Los inversores y los acuerdos comerciales desempeñan un papel importante a la hora de dictar lo que la gente produce, cultiva, extrae, fabrica y, por otro lado, lo que se protege. Cuando se toman estas decisiones sustanciales, es necesario incluir en mucha mayor medida las filosofías sociales, los conocimientos ecológicos y los valores indígenas.
Las naciones indígenas viven en todos los continentes, y en los territorios indígenas se conserva una biodiversidad excepcional. Esto se debe en gran medida a que, para los pueblos indígenas, las entidades individuales existen en términos de relaciones e interacciones, formando sistemas socioecológicos. En el pensamiento indígena, los seres humanos, las plantas, los animales y otras formas de vida son interdependientes. Por ejemplo, en la Amazonia, los Apurinã consideran que sus palmeras, a las que tratan como sus antepasados, están directamente relacionadas con las lluvias. Del mismo modo, para los sami, ciertas montañas, al igual que las personas, tienen sus propios joiks (tradición musical), lo que subraya sus similitudes con los humanos.Sin embargo, las economías insostenibles de las sociedades dominantes han intensificado el uso de la tierra y la pérdida de biodiversidad hasta un grado catastrófico. El complejo entramado de negocios, inversiones y acuerdos de libre comercio se basa en la idea del crecimiento exponencial. El Acuerdo Comercial UE-MERCOSUR, que se está negociando actualmente, podría intensificar las exportaciones a Europa de carne de vacuno, soja, azúcar, arroz, maíz y madera para pasta de papel, que ya se producen de forma insostenible. Este crecimiento está vinculado a las subvenciones a los productos agroquímicos, los fertilizantes y las industrias de infraestructuras, entre otras cosas. Los planes para el ferrocarril ártico, por poner solo un ejemplo, estaban estrechamente vinculados a los planes para la extracción de recursos en el Ártico.
El cambio medioambiental y climático ya ha alterado las relaciones en los ecosistemas, incluidos los humanos. Las inundaciones, las temperaturas extremas y los cambios de estación son evidentes desde la tundra del Ártico hasta las selvas tropicales del Amazonas. Ningún lugar existe en el vacío: el deshielo del Ártico afecta a otras partes del mundo y lo que ocurre con la humedad del Amazonas se deja sentir en Europa.
Los delitos medioambientales violan los derechos indígenas
En el mundo post-pandémico, es hora de reflexionar sobre si los responsables políticos seguirán con los viejos modelos o crearán algo nuevo. Imaginar el futuro lejano podría favorecer modelos económicos más saludables. Las soluciones y economías circulares y basadas en la naturaleza, así como el decrecimiento, que significa una reducción sistemática del consumo, ya prometen planes alternativos a largo plazo para el planeta. Sin embargo, ¿pueden ser eficaces para evitar el acaparamiento de tierras, la contaminación y diversos impactos ambientales, que muchos consideran crímenes contra la humanidad?Los delitos medioambientales violan especialmente los derechos de los indígenas. Para las sociedades indígenas, la destrucción del medio ambiente también supone un peligro cultural, lingüístico y económico. Estos aspectos también forman parte del patrimonio cultural holístico de los pueblos indígenas, tanto material como inmaterial. Por lo tanto, los cambios en la tierra, el agua y los bosques son catastróficos para las sociedades indígenas e interfieren en las relaciones entre las fuerzas productoras de la vida.
La propia defensa de sus tierras ya ha provocado un aumento de la violencia en la vida de los pueblos indígenas. En la Amazonia, debido a las invasiones y a la falta de supervisión estatal de las tierras indígenas, el número de defensores indígenas de la tierra que han perdido la vida ha aumentado en los últimos años. Siempre que es posible, las comunidades locales de la Amazonia siguen llevando a cabo su propia vigilancia y protección territorial, pero cuentan con recursos limitados.
Los pueblos indígenas deben involucrarse
Los Estados nacionales han ignorado en gran medida sus responsabilidades políticas y no han consultado a las naciones indígenas. Incluso se han hecho intentos de cambiar la legislación, y se han otorgado concesiones y permisos mineros, por ejemplo, incluso en zonas de conservación. Por ley, la consulta es obligatoria siempre que una actividad económica, una medida administrativa o legal pueda afectar a las tierras indígenas, sus recursos y sus formas de vida. Este derecho está reconocido en muchas constituciones, en el Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la Organización Internacional del Trabajo (1989), en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007) y en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (1993), que menciona una serie de principios para evaluar el impacto de nuevos proyectos en tierras indígenas, así como sus dimensiones socioculturales.La consulta libre significa no solo informar, sino también establecer un diálogo a largo plazo. No se trata solo de una audiencia pública. Debe dedicarse tiempo para considerar los impactos negativos y positivos y para hacer preguntas, por ejemplo cuando la burocracia o ciertos términos técnicos causan problemas de comprensión. En 2018, el Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas lanzó su estudio sobre el consentimiento libre, previo e informado como norma de derechos humanos. En él se hace referencia a que los Estados nación deben garantizar que los pueblos indígenas tengan los recursos y la capacidad para participar de forma efectiva en los procesos de consulta.
Un banco de trabajo con herramientas de arte indígena en Fairbanks, Alaska. | © Pirjo Kristiina Virtanen
Los pueblos indígenas son actores importantes que deben participar en las negociaciones sobre inversiones, acuerdos de libre comercio y acuerdos comerciales internacionales, nacionales y regionales. Además, los pueblos indígenas también son actores económicos y necesitan mercados. El riesgo es que las inversiones no tengan en cuenta a los pueblos indígenas y sus productos sostenibles.
Crear un conocimiento más inclusivo
Los pueblos indígenas han demostrado formas eficaces de proteger la vida en sus territorios, y merece la pena escucharlos. Sus filosofías sociales basadas en la tierra no ven la Tierra como un espacio infinito que hay que explotar para obtener beneficios a corto plazo. Estas filosofías tampoco se basan en categorías binarias como «humano» y «naturaleza», ni ocupan espacios sociales diferentes: tanto los humanos como la naturaleza forman parte de la «cultura» y existen en relación unos con otros. Esta forma de pensar puede crear nuevas prácticas, nuevos modelos y nuevas legislaciones más allá de los contextos indígenas.Ya se dispone de mucha información científica elaborada con sociedades indígenas, información que podría beneficiarse mucho más de un enfoque éticamente sostenible. En particular, en los últimos años ha habido varios programas de estudios indígenas e investigadores académicos indígenas que han aportado nuevos conocimientos al mundo académico. Esta información tiene un gran potencial para contribuir a la creación de un conocimiento más inclusivo y a la comprensión de realidades y valores sociales diferentes. Para la sociedad en general, las voces indígenas pueden ofrecer nuevas perspectivas sobre el presente y el futuro sostenibles.
Teniendo en cuenta el futuro post-pandémico, no basta con reconocer las leyes medioambientales e indígenas; también hay que aplicarlas y desarrollarlas. Esto requiere una planificación cuidadosa para garantizar la participación de la población local en los procesos de toma de decisiones y sus mecanismos de seguimiento. Incluso cuando se entablan diálogos, la decisión política final suele ser otra y, de hecho, puede contrastar con las voces indígenas. Para la supervivencia del planeta, los conocimientos y valores de los pueblos indígenas contribuirán a construir un futuro más integrado en nuestro mundo post-pandémico.
Sobre el proyecto
El título del proyecto procede de la larga batalla de los inuit por vincular sus derechos al cambio climático. El libro homónimo de Sheila Watt-Cloutier (2015, Allen Lane Publication) es testimonio de su labor pionera en la vinculación del cambio climático con los derechos humanos. Okalik Eegeesiak, expresidente del Consejo Circumpolar Inuit (ICC), utilizó esta expresión en su discurso en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP 21 el 3 de diciembre de 2015 en París, Francia. Martina Vetter es editora independiente y autora especializada en arquitectura y urbanismo, así como en cine, teatro y cultura. Recientemente ha publicado su libro «Kraftwerk Sendling - Eine Verwandlung» (La central eléctrica de Sendling - Una transformación).septiembre 2021