Autores se enfrentan a la IA en Hollywood.  Pluma contra código

Modifizierter Zuschnitt eines Fotos einer Menschenmenge mit Protestschildern auf einem Protestmarsch während des WGA Streiks 2023 in Hollywood.ted Photo Detail of a crowd holding protest and strike signs during the 2024 WGA strikes in Hollywood Zuschnitt and Bearbeitet von "WGA Strike 6.21.2023 032"Creative Commons 2.0 via flickr user "ufcw770" https://www.flickr.com/people/ufcw770/

El 2 de mayo de 2023, el Sindicato de Guionistas de Estados Unidos (WGA) se declaró en huelga después de que las negociaciones con los grandes estudios de Hollywood fracasaran. Una de las cuestiones centrales era la capacidad de los estudios de usar inteligencia artificial. Al principio, parecía un debate informe y sin precedentes claros. Incluso los protestantes dudaban que la huelga supusiera un avance significativo en el tratamiento de la IA. Pero los guionistas son expertos en crear una narrativa.

La dirección del WGA enmarcó su retórica en torno a un cuento clásico de Hollywood: El hombre contra la máquina (Matrix, Terminator). Y tras 148 días de huelga a las puertas de los estudios en Los Ángeles y Nueva York, ganó la humanidad. El contrato resultante, de tres años de duración, no sólo imponía importantes restricciones a la capacidad de los estudios para utilizar la IA, sino que también abría la puerta a que los escritores pudieran usarla como una herramienta creativa. El WGA tenía un liderazgo increíblemente competente, con mensajes centrados y disciplinados. Durante cada etapa de la huelga, Chris Keyser, copresidente del comité de negociaciones, publicó apasionados discursos en YouTube en los que recordaba a los integrantes por qué estaban luchando y por qué era importante. Por muy justa que fuera la causa de la WGA, dependía de su capacidad para pintar una narrativa.

ARREBATAR FORMA Y ESTILO A LOS AUTORES

La realidad de que, según las estimaciones, el 30% de las horas laborales en Estados Unidos serán automatizadas para 2023 plantea una pregunta: ¿Qué trabajos merecen ser defendidos? Puede ser que los artistas no se consideren los trabajadores más esenciales, pero es una profesión que ya está siendo atacada. Recientemente, un grupo de novelistas entre los que se encuentran John Grisham, George R. R. Martin y Michael Gabon presentaron una serie de demandas contra OpenAI, creador de ChatGPT, por "robo sistemático a escala masiva" por entrenar sus modelos de lenguaje con material protegido por derechos de autor. El profesor de Filosofía Darren Hudson Hick, autor de libros sobre la filosofía del copyright, describe estas demandas como "gritos agonizantes": "Los modelos de lenguaje de IA son particularmente insidiosos, no sólo porque sus métodos no se prestan fácilmente a recursos legales, sino también porque pueden usarse para replicar el estilo identificable de un autor. Esto es intuitivamente más invasivo y personal que solamente copiar su trabajo palabra por palabra." En la actualidad, hay una avalancha de supuestos "autores" oportunistas que inundan Amazon con "libros" creado con IA, arrebatando la forma y el estilo de autores que pasaron décadas perfeccionando su oficio. Algunos artistas pregonan que las obras con IA son intrínsecamente dervidas y, por tanto, inferiores. Pero cualquiera que haya escuchado un disco de Prince sabe que combinar géneros puede hacer avanzar un medio.

ENTONCES, ¿NO HAY ESPERANZA?

¿Están condenados los artistas a quedar relegados en favor de una IA que es cada día más poderosa? Por fortuna, cuando se trata de personas experimentando arte, el contexto importa. El recuento más elegante de esto es la del filósofo alemán Wilhelm Hegel. Él creía que la belleza del arte sobrepasa la de la naturaleza porque se basa en la experiencia exclusivamente humana de la autorrealización y la comprensión del propio lugar en el mundo. En otras palabras, la naturaleza se ocupa de lo material, mientras que el arte humano se ocupa de lo universal. Por suerficiales que puedan parecer los gustos del consumidor de arte promedio, los seres humanos siempre están dispuestos a conectar con la humanidad de un creador.

Imagina que estás en un museo. En la entrada de una galería, un cartel dice: "Todas las piezas fueron creadas por IA". Te maravillas ante la combinación y transformación de géneros. La complejidad es asombrosa y le comentas a tu amigo lo impresionante que es la IA. Luego vas a la siguiente galería, donde un cartel similar dice: "Todas las piezas de esta galería TAMBIÉN fueron creadas por IA". En este punto, las habilidades de la IA rápidamente se convierten en una novedad, distinta de las bellas artes hechas por humanos. En el extremo comercial del espectro artístico, una película de superhéroes de Marvel es un producto corporativo, cincelado por datos de usuarios y grupos de discusión para maximizar la experiencia de la audiencia. Pero los nombres en los créditos finales todavía importan. El hecho es que sean actores humanos reales importa. Al fin y al cabo, cuando una película apesta, es infinitamente más satisfactorio criticar a los actores humanos que a un algoritmo.

¿ESTO SIGNIFICA QUE LOS HUMANOS SIEMPRE NECESITAN TRANSPARENCIA?

No necesariamente. Cualquier estratega político experto sabe que las personas son ante todo criaturas sociales más que buscadores de la verdad. Un candidato con un historial intachable siempre perderá ante otro que sepa contar una historia. Lo mismo ocurre con el capitalismo. Visita la página de cualquier producto en Amazon y encontrarás una historia que muestra por qué necesitas ese artículo — así como la forma en que se alinea con lo que eres. Pero, ¿cómo confiar en que un grano de café es realmente orgánico y de comercio justo? Aquí es donde las corporaciones dejan atrás cualquier tipo de fuerza regulatoria, y el deseo del consumidor por contexto esencial desaparece. Cuando entras a un Taco Bell, no preguntas por el nombre del chef. Mientras tanto, TikTok, con sus algoritmos inquietantemente capaces, ofrece a sus usuarios un golpe de dopamina lo bastante potente como para olvidarse de sus problemas, pero lo bastante suave como para que no les importe de dónde viene el contenido. Entonces, ¿cómo es que los creativos que intentan ganarse la vida compiten con estas máquinas corporativas? Utilizando cualquier medio a su alcance, ya sea la legislación, la sindicalización o las campañas en redes sociales. Cualquiera cuya profesión esté en la guillotina de la IA tiene la tarea de contar una historia que demuestre que, dentro del mundo utópico que prometen los evangelistas de la IA, su profesión es claramente humana.

Se mire por donde se mire, el WGA logró armar su historia, cosechando una amplia cobertura mediática y el apoyo de sindicatos afines como Sindicato de Actores de Cine (SAG), la Alianza Internacional de Empleados del Teatro (IATSE) y Teamsters, cuya solidaridad fue esencial para las negociaciones. Pero el verdadero símbolo de la victoria llegó con un perfil de David Zaslav en el New York Times, el tacaño director general de Warner Bros. Discovery, que se convirtió en el formidable villano de la narrativa del WGA. "Tienen razón en casi todo", admitió Zaslav. "¿Y si pagamos de más? Nunca me he arrepentido de pagar de más por un gran talento o un gran activo". Algunos podrían leer esto como un golpe por la espalda de un CEO con un asombroso salario de 246 millones de dólares (en 2021). Pero la verdad más conmovedora es que Zaslav está señalando que sus clientes exigen un producto que dependa del talento humano. ¿Permanecerá esta narrativa por sí sola? Lo dudo mucho. Pero estas son las victorias que hay que buscar y por las que hay que luchar.

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