Series alemanas  Los niños de la Estación del Zoo

Wir Kinder vom Bahnhof Zoo Titel © 2020 Constantin Television GmbH / Amazon Studios / Soap Images

Viaje de drogas en serie: “Los niños de la Estación del Zoo”, el drama en ocho capítulos de Amazon Prime, presenta las confesiones de la heroinómana Christiane F. como drama adolescente atemporal. Cuatro décadas después de que toda Alemania se viera conmovida por la colección de doce crónicas de la revista Stern sobre una chica de 16 años de Berlín Occidental que vivía entre la miseria de las drogas y la prostitución infantil, el proveedor de streaming le inyecta a la biografía de la junkie más conocida de Alemania una sobredosis de espíritu de época. Nivel de adicción: moderado.

La materia de que están hechos los sueños (y las pesadillas)

“Una de las películas más emotivas que he visto en mi vida. Y el hecho de que esté basada en hechos reales sólo la hace más desgarradora”. Hasta Roger Ebert, el famoso y severo crítico del Chicago Sun-Times se conmovió con Yo, Christiane F., la versión cinematográfica de 1981. Y no sólo él. La película, de bajo presupuesto, dirigida por Ulrich “Uli” Edel (“El complejo de Baader Meinhof”) y producida por Bernd Eichinger (“El nombre de la rosa”) marcó a toda una generación de adolescentes, y convirtió en estrellas a los actores jóvenes Natja Brunckhorst y Thomas Haustein. Sólo en Alemania Occidental alrededor de cinco millones de personas vieron el viaje al infierno de la heroinómana berlinesa y de su banda de amigos. La revista especializada Variety celebró la película “Christiane F.” –así se llamó en inglés– como hito internacional del nuevo cine alemán.
 

Christiane Felscherinow

Tres años antes había hecho furor el bestséller homónimo. En el libro, basado en un reportaje de doce partes aparecido en la revista Stern, los periodistas Kai Hermann y Horst Rieck documentaban la vida cotidiana de Christiane F, abreviatura de Felscherinow, una vida que transcurría entre noches de aturdimiento en la discoteca Sound, la búsqueda del siguiente pico de heroína y el trabajo de prostituta cerca de la estación del Zoo. Cuando le hicieron las entrevistas la chica, que vivía en el complejo de edificios de Gropiusstadt (distrito Neukölln, Berlín), tenía apenas 16 años, pero su experiencia con la adicción ya era pavorosa: marihuana a los doce años, heroína a los trece, y se había prostituido por primera vez a los catorce. El libro, que se tradujo a veinte idiomas, daba testimonio del círculo vicioso de dependencia y endurecimiento emocional, mostraba lo frágil de la amistad entre los junkies y retrataba la miseria de la drogadicción y las sociedades paralelas a la sombra del muro de Berlín, todo con una intensidad hasta entonces desconocida. La crónica se mantuvo casi dos años en el número uno de la lista de bestséllers de la revista Spiegel. Con más de tres millones de ejemplares vendidos, todavía hoy es uno de los libros de no ficción más exitosos desde la posguerra. Quien haya crecido en los ochenta, habrá devorado con una mezcla de fascinación y espanto el libro o por lo menos la versión de fotonovela de la revista Bravo.
 

Adolescentes completamente normales

Casi cuarenta años después, el viaje de horror de Christiane se convierte en una serie bajo la conducción de un equipo de primera categoría: Phillip Kadelbach (“Hijos del Tercer Reich”, “El perfume”) se ocupó de la dirección, la guionista principal fue Annette Hess (“Weissensee”, y la saga “Ku'damm”) y Oliver Berben se hizo cargo de la producción. Más de 25 millones de euros se invirtieron en esta coproducción de Constantin Television y Amazon Prime Video. Hess, la guionista, exploró todo los archivos sonoros de los periodistas de Stern, pero su historia se aparta del original y no es tanto un estudio ambiental de la dividida Berlín de los años setenta como un híbrido atemporal entre historia de crecimiento y drama de drogas, en el que cada tanto se habla dialecto berlinés. Las historias de los seis integrantes de la banda del Zoo se renovaron y se agregaron elementos fictivos. El novio junkie de Christiane se llama ahora Benno y no Detley. De todos modos, en lo esencial la historia es la misma: Christiane (Jana McKinnon), recién mudada a Berlín, logra sumarse en la escuela al grupo de chicos cool. Bien al comienzo, cuando fuman su primer porro juntas delante de la Estación del Zoo, Christiane le dice a Stella (Lena Urzendowsky): “Qué lugar triste es una estación así, donde nadie quiere quedarse”. Hasta ahí son dos adolescentes completamente normales que se hacen los rebeldes fumando, tienen una banda típica de la pubertad y hacen lo que suelen hacer los chicos de esa edad: por aburrimiento y por el placer de lo prohibido prueban atravesar algunos límites, alborotan un poco en el subterráneo, se escapan de la casa para ir a una fiesta, fuman demasiado. Después, la primera pastilla antes de ir a Sound, en esa época la “discoteca más moderna de Europa”. En la serie, este primer viaje hace que en su festejo los chicos literalmente se eleven y floten sobre la pista del club. Quien conoce el libro original, sabe que la caída es sólo una cuestión de tiempo.

El aturdimiento total gracias a las drogas es muy tentador como vía de escape de la melancolía juvenil: “Es como si viniera alguien con un manta abrigada que te cubre y todo está bien y te sientes a salvo”. En efecto, a los seis jóvenes los vincula algo más que el espíritu de aventura. Se sienten perdidos, luchan con crisis personales. Christiane no termina de aceptar la separación de sus padres. A Stella la viola un cliente habitual del bar de su madre y esta la abandona. Babsi (Lea Drinda) se desmorona en la cárcel de oro de su abuela. El eterno mantra de los junkies, “yo tengo todo bajo control”, se revela naturalmente como ilusión. Con la adicción a la heroína llegan la prostitución y la criminalidad vinculada a la droga. Stella termina en la cárcel, Axel (Jeremías Meyer) muere de sobredosis. Y no es el último muerto.
Captura de la serie de Amazon Prime “Los niños de la Estación del Zoo”, producida por Constantin Captura de la serie de Amazon Prime “Los niños de la Estación del Zoo”, producida por Constantin | Foto (detalle): © 2020 Constantin Television GmbH / Amazon Studios / Soap Images / Josef Fischnaller

Sonido e imagen 

La serie retrata con angustiante intensidad la montaña rusa emocional de Christiane entre la cada vez más frágil rutina escolar, el mundo de la prostitución, los departamentos de los clientes y los ratos que pasa con su novio Benno (Michelangelo Fortuzzi). La cámara de Jakub Bejnarowczs impresiona con composiciones cromáticas creadoras de atmósferas y con imágenes coherentes hasta el último rincón humoso de la disco. No hay detalle que no esté en su lugar, la melancolía de los bloques de viviendas del barrio de Gropiusstadt jamás se manifestó con tanto estilo. Una pesadilla impresionante, en parte surrealista, en la que vagan las diversas almas perdidas. Y aunque desde los éxitos de “Pulp Fiction” y “Trainspotting” los viajes de droga hiperestilizados no son nada nuevo, la estética de Zoo es una fiesta para cualquier historia de Instagram. Casi resulta sorprendente que nadie saque un palo de selfie y que en la parte de abajo de la imagen no parpadee un link a alguna tienda de moda ultra rápida.

Y ese es precisamente el dilema. Incluso durante la abstinencia de heroína, la banda del Zoo tiene un aspecto muy clean y saludable. No hay rostros amarillentos que se queden con la mirada perdida bañados en sudor, no hay personajes esqueléticos dignos de lástima que den cuenta de hasta qué punto la adicción destruye el alma y el cuerpo. Por supuesto, hay chicos pálidos como cadáveres, que se dan picos de heroína en baños llenos de meo, y que cuando practican la abstinencia vomitan en cubos de plástico, también hay tipos mayores en calzones aún más viejos que manosean a jóvenes prostitutas, pero todo esto con una estética tan moderna que la sensación de repulsión es muy baja. La escena en que Christiane, durante un concierto de David Bowie, se hace el primer pico de heroína detrás del escenario mientras suena “Chandelier” de Damien Rice es tan bella que también uno quisiera inyectarse.

A esto se suma que el elenco parece bastante adulto. En efecto, lo impactante de “Los hijos de la Estación del Zoo” de 1981 era que Christiane F. y sus amigos todavía eran niños. La película de Uli Edel resultó tan repulsiva precisamente porque el elenco (de amateurs) tenía un decidido aspecto infantil y así la miseria de esos niños del Zoo era de una autenticidad perturbadora. Eso no quiere decir que el elenco de la serie no entusiasme en el plano de la interpretación. Jana McKinnon, de 24 años, convence en el papel de la mocosa junkie Christiane. Lea Drinda, que interpreta a su amiga Babsi, irradia con sus grandes ojos una angustia existencial ingenua. Lena Urzendowsky hace de una Stella (la proxeneta ocasional) conmovedoramente destruida. Y Michelangelo Fortuzzi está magnífico como drogadicto veleidoso.
 

Podríamos ser héroes

Uno de los aspectos innovadores de la versión cinematográfica de 1981 fue la banda sonora, de David Bowie. El excepcional artista británico vivió a fines de los setenta en Berlín. Su canción “Héroes” es, según la revista Rolling Stone, una de las mejores canciones de todos los tiempos. En la película Bowie aparecía en persona dando un concierto. En la versión actual, Alexander Scheer, que fue celebrado por su papel de Newton, el alter ego de Bowie, en la pieza la teatral “Lazarus”, interpreta al fallecido Duque Blanco en dos breves apariciones. Pero en realidad poco importa, porque aunque en la banda sonora de la serie resuena el legado musical de Bowie, el premiado productor musical Robot Koch, que se hizo famoso con el trío musical Jahcoozi, apuesta a la música electrónica, al dancehall y al hip-hop, una base musical cool, atemporal y omnipresente. Ahora bien, como cada episodio está lleno hasta el tope de música –igual que en las series estadounidenses–, en ocasiones la historia pierde su ritmo. En esos momentos la serie se parece a un video clip de la Semana de la Moda de Berlín, en el que Christiane, de chaqueta de piel sintética y botas de cowboy blancas, camina balanceándose por las catacumbas de la estación junto con sus glam queens de la zona roja.

Lista de reproducción oficial de Spotify: Los hijos de la Estación del Zoo, que incluye a Robot Koch, Michael Kadelbach; David Bowie, y otros.
 
Captura de la serie de Amazon Prime “Los niños de la Estación del Zoo”, producida por Constantin Captura de la serie de Amazon Prime “Los niños de la Estación del Zoo”, producida por Constantin | © 2020 Constantin Television GmbH / Amazon Studios, Foto: Mike Kraus/Soap Images

Para inyecciones...

En el ámbito germanoparlante la serie tuvo una recepción dispar. En una época de comercio de drogas en la Darknet, de legal highs y de taxis que distribuyen cocaína, la estética de la heroína y de los utensilios para inyectársela es un poco anacrónica. Ese fue el tenor general de la crítica. Por otra parte, se dijo que “Los hijos de la estación del Zoo” es un drama común que podría ocurrir en cualquier otra gran ciudad. Además, muchos críticos se preguntaron si realmente era necesaria una remake de una obra tan icónica, toda vez que desde un principio se sabía que la nueva versión no podría alcanzar el impacto del original. El portal Filmdienst objetó también que “no siempre se logra una coherencia perfecta entre el regocijante cine de tecnología y la deprimente problemática de las drogas”. La revista Spiegel comentó: “Para inyecciones, vacunas”, sin embargo, admitió que la serie “salió bastante bien”. El periódico TAZ se sumó diciendo que “oscila felizmente entre la fidelidad al original y una nueva interpretación”. Por el contrario el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung sostuvo: “El intento de querer hacer de la historia un drama de crecimiento para el público actual no es disparatado... Pero el precio de esta 'modernización', según le dicen los creadores, es una inevitable pérdida de realidad”.
 
Captura de la serie de Amazon Prime “Los niños de la Estación del Zoo”, producida por Captura de la serie de Amazon Prime “Los niños de la Estación del Zoo”, producida por | © 2020 Constantin Television GmbH / Amazon Studios, Foto: Mike Kraus/Soap Images

¿Qué queda al final de cuentas?

Una serie de drogas y horror, atrapante en lo visual y formateada para un grupo destinatario específico, con actores jóvenes prometedores, un drama sobre adolescentes que añoran una vida distinta y que en camino a esa vida toman la salida incorrecta, y una historia universal sobre el primer amor, el cruce de límites, la amistad y la traición, y en primera fila, mirando, hay toda una generación de espectadores que no conoce ni la película ni el libro original.
 
Créditos
Título original: Wir Kinder vom Bahnhof Zoo, 8 x 60 minutos aprox., dirección: Philipp Kadelbach; elenco: Jana McKinno Michelangelo Fortuzzi, Lena Urzendowsky, Bruno Alexander, Jeremias Meyer, Lea Drind
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