Ríos ocultos bajo metrópolis  Riqueza hídrica bajo nuestros pies

Filha Natural (Hija natural), 2019.
Filha Natural (Hija natural), 2019. © Aline Motta

Movimientos organizados por la sociedad civil rescatan la historia y el acceso a los cursos de agua que el poder público y la especulación inmobiliaria expulsaron del horizonte urbano. Sólo en la ciudad de São Paulo son trescientos los ríos escondidos.

Como tantas otras ciudades del mundo, São Paulo se fundó a la vera de cursos de agua, más precisamente, en una colina entre el río Tamanduateí y el río Anhangabaú, donde los indígenas que vivían allí compartían sus aguas para la defensa, la pesca y el ocio. En el corazón de la metrópolis, esos dos importantes cursos fluviales se alimentan de riachuelos y arroyos que hoy también están entubados y cubiertos por calles y avenidas.

“São Paulo tiene 300 ríos escondidos debajo de la ciudad. Son millares de kilómetros pero nadie hablaba de esos ríos”, dice el arquitecto y urbanista José Bueno. En 2021 oyó decir al geógrafo y educador Luiz de Campos Jr., estudioso de la hidrografía escondida de São Paulo, que no sería posible caminar cinco minutos a partir de cualquier punto de la ciudad sin atravesar un curso de agua. Bueno quiso verificar esa afirmación y, durante una caminata por su barrio, Butantã, llegó a una fuente de agua que brotaba debajo del muro de la Universidad de São Paulo (USP): la fuente del arroyo llamado Iquiririm, que en lengua tupí-guaraní significa “río silencioso”.

“Ríos y calles”

A través del Instituto Harmonia, un pequeño emprendimiento que ofrece entrenamiento en educación y sustentabilidad, el arquitecto y el geógrafo crearon juntos el proyecto “Rios e Ruas” (Ríos y calles), que está llamando la atención de la sociedad sobre la temática de los ríos ocultos que todavía están vivos bajo la metrópolis. “Fue una noticia que tuvo mucha repercusión, pues, en cierto modo, tocó el corazón de los habitantes de una ciudad que siempre abordó a sus ríos como un problema que había que eliminar”, dice Bueno. Por medio de exposiciones cartográficas, debates y caminatas de exploración, el proyecto “Rios y Ruas” busca sensibilizar a los habitantes de la ciudad en relación con la naturaleza escondida debajo: “¿De qué está hecho el paisaje urbano? ¿Sólo de cemento? Mirando el relieve y observando la vegetación encontramos cursos de agua”, dice Bueno.

Estudiosos, artistas y activistas por el derecho a la ciudad han dejado su marca en São Paulo con una serie de acciones de protección de nacientes

Si el proyecto “Rios e Ruas” fue pionero en recolectar y difundir conocimientos sobre la castigada hidrografía de la ciudad, hoy sólo es uno de los muchos movimientos que involucran a la población en el rescate de los infinitos arroyos. En la última década, estudiosos, artistas y activistas por el derecho a la ciudad han dejado su marca en São Paulo con una serie de acciones de protección de nacientes, cultivos de hortalizas en áreas públicas, grafitis en el asfalto y placas callejeras que indican la presencia de aguas subterráneas, además de intervenciones directas de excavación y embalse de pequeños lagos, y de desarrollo independiente de mapas hidrográficos para agregar los nuevos cursos que van siendo identificados.

Rescate del río Bixina

Recientemente, la compañía del Teatro Oficina, en el barrio de Bixiga, logró, después de una lucha de cuarenta años, que la prefectura de São Paulo destinara un terreno disputado con un grupo empresarial para la instalación de un parque al lado del icónico edificio del teatro proyectado por la arquitecta Lina Bo Bardi. Bajo el terreno en que hoy funciona un estacionamiento, pasa el soterrado río Bixiga, y el plan es dejarlo nuevamente expuesto a la luz del sol. El desenterramiento de ese río en la región central de la ciudad aspira a contribuir a la reducción de la temperatura del lugar, teniendo en cuenta que el barrio tienen una de las mayores islas de calor de la metrópolis y es una de las regiones de la ciudad con peor índice de área verde por habitante.
 

Es común que en los barrios pobres la falta de espacios verdes se sume a una infraestructura urbana deficiente en el marco de una concentración demográfica alta. Un ejemplo es la comunidad Vila Flavia, ubicada en el barrio de São Mateus, en la zona este de la ciudad, donde el contaminado arroyo Cangueiras comenzó a ser recuperado en 2016 por la Prefectura de São Paulo. El tratamiento aplicado siguió el concepto innovador de Jesús Campos, ex asesor de la Secretaría de Obras de Guarulhos de la Región Metropolitana de São Paulo, que preveía la separación de las aguas residuales arrojadas en el arroyo, mediante un conducto que seguiría el lecho del río evitando el taponamiento de las aguas limpias.

En 2022, un proyecto de alumnos de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de São Paulo (FAU-USP) ofreció una solución paisajística para un trecho del arroyo, elaborada en colaboración con el colectivo São Mateus em Movimento, dedicado a la educación, la cultura y al arte y que tiene allí una galería de graffiti. Hoy, una visita al arroyo Cangueiras vuelve evidente la necesidad urgente de mantenimiento: la rotura del caño de aguas contaminadas, la basura acumulada en el lecho y nuevas obras de la prefectura como la instalación de canaletas de concreto en otros trechos terminaron por desvirtuar el proyecto original, que preveía mantener el lecho natural del arroyo.

“Técnicos en saneamiento sostienen la idea de mantener abiertos los cursos de los ríos, que son posibilitadores de vida...

“El poder público continúa poniendo cemento para canalizar los cursos de agua, pero por lo menos ahora ya no están sepultando más”, dice Campos evaluando las obras. “Eso se debe a la lucha de muchas personas, muchos técnicos en saneamiento que desde los años noventa sostienen la idea de mantener abiertos los cursos de los ríos que son posibilitadores de vida”, agrega el especialista señalando pececillos que nadan en las zonas de aguas limpias.

“Entre ríos y calles”

En Belo Horizonte, el proyecto “Entre Rios e Ruas” (Entre ríos y calles, 2006), concebido por Isabela Prado, artista y profesora de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Federal de Minas Gerais, cuenta, entre diferentes iniciativas, con la intervención “Sobre o rio” (Sobre el río), que, ejecutada con recursos de la Ley Municipal de Incentivo a la Cultura de Belo Horizonte, señaliza con doscientas treinta placas la presencia de cursos de agua subterráneos en la ciudad. La indicación del arroyo Acaba-Mundo, por ejemplo, que cruza la avenida Brasil, y otras placas que asocian el espacio urbano a su antigua naturaleza hídrica, revelan a los transeúntes un poco de la geografía y de la historia de la ciudad planeada como capital de Minas Gerais.

El investigador y geógrafo Alessandro Borsagli, autor de tres libros sobre la hidrografía de Belo Horizonte, coordina también un sitio web con abundante registro fotográfico. Borsagli considera que el concepto de “violencia lenta”, desarrollado por el ambientalista y pensador sudafricano Rob Nixon como un proceso gradual y casi imperceptible de destrucción, caracteriza bien el tratamiento dado a los ríos urbanos.

Las obras de infraestructura enormes son, para ciertos sectores, mucho más lucrativas que la renovación de un curso de agua...

Al mismo tiempo que los cursos de agua se iban quitando del paisaje, se producía la “urbanización de sus llanuras aluviales con gran ganancia inmobiliaria”, describe el investigador, que, ante las inundaciones de enero de 2024, las mismas que se producen cada verano, recuerda en su página los cien años del inicio de las intervenciones en los ríos de la capital. “Y hoy continúan defendiendo la canalización, obras de infraestructura enormes que, para cierto sectores, son mucho más lucrativas que renovar un curso de agua, recuperar las cabeceras, controlar los residuos y desagües, crear nuevas áreas permeables en las ciudades”, señala.

“Este Río es mío”

La misma historia tienen muchos cursos de agua de la ciudad de Río de Janeiro, entre otros el río Papa Cove, que está bajo la avenida Marquês de Sapucaí, la gran pasarela del Carnaval; o el río Carioca, que nace en la Floresta da Tijuca y desagua en la Praia do Flamengo, en la Bahía de Guanabara. La periodista Silvana Gontijo, al ver la situación del río Carioca, sepultado bajo calles y extremadamente maltratado en los trechos abiertos, fundó en 2014, el movimiento “El río de Río” que movilizó a escuelas, sociedad civil y poder público en el rescate de sus aguas.

Las acciones de educación ambiental, las intervenciones comunitarias de limpieza y monitoreo de la cuenca del río Carioca llevaron a la canalización de los desagües que desembocaban en su lecho y a su declaración como patrimonio histórico y cultural por el Instituto Estadual de Patrimonio Cultural (INEPAC) en 2019. El proyecto se propagó y, bajo el nombre “Este Rio é Meu” (Este Río es mío), se realizó en más de mil quinientas escuelas municipales con las secretarías de medio ambiente y educación de Río. Patrocinado por el concesionario de agua y saneamiento, la empresa Águas do Rio, el proyecto alcanza hoy otros doscientos sesenta y siete ríos, arroyos y canales cariocas.

La consciencia de ese paisaje como patrimonio puede refrenar la presión inmobiliaria e industrial...

En Santa Cruz, en el extremo de la Zona Oeste de la ciudad de Río de Janeiro, el profesor e investigador José Renato Soares Pimenta debatió con sus alumnos adolescentes sobre la situación de los canales del Itá y del Vala do Sangue, que desde la era colonial son parte del histórico sistema de drenaje de la región y actualmente se hallan bajo fuerte presión del sector inmobiliario.

Pimenta, que estudia el sistema de canales del barrio y aboga por que se lo declare patrimonio, considera que el programa “Este Rio é Meu” posibilita la resignificación afectiva del espacio. “La consciencia de ese paisaje como patrimonio puede refrenar la presión inmobiliaria e industrial sobre las ciudades y sus recursos hídricos”, dice. En ese sentido, los movimientos ciudadanos para la recuperación de los ríos urbanos recogen la urgencia y el deseo de vivir en ciudades más integradas a la naturaleza.

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