En esta entrevista, la profesora Lúcia Ricotta afirma que la literatura latinoamericana conserva rasgos de la visión del mundo humboldtiana, visibles, por ejemplo, en autores de Brasil, Colombia, Venezuela, Cuba y Argentina.
¿De que forma la geografía humboldtiana encuentra eco en la literatura brasileña?A lo largo de sus viajes, Humboldt elaboró un rico archivo del mundo colonial brasileño y latinoamericano, de su ecosistema y su cosmología. Según el antropólogo Philippe Descola, fue gracias a ese repertorio que Humboldt pudo intuir cómo son “inseparables la historia natural de hombre y la historia humana de la naturaleza” y observar cómo el ambiente incide sobre la vida social del ser humano. Por cierto, este es el punto central de la geografía humboldtiana, que se ocupa de la tierra, de su condición cósmica de lugar de vida y de hábitat. En suma, una pregunta crucial para la geografía humboldtiana es: ¿es la tierra una buena morada para las múltiples naturalezas?
En este sentido, Humboldt sirvió de referencia para muchos autores de la literatura brasileña, como Joaquim de Sousândrade, Gonçalves Dias, José de Alencar, Visconde de Taunay, Franklin Távora, Graça Aranha, Euclides da Cunha, Alberto Rangel, Afonso Arinos, José Lins do Rego, Graciliano Ramos, Raquel de Queiroz, Monteiro Lobato, João Guimarães Rosa y João Cabral de Melo Neto, autores que de alguna manera se apropian de tópicos humboldtianos, como la escritura de los espacios y la relevancia del espacio como potente vínculo cultural.
Los sertones (1902) de Euclides da Cunha, ¿podría ser un ejemplo de ese legado?
Sí, creo que Los sertones articula una geografía humboldtiana, pues pone el nexo espacial en el centro de la imaginación poética, cultural, científica e histórica. Además de eso, a partir del esquema de una situación ambiental local, el autor territorializa sus tipos biosociales: el sertanero, el vaquero, los retirantes (pobladores que abandonaban los sertones por culpa de la sequía), los fanáticos. Los sertones, como afirma el crítico experto en Brasil Ettore Finazzi-Agrò, es un “intento de sustituir la historia por la geografía” y es en este sentido que se aproxima a Humboldt, quien en la obra Relation historique du voyage aux régions équinoxales du Nouveau Continent, fait en 1799, 1800, 1801, 1802, 1803 et 1804, par Al. De Humboldt et A. Bonpland, editada a partir de 1814, afirmó que, desplazando la perspectiva de las expediciones marítimas, conviene realizar un “viaje de tierra”, “al interior del continente”.
No es que Euclides da Cunha haya replicado a Humbold como referencia de lectura directa, pero estuvo influido por una metafísica humboldtiana de la naturaleza en lo que ésta tiene de telúrica y de exploradora de los espacios interiores. En Los sertones dice: “Las fuerzas que trabajan la tierra la atacan en la estructura íntima y en la superficie”. En este caso, Euclides evidentemente (re)presenta lo que Humboldt llamaba “verdad de la naturaleza” según la región. Es notable en Los sertones el recorrido de escenas o cuadros naturales ya ensayados en la literatura de viaje del ochocientos, donde aparecen imágenes de sierras, llanuras infinitas, fronteras del desierto, el martirio de la tierra, el Agreste, las aguas estancadas, las lagunas muertas, ilusiones del paisaje, el pardo requemado de las caatingas, etc.
¿En el mismo contexto podríamos citar Gran sertón: veredas (1956), de João Guimarães Rosa?
Según mi modo de ver, Gran sertón se sirve también de esos espacios humboldtianos. Al dramatizar de modo enfático la división civilizatoria y universalista entre naturaleza y cultura, además de inscribir en la literatura la histórica violencia de los procesos imperiales de territorialización y silenciamiento, el libro rompe fronteras antropológicas que separaban lo culto y lo primitivo, la ciudad y la selva, el intelectual y el sicario.
¿Puede percibirse esa influencia humboldtiana en la literatura de otros países de América Latina?
¡Sin duda! La influencia de Humboldt y de sus viajes por la Amazonia se hace sentir en esa “novela de la tierra” que es La vorágine (1924), del escritor colombiano José Eustasio Rivera, quien viaja comisionado por el gobierno para delimitar las fronteras entre Colombia y Venezuela. Ya en Los pasos perdidos (1953), el escritor cubano Alejo Carpentier (re)describe itinerarios y escenas de travesías humboldtianas por la Amazonia. Otra innegable recepción de Humboldt está en Facundo. Civilización y barbarie (1845) del argentino Domingo Faustino Sarmiento, con su reivindicación espacial de la cultura, que puede verse en la legibilidad del mundo alternativo, del otro lado del la frontera. Además, puedo recordar al poeta venezolano Andrés Bello, que en Alocución a la poesía (1823) propone un giro humboldtiano prototípico-literario hacia la naturaleza americana en detrimento de los modelos europeos.
En el texto “A natureza americana em Humboldt”, la investigadora Marília Librandi dice que es probable que el papagayo del libro Macunaíma, de Mário de Andrade, haya provenido de un relato de los viajes de Humboldt…
En la escena final de Macunaíma, un papagayo solo repite en el silencio del río Uraricoera los “hechos del héroe" que “ascenderá al cielo”. Para el novelista y crítico literario Manuel Cavalcanti Proença (1905-1966), ese papagayo que preservó las historias del personaje Macunaíma constituye una “repetición” de la anécdota de Humboldt con un papagayo, relatado por el naturalista prusiano en el libro Cuadros de la naturaleza (Ansichten der Natur), de 1807. Allí, Humboldt narra su viaje por los raudales de Atures y Maipures, en el río Orinoco, y en determinado momento, apunta: “En Maipures llegué a ver, ¡cosa extraña! un viejo papagayo al que los indígenas no comprenden porque, según ellos, habla el idioma de los aturianos”.
Los aturianos, perseguidos por los caribeños antropófagos, se refugiaron en las montañas rocosas de las cataratas del Orinoco, en la actual Venezuela, y desaparecieron sin dejar rastro. El único sobreviviente, el papagayo, en luto por su pueblo, repite la presencia viva de los muertos de esa tierra que habitaron desde siempre. En el caso de Macunaíma, el narrador, que dice narrar el parlamento que oyó decir al papagayo, no solamente reactualiza la lengua del papagayo humboldtiano sino que también da corporeidad a la supervivencia de otras voces y otros mundos captados por Humboldt en América.
¿El legado humboldtiano puede verse en la literatura brasileña contemporánea?
Observo resonancias humboldtianas en autores como Milton Hatoum, escritor, nacido en la Amazonia, en especial en su Relato de um certo Oriente (2004). Otro ejemplo es la poesía traductoril de la mitopoética amerindia de la poeta, escritora y traductora paranaense Josely Vianna Baptista: en el libro Roça Barroca (2011), la búsqueda de la palabra primitiva nos remite a la presencia metafísica de los mundos de las naturalezas humboldtianas.
Lúcia Ricotta es crítica literaria y profesora de la carrera de Letras de la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro (Unirio). Autora del libro Natureza, Ciência e Estética em Alexander von Humboldt.
abril 2019