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Primer encuentro regional de artistas y curadores
Al principio había, ante todo, preguntas, muchas preguntas, sobre la memoria y el olvido. Esto quedó muy claro ya en los primeros instantes de la inauguración de El futuro de la memoria, cuando participantes centrales de este proyecto se reunieron por primera vez para hablar sobre sus inquietudes y preocupaciones.
La apertura de “El futuro de la memoria”, proyecto regional liderado por el Goethe-Institut, tuvo lugar el 29 de marzo en Bogotá. Aquel día, los co-curadores del proyecto –provenientes de varias ciudades sudamericanas: Bogotá, Buenos Aires, Montevideo, Río de Janeiro, Sao Paulo y Santiago de Chile– se encontraron con los organizadores y coordinadores en la sede del laboratorio de artistas “Mapa Teatro”, dirigido por Heidi y Rolf Abderhalden. Ya el lugar mismo del encuentro dio razón, indirectamente, de algunas de las preguntas e ideas que dieron origen al proyecto, y que sin duda atravesarán muchas de las obras y performances de arte y las charlas interdisciplinarias que formarán parte de él.
La sede del encuentro fue una antigua, enorme y alguna vez suntuosa casa ubicada sobre la tradicional Avenida Séptima, en el corazón mismo del Centro de Bogotá. Ya hace décadas, la zona entera del Centro, y con ella las construcciones y monumentos que se encuentran allí, empezaron a caer en el olvido y a convertirse en víctimas silenciosas del abandono institucional y social. Durante mucho tiempo, el lugar estuvo confinado a la decadencia material y emocional. Hace treinta años, los hermanos Abderhalden decidieron establecerse allí, renovar y adaptar el edificio, y convertirlo en un verdadero centro para la práctica y reflexión artísticas.
Aquí, en la casa de “Mapa Teatro” se llevaron a cabo varios de los eventos en torno al lanzamiento del proyecto “El futuro de la memoria” y la plataforma artístico-académica “Experimenta/Sur VI”, asociada al proyecto. Su título de este año es “Mnemofilia & Lotofagia”. No solo el título refleja el deseo de indagar sobre la memoria y el olvido. También la casa misma carga hoy en sus muros, en sus escaleras, en toda su arquitectura republicana, las heridas del abandono y la omisión, pero también el afán por recuperar y visitar una y otra vez lo ocurrido para que esto, elaborado y actualizado, pueda hacer parte del presente.
Al comienzo del encuentro de inauguración, Katja Kessing, quien como directora del Goethe-Institut en Bogotá, y junto a la coordinadora Úrsula Mendoza, ha sido una de las fuerzas motoras tras “El futuro de la memoria”, habló del interés de elaborar (y no necesariamente de responder de forma concluyente), desde el arte y la reflexión, inquietudes que hoy en día son centrales tanto en Alemania como en Sudamérica. Entre esas preguntas fundamentales se encuentran: ¿Para qué la memoria? Y, ¿por qué intentar un acercamiento a este tema justamente desde la perspectiva del arte? Heidi y Rolf Abderhalden, de “Mapa Teatro”, refiriéndose al nombre “Mnemofilia & Lotofagia”, sugirieron una pregunta más: ¿No será acaso necesario también integrar al trabajo de elaboración de la memoria –como lo plantea el escritor David Rieff– el concepto y la práctica del olvido?
Luego relataron una anécdota que, a su vez, dio origen a otra inquietud. Contaron sobre su visita reciente a un antiguo campamento de la guerrilla colombiana de las Farc, donde ahora el ejército colombiano planea crear un “Museo de la Memoria”, donde se examinarán, ante todo, los crímenes de la guerrilla, hoy desmovilizada. Como contaron los hermanos Abderhalden, uno de los militares encargados de este proyecto les dijo: “Ya terminó la guerra en Colombia. Ahora empieza la guerra de la memoria”… De esta particular, algo chocante y, a final de cuentas, verdadera afirmación, surgió una pregunta doble, que, como las anteriores mencionadas, parece atravesar todo el proyecto regional: ¿Quién cuenta la historia? ¿Qué versión de la historia se impone al final?
Y de este modo, a través de las intervenciones y descripciones de los distintos proyectos artísticos de los curadores internacionales que estuvieron presentes en la inauguración, fue saliendo a la luz una serie de cuestionamientos fundamentales: ¿Existe realmente la llamada memoria colectiva? ¿Cuál es el papel del concepto del futuro en la reflexión sobre la memoria? ¿Para quién se preserva la memoria, para quién se recuerda? ¿Quién, qué exactamente, es la víctima, y quién la nombra como tal?
De qué manera aquellas preguntas están presentes en el trabajo artístico e intelectual que constituye el núcleo del proyecto, se pudo ver muy bien en los talleres, performances e intervenciones llevados a cabo en Bogotá en los días posteriores al lanzamiento. Sin duda, estas inquietudes, entre muchas otras que surgirán por el camino, serán la base y el hilo conductor de los diferentes elementos –obras artísticas, reflexiones interdisciplinarias y diálogos entre ellas– que durante los meses siguientes construirán “El futuro de la memoria”.