Series alemanas en Norteamérica  Kleo

Portada de la serie original de Netflix "Kleo" muestra a la protagonista interpretada por Jella Haase en una chaqueta roja con una pistola en la mano. © Netflix, Foto Svenja Terjung

El thriller de Netflix Kleo inicia en 1987, cuando Kleo (Jella Haase), la joven asesina de la Stasi, entra a escondidas a Berín occidental y envenena a un oficial de alto rango, solo para ser misteriosamente traicionada y encarcelada por sus cuidadores una vez que vuelve a Berlín del Este. Con este engaño, Kleo plantea una clásica premisa de venganza, para tomar prestada la intrigante frase de Quentin Tarantino, en un momento histórico excepcionalmente dramático.

RUBIA DE CARBÓN

Cuando Kleo es liberada de prisión como parte de una amnistía general en 1990, descubre que la Stasi, como Alemania del Este en general, es una barco que se hunde, pero eso no le impide iniciar su venganza en contra de sus antiguos jefes. Mientras Kleo trabaja para develar la conspiración que arruinó su vida, termina asociándose con el detective Sven (Dimitrij Schaad) de Berlín occidental y se hace amiga de Thilo (Julius Feldmeier), un nuevo personaje en Berlín con ideas utópicas acerca de la creciente cultura de los clubes en la ciudad. Por buena parte de los ocho episodios de la temporada, la serie saca partido de su escenario, con la vibra optimista del Berlín recién reunificado contrastando con los asuntos pendientes de Kleo en el Este. Parte del atractivo de la serie es el diseño de producción al estilo Ostalgie (nostalgia por el Este): el Café International, las oficinas de la Stasi, los Plattenbauen que rodean la ciudad y, por supuesto, la siempre bienvenida aparición del Trabant. La estética monstruosa del bloque del Este que alguna vez pareció opresiva y gris ahora es extrañamente exótica, lista para su momento en Instagram.
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El Berlín de 1990 es un intrigante estudio en contrastes, entre la desilusión y el cinismo cuajado de los beligerantes de la Guerra Fría recién jubilados y el optimismo despreocupado de la vanguardia de la escena dance. Los últimos firmes creyentes del socialismo que conocemos tienen tendencias suicidas u homicidas, como Uwe (Vincent Redetzki), un asesino demente y fan de la banda Puhdys. Mientras tanto, muchos de los "Wessis" que encontramos, envueltos en la moda de los ochenta y demasiado sonrientes, emanan un derecho inconsciente. Por un lado, está Kleo, con su recién descubierta y duramente ganada perspectiva de que "ya no hay 'nosotros'". Y luego está Thilo, quien nunca suena más como un intruso del Oeste que cuando proclama con palabrería: "Hay que destruir para construir lo nuevo", como si la destrucción no resultara inevitablemente en pérdidas. ¿Es Thilo un visionario, un imbécil drogadicto o un poco de ambas?

Es un poco descepcionante que, al final, la serie no encuentre un modo para integrar de forma significativa las desventuras hedonistas de Thilo con la historia de Kleo. Asimismo, el programa es menos envolvente cuando la cámara voltea a Sven, el desafortunado compañero de Kleo. A pesar del carisma del actor Dimitrij Schaad, el procedimiento policial con Sven resulta un regreso a las insípidas series policiacas que el streaming debía dejar en el pasado.

Por oscura que pueda parecer la historia de Kleo, la serie siempre se aligera con una buena pizca de humor astuto. La Stasi de Alemania del Este es más conocida en la cultura pop por la película ganadora del Óscar La vida de los otros (2006). La adaptación de Kleo del mismo tema sugiere que la historia se repite: primero viene la oscura película de arte y ensayo, luego la irreverente ficción pulp. El mordaz alboroto incluye un intento de asesinato mediante un pastel Bundt (entregado por una interante de la Juventude Libre de Alemania) y un juguete de la torre de televisión de Berlín del Este, usado como arma mortal. Sin duda, el peinado y el estilo de Kleo tras su estancia en prisión también pretenden recordarnos a la joven Angela Merkel.
  MUJER DE LAS MIL CARAS

Todo el ímpetu dramático de la serie viene de Kleo, la actuación de Jella Haase. Para que el programa funcione, el público tiene que creer que Kleo es víctima de un grupo de ideólogos avejentados. Aunque es difícil creer que Haase tenga ya 30 años, la otra cara de su personaje de niña mimada incontenible es que también es completamente creíble como inocente herida. En el tercer episodio, Kleo se infiltra en Mallorca como una heredera mimada del Oeste para localizar a su antiguo jefe de la Stasi, que ahora se ha vuelto completamente capitalista, y literalmente vengarse de él de forma explosiva. El episodio parece una versión invertida de Alias, con Kleo como la sirena asesina que Sydney Bristow sólo pretendía ser.

El punto álgido de la temporada es el flashback con el que comienza el episodio seis. Cuando Kleo está en coma, recuerda su pasado en una serie de viñetas que saltan del realismo para una puesta en escena que recuerda más a un musical. Sólo que aquí el ambiente es opresivo, casi sofocante, mientras vemos cómo el adoctrinamiento político y la rígida militarización de la educación de Kleo produjeron una asesina dispuesta casi robóticamente a matar por orden del Estado. En otras palabras, la ciudadana ideal de la Stasi.
 

Es una verdadera pena que Kleo pierda un poco el camino después de eso, a medida que la historia avanza hacia la revelación del extravagante MacGuffin. El gran giro no se sentiría tan anticlimático si el tono de la serie no decayera cada vez más en el proceso. La primera mitad de la temporada aborda la traición y la decepción de Kleo de forma seria, pero en los últimos episodios los personajes no hacen más que guiñar un ojo a la cámara. El ingenio de la serie deviene una burda broma. ¿Acaso un executivo con su puro en la boca emitió un memorándum a finales de la producción en el que ordenaba: "¡Hay que aligerar esto ya!"? ¿O es que los mismos creadores rehuyeron los temas inherentes a este medio? Dios nos libre de que el público de 2022 piense que había algo en juego cuando Alemania del Este se tambalea entre el socialismo y el capitalismo.

El punto más bajo es un desvío a Chile al final de la temporada, que parece como si los guionistas estuvieran persiguiendo la locura macabra de Killing Eve o las queridas películas de acción de los ochenta de la juventud. Las aventuras sudamericanas de Kleo y Sven habrían estado mejor para una segunda temporada, si no desechadas por completo. El Berlín de 1990, con sus ritmos techno y sus armas soviéticas robadas, es realmente todo lo que Kleo necesita.

¿Encontrará la segunda temporada a Kleo vendiendo trozos del Muro de Berlín a los turistas en Potsdamer Platz? ¿Trabajando en el Treuhand? Tendremos que esperar hasta el 25 de julio de 2024, fecha prevista para el inicio de la segunda temporada en Netflix, para averiguarlo.


Kleo
Dirección, guion y concepto: HaRiBo (Hanno Hackfort, Richard Kropf, Bob Konrad) 
Guionista adicional: Elena Senft (episodios 4 y 5)
Productores ejecutivos: Michael Souvignier y Till Derenbach
Directores: Viviane Andereggen (episodios 1-3 y 8) y Jano Ben Chaabane (4-7)
Cámara: Martin Langer y Tobias Koppe
Reparto: Jella Haase, Dimitrij Schaad, Vladimir Burlakov, Thandi Sebe, Marta Sroka, Julius Feldmeier y Jürgen Heinrich
Producción: Zeitsprung Pictures para Netflix

 

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