Daniel Bandeira  “El conflicto de clases es un problema global”

"Propiedad". Brasil, 2022. Director: Daniel Bandeira. En la foto: Tavinho Teixeira, Ane Oliva, Samuel Santos. Berlinale, sección Panorama, 2023.
"Propiedad". Brasil, 2022. Director: Daniel Bandeira. En la foto: Tavinho Teixeira, Ane Oliva, Samuel Santos. Berlinale, sección Panorama, 2023. © Vilarejo Films

“Propiedad”, de Daniel Bandeira, exhibida en la Berlinale Panorama Show, destaca el abismo social y la imposibilidad de comunicación entre clases en Brasil. En esta entrevista, el director habla de cómo la película expone la herencia colonial en las relaciones laborales en la actualidad.

El largometraje brasileño "Propiedad" cuenta la historia de Teresa, una mujer de clase alta, quien, con el fin de recuperarse de un trauma, decide viajar a la finca de su familia. Poco después de su llegada, un grupo de trabajadores armados, amenazados con se despedidos tras años de explotación, toma el control de la propiedad. Temen por su futuro y claman por justicia. El esposo de la protagonista, Roberto, es tomado como rehén, y Teresa se refugia en su vehículo blindado, pero no logra ponerlo en marcha, lo que convierte la supuesta protección en una trampa.

¿Cuál fue el origen del proyecto de “Propiedad”?

La película surgió como un mero ejercicio de estilo. Toda la historia se centró en el drama de Teresa tratando de sobrevivir a una amenaza externa sin nombre ni rostro. Pero con toda la discusión sobre la polarización política que guió a Brasil en la década de 2010, sentí que ya no era posible mantener la estructura unilateral de la historia. Al desarrollar también el drama de los trabajadores fuera del automóvil, vi la oportunidad de hablar sobre el caos en el que viven las capas más populares y sobre la incomunicabilidad que alimenta la lucha de clases a lo largo de la historia de Brasil. El aislamiento es el motor de nuestro colapso como sociedad.

En la película es evidente el fracaso del diálogo a todos los niveles. ¿Si ya no es posible hablar, es necesario actuar?

La verdad es que todavía hablamos, y mucho. De hecho, los discursos han sido diálogos superpuestos hasta el punto de distorsionar nuestra comprensión del otro. Ahí radica la falta de armonía en nuestra comunicación. Es esta sordera la que ha alimentado nuestras tensiones sociales más recientes. “No ser escuchados” es un disparador que la extrema derecha a menudo presiona para acorralar a sus seguidores, una herramienta para su ascenso al poder. Para los estratos populares, sin embargo, “no ser escuchado” es una condición histórica. ¿Qué les queda a quienes sienten que sus derechos básicos, como comer, vivir, estudiar, existir, no son escuchados? ¿Qué se necesita para que injusticias tan antiguas generen finalmente una revuelta? “Propiedad” es un ejercicio en este punto fronterizo.

“Propiedad” llama la atención sobre rasgos coloniales todavía presentes en Brasil hoy. La recuperación de la autonomía y dignidad de los trabajadores implica, en la película, una revolución armada. ¿Por qué este camino como única posibilidad en la narración?

Porque la violencia es el curso natural de la incomunicabilidad. Cultivamos con orgullo la imagen de un pueblo trabajador y resistente, pero hacemos que todos los aspectos de la vida de la clase trabajadora sean precarios. Menospreciamos sus deseos y sus rebeliones. Así que el caos es lo que te queda. Mi atención no está tanto en la “revolución armada”, que presupone una organización más compleja, sino en el caos primordial, en la grieta que conducirá al estallido de la presa. Este caos me interesa como ciudadano y narrador, porque puede convertirse en cualquier cosa, exponer a la gente, derramarse sobre cualquiera. Pero también es el resultado de una construcción histórica colonial muy antigua, en la que nuestro “pacto de cordialidad” siempre ha actuado para suprimir un contacto más franco entre las clases. No estoy de acuerdo con la violencia, pero no me sorprende cuando estalla ocasionalmente.
“Propiedad”. Brasil, 2022. Diretor: Daniel Bandeira. En la foto: Maria José Sales y Malu Galli. Berlinale, sección Panorama, 2023. “Propiedad”. Brasil, 2022. Diretor: Daniel Bandeira. En la foto: Maria José Sales y Malu Galli. Berlinale, sección Panorama, 2023. | © Vilarejo Filmes Durante el gobierno de Jair Bolsonaro (2018-2022), hubo una polarización aún mayor y el abismo social en Brasil se hizo más profundo. ¿Es la película una respuesta a esta reacción social?

Fueron años muy duros, pero acabaron destacando la pertinencia de “Propiedad”. La película fue filmada antes de las elecciones de 2018, pero la administración de Bolsonaro cristalizó el odio entre clases, el desprecio por la vida de otras personas, la criminalización de segmentos de la sociedad. Es un veneno que circulará por las venas de Brasil durante los próximos años, y el cine todavía está procesando este momento histórico a través de sus recursos. Pero “Propiedad” da forma a anhelos mucho más antiguos. ¿Cuál es el punto de saturación de las injusticias sociales? ¿Cuán grande es la distancia entre personas de clases tan diferentes en Brasil? ¿Qué se necesitaría para unir a un pueblo con individuos con motivaciones tan distintas? Estas preguntas me han preocupado durante muchos años y me han ayudado a llegar a la forma final de la película.

¿Por qué la opción de la violencia explícita frente a las cámaras?

La violencia rompe lo ordinario. Por eso el cine la ama, y por eso mucha gente ama el cine. Sin embargo, por impactante que sea la violencia narrativa de “Propiedad”, sirve para resaltar la violencia histórica. Esta, más insidiosa, motiva a los personajes y puede repercutir en la experiencia personal de los espectadores. Utilizar la violencia como caballo de Troya es una de las posibilidades que más me atrae del cine de género.

El miedo, la angustia y la inminencia del peligro están presentes a lo largo de la película. Esto se logra a través de la fotografía, la actuación del elenco y una edición precisa. ¿Cómo fue el proceso de realización de la película?

Me gusta cocinar a varias manos y recibir sazones que no estaban previstas en la receta. En el caso de “Propiedad”, formamos un equipo muy a tono en términos estéticos y políticos. Es decir, sabíamos de la importancia del mensaje a transmitir, pero sin perder de vista su carácter de entretenimiento. Rodamos la película durante 25 días en la costa sur de Pernambuco. Era el momento de la primera vuelta de las elecciones de 2018, así que filmamos prácticamente empapados del pesado clima político de ese momento. Espero que eso haya quedado impreso de alguna manera en la película.

¿Podría hablar de la recepción de la película en la Berlinale?

Aunque el público del festival proviene de entornos muy diversos, me doy cuenta de que el conflicto de clases es un tema global. Ya sea desde el ángulo de la deuda histórica generada por la esclavitud, la precariedad del trabajo o las crisis migratorias. “Propiedad”, en esencia, sigue siendo una historia sobre el abismo entre el exterior y el interior, entre ricos y pobres, entre dueños y poseídos. Cada país tiene sus propias preguntas sobre estos conflictos. Espero que “Propiedad”, al internacionalizarse, también pueda contribuir de alguna manera a estas reflexiones locales.

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