La proliferación de instituciones y lugares de memoria histórica, en palabras de Andreas Huyssen, surge de “la necesidad política de asumir la violencia del pasado”. Sin embargo, dichas instituciones están sujetas a necesidades políticas que perpetúan otros actos de violencia: aquellos que borran, minimizan y desvalorizan algunas vidas al servicio de otras.
Esa violencia permanente, residual y acumulativa en Colombia se ha llamado “conflicto” y no “guerra”, definición que asume la territorialización como forma de vida. Se trata de un lenguaje que niega la excepcionalidad –a veces, incluso, la experiencia– del trauma, mientras se borran los límites entre el perpetrador y la víctima. Es un lenguaje que ha sido cooptado por el Estado bajo la apariencia de la construcción de nación y en función del progreso: una narrativa histórica que niega los entresijos de la memoria, y que tiene como objetivo la cohesión de las comunidades, usando tanto la ficción como el miedo.
Este ciclo de conferencias explora la emergencia del gesto, del performance, de la voz, de la acción y de la intervención material como lugares espacial y temporalmente dispersos de memoria histórica. Esas tácticas adoptan medios contemporáneos –desde agitprop (propaganda de agitación) hasta instalación; desde improvisación musical hasta poéticas avant-garde– como mecanismos para la subversión y lo fugitivo: estrategias formales impulsadas por la necesidad de moverse en torno a, debajo de y a través de las políticas del poder estatal. Los gestos performativos unen al individuo a la historia, y responden, en el caso de Colombia, a una política de la negación, a través de una rearticulación de los espacios de trauma como lugares de acción colectiva.
