¿Qué pasaría si cada ciudadano recibiera mil euros al mes en su cuenta, sin trabajar para ganárselos? En entrevista, el sociólogo Malte Neuwinger nos habla de los sorprendentes resultados de los experimentos actuales, desmiente mitos y explica por qué solo conoceremos las verdaderas consecuencias de una renta básica cuando esta se vuelva realidad.
Sr. Neuwinger, la palabra "incondicional" la encontramos sobre todo en dos contextos muy emocionales: el amor y la renta básica. ¿Quizá por eso polarice tanto la idea de una "renta básica incondicional"?Definitivamente hay algo de eso. Para muchas personas, el concepto suena tan atractivo como la idea de un amor incondicional. Y, al igual que anhelamos esa clase de amor, la renta básica nos resulta tentadora. Sin embargo, no importa qué resultados den los estudios científicos, muchos de sus defensores se aferran a ella por cuestión de principios, mientras que sus opositores se mantienen escépticos.
Para empezar desde el inicio: ¿Qué es exactamente la renta básica incondicional (rbi)?
La idea de una renta básica incondicional indica que cada quien recibe dinero incondicionalmente de parte del Estado, sin tener que hacer nada para obtenerlo.
La idea no suena nada mal... ¿Cuál es la gran esperanza de sus proponentes?
La mayor esperanza es lograr separar los ingresos del trabajo. No importaría que alguien trabajara o no. Así se pondría en duda el principio de la contribución: la convicción ampliamente difundida en nuestra sociedad de que los recursos se deben repartir según la contribución de cada cual, y que esa contribución se ve reflejada sobre todo en el trabajo asalariado.
Un argumento común entre los críticos de la rbi es que las personas simplemente se rascarían el ombligo y dejarían de trabajar en cuanto recibieran la renta básica.
Ese "rascarse el ombligo" sin duda es el argumento moral más difícil para muchos. Se entiende por qué molesta tanto: volvemos al principio de la contribución. Sin embargo, empíricamente se trata de un mito que la gente simplemente se aprende de memoria. Muchos estudios, que se remontan hasta cincuenta años atrás, demuestran siempre resultados similares: la gente no deja de trabajar.
¿Hay algún malentendido sobre la renta básica incondicional que le moleste en particular?
Me molesta que se hable a menudo de innumerables modelos: a veces de dos mil euros al mes, a veces de mil quinientos. Esa variedad diluye el debate, pues nunca nos concentramos en un modelo concreto y siempre nos remitimos a alternativas. Todo el tiempo oímos: "Dependiendo de los ingresos, la renta básica podría ser genial o catastrófica". Esa incertidumbre dificulta enormemente tener un debate bien fundamentado.
¿Influye esa incertidumbre en que la renta básica sea presentada de forma tan desigual por distintos medios?
Totalmente. Es común que funcione como prueba de Rohrschach política: el tipo de cobertura que se le dé suele decirnos más sobre la postura del periodista que sobre la propia renta básica. Ya hay algunos estudios sobre la renta básica incondicional. Uno de ellos se hizo en el marco del proyecto de investigación OpenResearch, financiado por el ceo de OpenAi, Sam Altman.
¿Qué descubrieron?
Se trata de un estudio aleatorizado y controlado, como las pruebas de medicamentos. Mil personas de entre 21 y 40 años reciben mil euros al mes. Otro grupo, más grande, solo recibe cincuenta euros al mes. El experimento ha corrido durante varios años y los investigadores intentan averiguar qué pasa con los participantes: ¿cómo se modifican su salud y su conducta en el trabajo, y para qué usan el dinero?
¿Qué resultado de ese estudio lo impresionó?
Lo más notable es lo sorprendentemente pequeños que han sido los efectos medidos. Las personas que reciben una renta básica solo trabajan 1.4 horas menos a la semana que las que no tienen ese apoyo. ¡Eso prácticamente es solo una pausa ligeramente más larga para tomar café al día! Aún más fascinante es el hallazgo de que esos efectos desaparecen con el tiempo. Después de tres años, las personas parecen casi haber olvidado que reciben una renta básica: se convirtió en su nueva normalidad.
En su investigación, usted pone en tela de juicio los estudios sobre la renta básica incondicional. ¿Cuáles son los puntos más importantes para usted?
Por razones pragmáticas, la mayoría de los estudios se concentran en grupos poblacionales determinados, casi siempre en personas pobres, pues es ahí donde son más visibles los efectos de una renta básica. Eso es comprensible, pero contradice la idea real de la renta básica incondicional: que está pensada para todos. Además, las restricciones financieras determinan cuántas personas pueden participar siquiera en esos experimentos. A lo largo de varios años, mil euros al mes por participante alcanzan rápidamente sumas millonarias. Otro punto crítico: si solo yo recibo una renta básica, pero nadie más a mi alrededor se beneficia de una, surge una dinámica muy diferente que si todo el entorno disfrutara del mismo beneficio.
¿Hasta qué punto importa si solo yo recibo una renta básica o también las personas a mi alrededor?
Podrían surgir envidias, y el entorno también influye en la economía. Si todos tuvieran más dinero, eso afectaría más la economía. Ahí hay efectos macroeconómicos que difícilmente pueden ponerse a prueba en semejantes estudios. En resumen, podríamos aprender mucho más si hiciéramos esos programas pilotos en la mayor cantidad posible de entornos y países diferentes.
Ahora, la pregunta del millón: ¿Se volverá pronto realidad la renta básica incondicional? ¿Pueden estos resultados científicos cambiar la opinión general en las esferas políticas?
A mí me parece ingenuo, aunque naturalmente se trate de una idea linda. Solo comprenderemos de verdad los efectos de la renta básica incondicional cuando esta se aplique de forma definitiva. En última instancia, todo lo demás, por muy valiosos que sean los experimentos, más bien nos enseña cosas sobre la conducta humana. Por ejemplo, que rápidamente nos acostumbraríamos a recibir mil euros incondicionales al mes en nuestra cuenta.