Pastoral en Remstal
Marasmo con borreguitos
Los borregos simbolizan un marasmo delicioso y no pueden faltar en ninguna representación de idilio campirano, algo que se sabe desde la Antigüedad. Una galería de arte reúne algunos ejemplares particularmente bellos provenientes de la zona aledaña a Stuttgart, Alemania.
Las primeras representaciones de borreguitos —pinturas rupestres— provienen de la Antigüedad. Desde que se redescubrieron en el Renacimiento, estos animalitos siguen siendo invitados habituales de los paisajistas. No importa si estamos ante cuadros del barroco, el rococó, el neoclásico o el romanticismo: aparecen en todos. Si alguien quería representar un paisaje idílico, le ponía un borreguito. A eso se le llama un “pastoral”. Cuando hay borregos meditabundos contemplando el valle, el espectador se tranquiliza. Cuando mordisquean el pasto satisfechos, cunde el bienestar entre el público. Caspar David Friedrich también estaba al tanto del efecto tranquilizador de los borreguitos inmóviles. Su Dorflandschaft bei Morgenbeleuchtung (Paisaje pueblerino a la luz de la mañana) de 1822, que también ha sido llamado Der einsame Baum (El árbol solitario) y está colgado en la Galería Nacional en Berlín, incluye un par de borreguitos pintados con maestría —aunque apenas se les reconozca entre las sombras—. Poco después, la Modernidad exilió al ganado bovino de los lienzos: se declaró el fin de la época en la que las representaciones de paisajes idealizados celebraban ante todo la simplicidad campirana. La autora opina que ha llegado la hora de revivir los pastorales, es decir, los retratos de borreguitos. Esta galería surgió entre 2020 y 2022. Durante cada viaje a Alemania, la autora, que vive en Washington D. C., visita al menos una vez a los retratados en su prado en Suabia, en Schorndorf en el Remstal. Como acompañamiento musical se recomienda la Sonata para piano no. 15 de Beethoven, “Pastorale” en re mayor, Opus 28, de preferencia interpretada por Emil Gilels