Activismo ecológico y deporte en Chile  Conversaciones con el agua

Se o mar tivesse varandas, 2017.
Se o mar tivesse varandas, 2017 © Aline Motta

El antropólogo chileno Jens Benöhr habla sobre el diálogo entre diversos saberes, el papel de los deportes acuáticos y la participación de comunidades locales en los procesos de restauración de ríos en Chile.

Durante tres décadas, el antropólogo Jens Benöhr ha sostenido un diálogo continuo con el agua. La charla empezó en el lenguaje del juego, durante su infancia, cuando Jens caminaba por las riberas del río Biobío, el más ancho de Chile.

Más tarde, Jens y su amigo Paulo Urrutia bajaron por el Biobío haciendo rafting en kayak mientras recibían los mensajes inequívocos de las fuerzas del agua. Más recientemente, sobre una tabla de surf, Jens ha empezado a aprender el lenguaje del agua salada en el mar mientras conoce las olas de las costas del Pacífico de su país.

“El kayak me ha enseñado humildad. El río no nos necesita a nosotros; tiene mucha fuerza y más allá de que ahora tenga un muro de una hidroeléctrica atravesado, tarde o temprano ese muro va a ceder, puede ser en un par de cientos de años, que no son nada para un río… El mar me ha abierto a otra forma de hablar que tiene el agua; requiere mirar mucho al horizonte, ver el agua que se funde con el cielo… Me ha enseñado cómo lidiar con la ansiedad. También me produce miedo, pero estoy aprendiendo. El río es libertad, el mar es vastedad”.

Este joven explorador chileno nos cuenta lo que ha aprendido en estos diálogos líquidos, sus experiencias con la restauración biocultural para recuperar ecosistemas acuáticos y las maneras como las visiones de mundo indígena, occidental, espiritual y científico pueden integrarse para que podamos vivir en mayor equilibrio con el agua y con la naturaleza en general.

Chile es un país largo y estrecho, repleto de ríos. Recostado sobre los Andes, el país “chorrea” agua dulce sobre el mar. En la actualidad existe un movimiento político y cultural muy dinámico por la defensa de los cuerpos de agua. Nuevos y antiguos liderazgos beben de las sabidurías indígenas del país –como la de los mapuche–, muchas de ellas asentadas en las cuencas fluviales, y con una visión de los ríos como seres vivos, seres sagrados, dadores y tomadores de vida.

Ese es el contexto mayor en el que Jens, de familia paterna alemana, familia materna colombiana y oriundo de la ciudad de Concepción, se interesó profundamente en el agua. “El agua es un elemento del que dependemos muchas especies pero más allá de ese hecho, el agua para mí es un portal que nos conecta con nuestro propio cuerpo, con la memoria de la tierra y con nuestro origen biológico. Casi la totalidad de nuestras células es agua; por eso siento que es un portal hacia las emociones. Por algo nace agua de nuestros ojos cuando lloramos ¿no?”, dice.

Como educador ambiental, articulador y participante de diversos proyectos en torno al agua, Jens comparte tres lecciones importantes que ha aprendido a través de su trabajo: el disfrute, el diálogo horizontal entre las diferentes visiones y la restauración biológica.

Disfrutar de estar vivo en la naturaleza

Eso de “salvar al planeta” a Jens le suena muy mesiánico, además de imposible. No quiere decir con esto que hay que sentarse a esperar. Hay que lanzarse al agua, mojarse, meter manos al lodo, pero sobre todo disfrutar, sentir y aceptar la realidad.

Jens ubica el origen de esta perspectiva en un recuerdo puntual: estando con su amigo Paulo Urrutia, con quien bajó el Biobío en kayak, estaban medio congelados al anochecer cuando salió una enorme luna verde que quisieron fotografiar. “Estar parados ahí, muertos de frío, viendo esa luna gigantesca, me hizo sentir que era extraño querer exponernos así al frío y a la incomodidad, pero también entendí que quería hacer un trabajo que me hiciera sentir así muchas veces. La foto quedó horrible pero reafirmé que mi interés era hacer un trabajo vinculado a la naturaleza no sólo por una cuestión colaborativa, sino por un deseo mío, egoísta, pero creo que es importante: disfrutar la vida como humano en un planeta que flota en el espacio”.

Diálogos horizontales y sin juicios

¿Cómo conciliar visiones de mundo tan distintas como aquella que usa el agua como un recurso que puede ser explotado y otra que lo ve como un ser vivo con derechos? Las nuevas generaciones son cada vez más conscientes de que un río contaminado con desechos de minería o desviado de su cauce con muros de contención perjudica al medio ambiente y a todas los seres que interactúan en él, incluyendo a los humanos.

Sin embargo, aún hay mucho por hacer para comprender visiones ajenas a la propia. “Es muy enriquecedor cuando se establecen puentes de diálogo sincero entre ciencia occidental y cosmovisiones indígenas; la una nutre a la otra. Gracias a eso es posible conciliar dos visiones como estas; por un lado, que cuando se cuida al agua se protegen los espíritus del agua y hay armonía y por otro, la visión científica que nos habla de que cuando hay presencia de diatomeas en el agua –microalgas que habitan en un estero o en el mar– esto es un indicador de la salud de un ecosistema. O sea, el agua puede ser un recurso pero al mismo tiempo puede ser un ser vivo”.

Restauración biocultural

Finalmente, Jens habla de la restauración biocultural como una herramienta para recuperar sistemas biológicos, pero también bosques o humedales culturales. “La importancia está en las relaciones más que en los elementos mismos. Por ejemplo, plantamos especies nativas porque son un símbolo de resistencia frente al colonialismo que representan los monocultivos de pino y eucalipto en el territorio del Parque nacional Nahuelbuta. El pino y el eucalipto han generado una profunda erosión de la tierra porque consumen mucha agua; a la par han generado una erosión de los saberes y de las relaciones y confianza. El extractivismo destruye la confianza, por ejemplo, a través de la corrupción de empresas que entregan dinero a unos dirigentes y así separan a unos de otros. Restaurar esa confianza comunitaria requiere años de trabajo”.

Ejemplos de ello son la iniciativa Kümelko, que integra a personas del grupo mapuche Lafquenche para restaurar especie nativas que habían sido reemplazadas por monocultivos de pino y eucalipto; otro ejemplo es Somos Cuenca, un proyecto que articula a grupos de personas para trabajar por una visión común de las cuencas hidrográficas que habitan, como en el caso del Río Wazalafquen.

“Y ahora estamos trabajando con algunos amigos la idea de un juego de rol en el territorio de Nahuelbuta, donde hay bosques guardianes del agua que han quedado fragmentados en el territorio. La idea es crear un juego de rol a través del cual podamos ver su valor, explorándolos como si fuéramos aventureros, y de esta manera recuperar el diálogo ancestral con los bosques del agua, los pitantros, así como con los espíritus y los saberes que habitan esos bosques. Ahí el kayak va a ser una herramienta fundamental. Habrá personajes, niveles y batallas, todo desde una perspectiva muy épica y también indígena. Finalmente, vamos a soñar el futuro y el pasado a través de ese juego de rol en el territorio”, concluye.

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