Sobre la vida y obra de Abraham Joshua Heschel  Algunos son culpables, todos somos responsables

On the life and work of Abraham Joshua Heschel "Some are guilty - all are responsible" © Ricardo Roa, Heschel & MLK: Official U.S. photograph, Public domain, via Wikimedia Commons

Abraham Joshua Heschel, prácticamente desconocido en Alemania, fue uno de los pensadores judíos más influyentes del siglo xx.

Uno de los pensadores judíos más influyentes del siglo xx fue teólogo, filósofo y activista. Junto con Martin Luther King Jr., el luchador por los derechos de los afroamericanos, se involucró en el movimiento estadounidense por los derechos civiles y hoy es considerado un pionero en la justicia social en su país.

Su historia extraordinaria está marcada por los terrores del siglo XX. Nació en una familia jasídica en 1907 —su padre era rabino— y creció en Varsovia y Vilnius como el benjamín de seis hermanos. Muy pronto obtuvo una formación integral en idiomas y en teología judaica y decidió estudiar en la Escuela Superior de Estudios Judaicos de Berlín. Ahí se tituló en 1932, un año antes de que los nazis tomaran el poder.

En 1938, fue arrestado por la Gestapo (la policía secreta nazi) y deportado a Polonia, desde donde huyó diez meses después a Inglaterra y luego a E.U.A., poco antes de la invasión alemana a Polonia. La mayor parte de su familia, incluyendo a su madre y a sus hermanas, fue asesinada durante el Holocausto.

En Estados Unidos trabajó cinco años dando clase en el Colegio Hebreo de Cincinnati y, a partir de 1945, como profesor de ética y mística judaicas en el Seminario Teológico Judaico de los Estados Unidos, en Nueva York.

El papel de Heschel en el movimiento estadounidense por los derechos civiles

Debido a su tren de vida, Heschel entendía el valor de la solidaridad. Él creía que, como judío creyente, debía interceder por los oprimidos, incluyendo a los negros de Estados Unidos. Formó una estrecha amistad con Martin Luther King Jr., el pastor afroamericano que sirvió de punta de lanza para el movimiento estadounidense por los derechos civiles. Se conocieron en 1963, en la Conferencia Nacional sobre la Religión y la Raza, en Chicago. Heschel inició su discurso con un llamado claro: "Los problemas de raza son problemas religiosos". Esa frase resume su concepción de la justicia social. Como judío que había escapado del Holocausto y sufrido en carne propia las consecuencias de la discriminación y la persecución durante el nacionalsocialismo, veía paralelos entre las desgracias de su pueblo y la opresión de los negros en E.U.A.

El Dr. King dijo sobre él: "El rabino Heschel es uno de los hombres que son relevantes en todo momento y que siempre actúan con una perspectiva profética". Y Heschel dijo de King: "Su presente es la esperanza de los Estados Unidos. Su misión es sagrada; su consecución, de la máxima importancia para todos nosotros".

A pesar de las diferencias en sus orígenes —uno, un cristiano negro criado en Estados Unidos; el otro, un judío blanco de Polonia—, tenían muchas cosas en común. Ambos habían crecido en sociedades marcadas por el racismo y la opresión sistémicas. Ambos eran profundamente creyentes y les interesaba la filosofía. Sin embargo, lo que más los unía era la convicción de deber intervenir en contra de las injusticias y de tener que hacer oír su voz por medio del activismo.

Por eso, Heschel aceptó unirse a la marcha de King de Selma hasta Montgomery. El 21 de marzo de 1965, King y Heschel dirigieron a miles de manifestantes pacíficos hasta el Capitolio, la sede del poder en Alabama, para protestar a favor del voto a las personas negras en E.U.A. Más tarde, Heschel diría que sintió como si sus "piernas rezaran". Ese momento fue un símbolo importante de solidaridad entre religiones y culturas.

Hoy en día, la visión de Heschel es más importante que nunca. Mostrar solidaridad por encima de las fronteras religiosas o étnicas es la piedra angular de una convivencia pacífica. Es importante mostrar empatía no solo con las personas parecidas a nosotros, sino también con las que nos resultan ajenas. Como dijo Heschel: "ninguna religión es una isla". Vale la pena ver más allá de las propias narices.

La colaboración de Heschel con King demuestra que la verdadera solidaridad no consiste en negar las diferencias, sino en tomarlas como cimientos para una unión más profunda. Es el arte de ponerse en los zapatos del otro y actuar juntos por un mundo más justo.

 

Más sobre el tema

Failed to retrieve recommended articles. Please try again.