¿No traía más antes? Mismo tamaño, mismo precio, menos contenido: el empaque engañoso resulta muy molesto. Por qué a los fabricantes les gusta recurrir a este método poco atractivo y qué se puede hacer al respecto.
¿No traía más antes? Mismo tamaño, mismo precio, menos contenido: los fabricantes de alimentos a menudo intentan engañar a los consumidores con empaques más grandes. La inflación ha acelerado este fenómeno, afirma en una entrevista Daniela Krehl, activista de defensa del consumidor.
Daniela Krehl es nutricionista en el Centro de Asesoramiento al Consumidor de Baviera.
| Foto (Detalle): © Verbraucherzentrale Bayern / Marcus Schlaf
Daniela Krehl, ¿qué es exactamente un empaque engañoso?
Empaque engañoso es un término legal: un empaque no puede sugerir legalmente al consumidor que contiene más. Por ejemplo, no está permitido que haya demasiado aire en un empaque. Pero a menudo nos encontramos con el siguiente problema: donde no hay demandante, no hay juez. En cada caso individual en Alemania, un juez tiene que decidir si el empaque en cuestión se considera o no un empaque engañoso. No hay parámetros legales que definan lo que constituye un empaque engañoso.
¿Cuál es la situación actual en materia de empaques engañosos?
Encontramos muchos de estos velados aumentos de precios en el año pasado, 2022. Existe un término para esto llamado shrinkflation (“reduflación”), que es un compuesto de shrink (encogimiento, reducción) e inflation (inflación). También es muy perjudicial para el medio ambiente. Según un estudio encargado por la Federación alemana de organizaciones de defensa del consumidor, en Alemania podrían ahorrarse 1,400 millones de toneladas de basura al año si los fabricantes suprimieran los empaques tramposos.
¿Hay cifras que demuestren que el año pasado 2022 hubo más reduflación de lo habitual?
Sí. En enero de 2023, el Centro de defensa del consumidor de Hamburgo realizó una investigación que dice claramente que en 2022, debido al aumento de los precios de los alimentos, también aumentaron estas subidas de precios ocultas.
¿Tiene algún ejemplo?
La margarina Rama fue la sensación del año en 2022. Solía haber 500 gramos en un paquete. Ahora solo hay 400 gramos, sin que el empaque haya cambiado. No me malinterpreten, un aumento de precio está más que justificado para este producto. Los ingredientes se han encarecido, especialmente el aceite. Pero nuestra crítica es que se trata de un aumento de precio encubierto: un aumento de precio del 20% que no se hace evidente por el hecho de que el empaque no ha cambiado. Es un fraude al consumidor.
Sí, los costes de producción han aumentado y habría sido apropiado un incremento del precio. Pero no directamente del 20% y con menos contenido en el mismo envase. Por eso, el Centro de Protección del Consumidor de Hamburgo bautizó a Rama como Mogelpackung 2022.
| Foto (Detalle): © Verbraucherschutzzentrale Hamburg
¿Desde cuándo existe este fenómeno de la reduflación?
No es nuevo que los fabricantes vendan el mismo empaque con menos contenido. Por ejemplo, nos ocurría a menudo con las Pringles, esas papas fritas apiladas. Los ingredientes se encarecieron y ellos siempre trabajaron con gramajes diferentes. Pero la lata nunca cambiaba. A veces eran 265 gramos de papas fritas, y luego llegaron hasta los 185 gramos. Conocemos ese tipo de situaciones. Pero hablamos de reduflación porque en 2022 estaba realmente extendida. Teníamos muchas cajas y había de todo: desde gomitas en forma de osos hasta detergente en polvo.
Usted misma dice que los ingredientes son cada vez más caros. Pero la industria alimentaria todavía debe tener ganancias. ¿Hay casos en los que las subidas de precios ocultas están justificadas?
Para nosotros, los consumidores, las subidas de precios están justificadas por muchas razones. No sólo por los ingredientes: los costes de la energía también han subido. Tenemos un salario mínimo, lo que significa que cuando los alimentos se producen en Alemania, los costes laborales son más altos. En el caso de las frutas y hortalizas, hubo malas cosechas debido a la extrema sequía. No pasa nada, se entiende. Pero lo que ocurre con la reduflación es una manipulación. Lo único con lo que puede orientarme como consumidor es el precio básico: los supermercados están legalmente obligados a escribir siempre el precio por kilo junto al precio final. Esto significa que si estoy bien informado, me daré cuenta. Pero, ¿quién tiene tiempo de prestar atención a eso? Sobre todo porque todos los días hay subidas de precios.
¿Qué medidas debería tomar el Estado para frenar la dicha reduflación?
Rara vez se puede procesar a los fabricantes por tener empaques engañosos porque el término “empaque engañoso” no está definido. Necesitamos una ley que estipule, por ejemplo, que un aumento oculto de precios superior al diez por ciento es ilegal. Entonces ya no habría que negociar cada caso individualmente. También sería importante prescribir cuánto aire se permite en un paquete. Por ejemplo, sólo debería haber un límite máximo del 30% de espacio libre en los casos que se pueda demostrar que son técnicamente necesarios. También estoy a favor de etiquetar los aumentos de precio. Probablemente sepa que en el supermercado se etiquetan los alimentos que están más baratos o en oferta... Necesitamos algo parecido también para las subidas de precios. Sería justo para los consumidores.
¿Y qué más?
A veces tiene sentido utilizar empaques más grandes. Por ejemplo, si el fabricante ofrece menos contenido debido a una subida de precios, pero aún tiene veinte mil empaques viejos en el almacén. Pero aquí también tiene que haber una obligación de etiquetado. Conocemos esas marcas que dicen: “Ahora con más contenido”. ¿Por qué no obligamos a los productores de alimentos a escribir: “Atención, debido a la subida de precios ahora con menos contenido”?
Sólo quien compara el precio por kilo en el supermercado puede descubrir los paquetes trampa. Pero, ¿quién se toma la molestia con cada producto?
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Ustedes, desde la protección de los consumidores, también defienden el etiquetado para los cambios de calidad.
Sí, tomemos como ejemplo el pesto a la genovesa. Tradicionalmente se elabora con albahaca, piñones, queso parmesano o pecorino, aceite de oliva, ajo y sal. En la actualidad, sin embargo, no existe una definición de legislación alimentaria ni requisitos de calidad establecidos para la producción de pesto. Algunos fabricantes sustituyen en sus productos los ingredientes típicos de la receta original por otros más baratos, como el aceite de oliva, a menudo más caro, por aceite de girasol y los piñones por nueces de la India. Por supuesto, no podemos esperar conseguir un pesto con ingredientes caros por 1.99 euros en el supermercado. Pero con los ingredientes sustitutivos, el producto simplemente no cumple las expectativas del consumidor general de un pesto italiano tradicional.
¿Le gusta ser defensora del consumidor?
Me gusta ser David contra Goliat. La industria alimentaria tiene un poder de mercado demencial y un enorme grupo de presión. Creo que hay que proteger a los consumidores cuando los fabricantes ocultan lo que hay dentro en el empaque. Soy nutrióloga, por lo tanto, sé lo compleja e importante que es una dieta buena y equilibrada. Toda persona debe poder permitírsela, tener acceso a ella y que la industria alimentaria no la engañe mediante la reduflación. Y como esa es mi convicción, este trabajo me viene muy bien.
mayo 2023