. Mientras en el mercado laboral falta gente en todas partes, los políticos y los medios de comunicación están preocupados por un tema en particular: la deportación.
Por un lado, la composición de la población había cambiado rápidamente. Entre los menores de seis años en las ciudades de la antigua República Federal Alemana, los niños de origen migrante —es decir, con al menos uno de sus padres que había migrado— eran, sin excepción, la mayoría. Por el otro lado, se preveía ya desde entonces, que la constante baja tasa de natalidad y el escaso saldo migratorio provocarían una drástica escasez de mano de obra. Sin embargo, el pronóstico no se tomó en serio por muchos años.En 2024, ya no se puede negar la dificultad de la situación en el mercado laboral: servicios, comercios minoristas, hostelería, todos buscan trabajadores desesperadamente. Entre los problemas de la economía alemana, la “escasez de mano de obra” aparece en los primeros lugares en todas las encuestas. De hecho, no sólo se busca “mano de obra”, sino que la escasez afecta a todos los segmentos del mercado laboral. Frente a esto, sorprende que los políticos y los medios discutan de forma obsesiva sobre el hecho de que están llegando demasiados migrantes a Alemania. Desde 2013, la “crisis migratoria” es una especie de autocontención, de modo que los partidos dentro y fuera del Gobierno están prácticamente de acuerdo. El Estado alemán da “demasiadas facilidades a quienes se quieren beneficiar de nuestro estado de bienestar”, según el ministro de Finanzas Lindner; hay que deshacerse cuanto antes de los ucranianos que no trabajan, según la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU); y el canciller repite, estoico, la máxima de que las deportaciones deben llevarse a cabo “a gran escala” de todos modos.
Deportación de trabajadores y contribuyentes potenciales
Actualmente, el 80% de las personas que huyeron de la guerra en Ucrania después de 2022 son mujeres solteras con hijos, por lo que la acusación de que no quieran trabajar parece ser poco acertada. Muchos refugiados también han tenido que aprender que las ayudas económicas del Gobierno no pueden combinarse con el trabajo, lo que significa que el Estado crea francos incentivos para no trabajar. Al fin y al cabo, la ley de Residencia se modificó nada menos que 71 veces entre 2015 y 2023, es decir, una media de unas nueve veces al año. Incluso los abogados experimentados apenas pueden seguir el ritmo, lo que hace la vida innecesariamente difícil a los refugiados (así como a los “trabajadores cualificados” migrantes). Sin embargo, la historia de los refugiados sirios e iraquíes sigue siendo exitosa: en 2022, casi el 60% de los que recibían prestaciones básicas del Estado entre 2014 y 2016 tenían un empleo sujeto a cotizaciones de Seguro Social, a pesar de tener bajas cualificaciones educativas. Esto plantea la cuestión de por qué el aumento de las cifras de asilo está causando un entusiasmo histérico y si una deportación “a gran escala” no significaría también una deportación de trabajadores y contribuyentes potenciales.Quizás el ruido de las pugnas ideológicas pueda entenderse mejor si se tienen en cuenta los recientes éxitos del partido Alternativa para Alemania (AfD), que polemiza abiertamente contra la inmigración a Alemania en términos racistas. Los partidos de centro-derecha intentan claramente recuperar terreno en este ámbito. Sin embargo, la AfD está celebrando sus mayores éxitos en los nuevos Estados federados, que perdieron una enorme cantidad de población entre 1990 y 2022: Entre un 14%, (Sajonia) y una cuarta parte (Sajonia-Anhalt). Por tanto, el rechazo a la inmigración es mayor allí donde emigra más gente y donde no se pueden cubrir muchos puestos de trabajo, ni siquiera en las regiones estructuralmente débiles. Esto no es tan fácil de explicar, pero una cosa está clara: las razones del éxito de la AfD también están en otra parte, y repetir como loros sus eslóganes refuerza la visión racista del mundo: en estos círculos siempre se ha afirmado que existe una “crisis migratoria” y que los partidos establecidos no hacen nada.
Una crisis de autoconcepto
Sin embargo, la ira de los populistas de derechas también se dirige a los alemanes de origen inmigrante considerados “no asimilados”. Como ya se ha mencionado, la composición de la población en Alemania ha cambiado drásticamente. En 1998, un gobierno federal reconoció por primera vez que la migración era “irreversible” (antes la opinión oficial era otra), y en 2000 se liberalizó por completo la “ley de sangre” vigente hasta entonces, que vinculaba la ciudadanía a la biología. Sin embargo, las mentalidades y los planteamientos de la época anterior a menudo no han cambiado. En materia de inmigración, sigue vigente el principio de “integración”. Esto puede tener un lado pragmático (integración en el mercado laboral, por ejemplo), pero a menudo oculta la idea romántica de una unidad nacional preestablecida, que en última instancia hace que la gente esté insatisfecha: Nunca todo el mundo está suficientemente “integrado”, la sociedad siempre está demasiado “dividida”, etc.Esto hace aún más difícil reconocer los logros, ya que la experiencia demuestra que la convivencia en la vida cotidiana suele funcionar bien y a menudo está bien moderada por la política local. Parece que Alemania tiene menos de “crisis migratoria” que de crisis de autoconcepto. Para personas como yo, que llevamos mucho tiempo implicadas en el tema de la migración, esto es todo menos inesperado. Los engranajes llevan años rechinando, y la política nacional deja una impresión cada vez más despistada y caótica. En una situación como ésta, los responsables políticos deberían reaccionar menos en Instagram y, en cambio, desarrollar y perseguir un plan para la modernización consecuente de Alemania. Al fin y al cabo, la crisis mental nunca está lejos del colapso.
Este texto fue publicado originalmente en la revista Gegenüber.