Solidarność   Con la bendición de Dios

Solidarność © Ricardo Roa

Solidarność, uno de los más grandes movimientos sociales del siglo XX: con protestas pacíficas ganó las primeras elecciones en un país del Bloque Oriental.

Polonia en el año 1980: la economía está por los suelos. Los estantes de las tiendas están vacíos y, cuando hay pan o azúcar, la gente hace cola durante horas para conseguir lo que necesita. Mientras los precios de los alimentos básicos suben rápidamente, los salarios se estancan. Pero no son sólo las dificultades económicas las que mueven a la gente. Es la rabia por la sensación de impotencia, la decepción ante un régimen que ha reprimido rigurosamente cualquier intento de alzar la voz o protestar durante décadas. El gobierno comunista, firmemente en manos del Partido Laborista Unificado Polaco —que a su vez estaba controlado por los mandatarios soviéticos— se enfrentó a una crisis existencial en 1980.

El control represivo que el aparato estatal ejercía empezó a resquebrajarse cuando el recién elegido jefe de la Iglesia Católica, el Papa Juan Pablo II, se autoinvitó a visitar su país natal en 1979. Los polacos, profundamente devotos y caracterizados por el catolicismo, veneraban al pontífice como a un ídolo. Su sermón terminó con un llamamiento al Espíritu Santo para que “renovara el rostro de este país”. Esto dio nuevas esperanzas a muchos de sus compatriotas, un espíritu de optimismo se respiraba en el aire.

¡Ya basta!

Había un gran descontento, en particular, en las fábricas de la región costera alrededor de Gdansk, donde los grandes astilleros formaban la columna vertebral de la industria. Los trabajadores se afanaban bajo condiciones peligrosas, estaban mal pagados y apenas tenían derecho de réplica. Ya en 1970, cuando los precios se elevaron de manera repentina, estalló una sangrienta rebelión. En ese momento, el gobierno respondió con violencia: tanques rodaron por las calles, hubo disparos y murieron más de ochenta personas.

El despido de un trabajador de los astilleros que estaba a punto de jubilarse en agosto de 1980 fue la gota que colmó el vaso: Los trabajadores se declararon en huelga y fundaron un sindicato, Solidarność (Solidaridad), bajo la dirección del electricista Lech Wałęsa, quien ya había participado en las revueltas de 1970.
  Los trabajadores no solo exigían mejoras económicas, sino también reformas políticas como el reconocimiento de sindicatos libres, la libertad de expresión y la liberación de los presos políticos. Estas reivindicaciones iban directamente dirigidas contra el sistema totalitario de la República Popular de Polonia.

Luego de dieciocho días, los huelguistas llegaron a un acuerdo con el gobierno: se aprobó el primer sindicato independiente en un país comunista. Fue un momento histórico, pues Solidarność se convirtió en un movimiento de masas. Para finales de 1981 tenía casi diez millones de miembros (equivalente a un tercio de la población polaca).

La amenaza del régimen comunista

No sólo la clase trabajadora sino también los intelectuales y la Iglesia apoyaron al movimiento de Solidarność. Éste encarnaba la esperanza de un futuro democrático en un país que habías sido oprimido durante décadas. La organización demandaba reformas fundamentales y poco a poco se convirtió en una amenaza para el gobierno polaco y todo el sistema comunista en Europa Oriental.

En vista de esto, el régimen reaccionó con severidad. El 13 de diciembre de 1981 el general Wojciech Jaruzelski impuso la ley marcial en Polonia, lo que condujo a una represión masiva de la oposición. Solidarność se proscribió, arrestaron a sus líderes, entre ellos a Wałęsa, y el movimiento tuvo que pasar a la clandestinidad. Pero la resistencia se mantuvo intacta. Solidarność sobrevivió en el exilio con el apoyo de los movimientos de solidaridad internacional, en especial en Europa Occidental y en EE. UU. Pero, sobre todo, con el apoyo de la Iglesia Católica y de su líder polaco. El Papa Juan Pablo II no solo viajó a su país natal varias veces durante la fase de transición, sino que también realizó una visita de alto nivel a Wałęsa, quien se encontraba bajo arresto domiciliario, en 1983. Además del apoyo financiero a Solidarność por parte del Banco Vaticano, el papa también buscó el diálogo con los militares polacos, lo que condujo al levantamiento de la ley marcial.

Deshielo y elecciones libres

La confianza en el gobierno polaco siguió erosionándose. Solidarność se convirtió en un símbolo de resistencia al sistema e inspiró movimientos de oposición en otros países del Bloque Oriental.

En Moscú también se reconoció que la represión “de siempre” ya no era viable: en la Unión Soviética, el Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, había iniciado sus reformas de glasnost (apertura) y perestroika (reestructuración), que ampliaron las posibilidades de cambio político en Europa del Este. En Polonia, la presión económica y social condujo finalmente a negociaciones entre el gobierno y la oposición, las cuales desembocaron en las famosas conversaciones de la “Mesa Redonda” de 1989.

Estas negociaciones allanaron el camino para unas elecciones —parcialmente— libres en junio de 1989. Solidarność obtuvo todos los escaños a los que podía presentarse y el régimen comunista se vio obligado a formar un gobierno de coalición con la oposición. En agosto de 1989, Tadeusz Mazowiecki, íntimo confidente de Wałęsa, se convirtió en el primer primer ministro no comunista de un país del Bloque Oriental desde la Segunda Guerra Mundial.

La caída de la Cortina de Hierro

El éxito de Solidarność tuvo consecuencias de gran alcance para toda Europa Oriental. La transición, en gran medida pacífica, del régimen comunista a la democracia en Polonia animó a los movimientos de oposición en otros países. A lo largo de 1989 estallaron protestas masivas en varios países del bloque oriental, como Hungría, la República Democrática Alemana y Checoslovaquia, estallaron protestas masivas. En la RDA, éstas desembocaron en la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989, un momento simbólico que marcó el fin de la Cortina de Hierro.
 

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