Alemania tiene el mayor número de teatros, museos y salas de concierto por habitante en todo el mundo. Esto se debe, entre otras cosas, a un particular sistema de subvenciones, cuyas cifras muestran la importancia que el fomento a la cultura tiene en el país. La profesora de Difusión y Gestión Cultural de la universidad de Hildesheim, Birgit Mandel, explica en la siguiente entrevista, por qué, a pesar de todo, el mecanismo de fomento debería modificarse.
En enero de 2017 se inauguró la Elbphilharmonie (Filarmónica del Elba) en Hamburgo. Solo su construcción costó alrededor de 800 millones de euros y su operación implicará también gastos muy elevados. En Alemania, este tipo de grandes instituciones culturales son subvencionadas de manera importante por el estado. ¿Le parece bien eso?
Me parece que es expresión de la manera en que fomentamos la cultura en Alemania, con grandes aportes de capital y una preferencia por las instituciones clásicas y burguesas de la así llamada alta cultura.
Las cifras de fomento de las distintas áreas no están desagregadas por nivel administrativo (central, regional, comunal). El área de “teatro y música” concentró un porcentaje notoriamente mayor de aportes públicos en relación a las restantes categorías, elevándose a un 35 %, que a su vez equivale a la suma de las dos categorías siguientes: “bibliotecas” y “museos y exposiciones. En conjunto, esas tres áreas recibieron más de dos tercios del total de subvenciones públicas a la cultura.
Eso también se ve en la distribución de la subvenciones. El teatro, la música y los museos reciben más de la mitad del financiamiento.
Sí, eso es correcto. Y también en términos absolutos las sumas son impresionantes. Con un total de alrededor de 9,9 mil millones de euros destinados a prestaciones públicas de fomento cultural, somos líderes mundiales absolutos en la materia, aun cuando esa cifra corresponda solo al 1,7% del total del presupuesto público. A parte de eso, hay otra particularidad del sistema de subvenciones alemán que explica el alto valor que se da a la alta cultura a la hora de entregar las subvenciones.
¿Cuál es esa particularidad?
La organización descentralizada. La responsabilidad principal del fomento a la cultura radica en nivel regional, es decir, en cada uno de los 16 estados. A esto se agrega el principio de la subsidiaridad, según el cual las tareas deben ser siempre asumidas por la correspondiente unidad administrativa menor, y solo entonces puede involucrarse la institución de nivel superior que corresponda. En el caso del fomento a la cultura, el primer nivel administrativo son las ciudades y comunas, que asumen el 45 por ciento del fomento. Los estados federados se hacen cargo de un 40 por ciento aproximadamente y el estado central de un 15 por ciento. Esta constelación permite la existencia de una gran densidad de instancias e instituciones en el área cultural, que probablemente sea única a nivel mundial.
¿Podría explicarnos cómo funciona el sistema?
Como cada estado es responsable en forma autónoma de su oferta cultural, se genera la necesidad de crear instituciones culturales correspondientemente representativas, lo que a su vez da paso a una competencia entre las regiones, En Alemania, existen en total más de 150 teatros públicos, muchos de ellos con una programación regular que combina música, teatro y danza, 130 orquestas sinfónicas y de cámara públicas, alrededor de 6 mil museos, la mitad de los cuales aproximadamente tiene subvención estatal, 40 salas de festivales y alrededor de 7 mil festivales. Un cuarto de todas las orquestas profesionales y un 14% de todas las óperas del mundo están en Alemania. A esto hay que agregar alrededor de 8.000 bibliotecas.
Los estados y las comunas financiaron en 2013 la mayor parte del fomento a la cultura. En las áreas de “teatro y música”, “museos y exposiciones” y “bibliotecas”, al menos la mitad del financiamiento proviene de las comunas. El estado central, por su parte, se concentra especialmente en la subvención de instituciones culturales en la capital, Berlín, así como de actividades culturales en el extranjero.
Analicemos más de cerca el rol del estado central. Llama la atención, que su aporte al fomento, por ejemplo del teatro y la música, sea más bien bajo, a diferencia del área del fomento cultural en el extranjero, que asume casi en su totalidad. ¿Cómo se explica eso?
En un sistema de fomento federalista como el Alemán, las competencias del estado central son por principio muy limitadas. Su única responsabilidad en términos estrictos es el fomento de asuntos de competencia nacional, como la protección de bienes culturales especiales; el patrimonio cultural prusiano, con sus museos y castillos; el fomento al cine suprarregional; las bibliotecas especiales y, precisamente, las relaciones culturales internacionales. En los últimos años, sin embargo, hemos observado un crecimiento permanente de subvenciones del gobierno central, especialmente para programas modelo nacionales de fomento, entre otros en el área de la formación cultural.
Volvamos a la Elbphilharmonie. ¿Diría usted que su construcción fue una buena inversión en términos de fomento a la cultura?
Eso depende de cómo uno entienda la tarea del fomento a la cultura. Por una parte, sabemos que objetos de prestigio como la Elbphilharmonie juegan un rol importante en la identidad cultural de una ciudad o región. Incluso, aunque las personas no los frecuenten, tienden a identificarse positivamente con ellos. Por otra parte, en los años 70, o antes incluso, el fomento a la cultura en Alemania incluyó como uno de sus objetivos, contribuir a la formación cultural de todos los grupos sociales de nuestra sociedad. La gran pregunta es si la nueva filarmónica a orillas del Elba podrá estar a la altura de ese objetivo. Hoy sabemos que solo alrededor de un 10 por ciento de la población, en su mayor parte profesionales universitarios de clase media alta, utilizan instituciones culturales como salas de concierto, teatros o museos.
“la alta cultura es considerada una parte fundamental de la identidad alemana”
Pero ese tipo de cultura siempre ha estado dirigida solo a un público específico.
En principio, sí. Aunque lo interesante en el sistema de fomento a la cultura en Alemania es que eso no juega ningún rol. En Alemania, está muy arraigada en la opinión pública la idea de que el arte y la cultura son un bien social importante. Esto se ve apoyado también por la Constitución, ya que nuestra política cultural se basa en la garantía de libertad artística [Nota de la red.; Art.5, parágrafo 3, párrafo 1 de la Constitución alemana]. A partir de aquí, y por medio de leyes complementarias, se deriva que el estado debe garantizar esa autonomía, a través del fomento al arte y la cultura, a la vez que protegerla de las presiones del libre mercado y de la expectativa de obtener beneficios concretos.
En principio es una buena idea.
En principio sí. El problema es que también ha conducido a una falta de reflexión en Alemania, durante mucho tiempo, sobre el uso efectivo de la oferta fomentada con fondos públicos. La clásica alta cultura burguesa sigue siendo considerada un componente básico de la identidad alemana, sin que ello sea cuestionado, ni siquiera por quienes que se ven afectados por la desigual distribución de las subvenciones que benefician de manera tan desiguala los grandes teatros; me refiero a la escena cultural independiente o al mundo de la cultura de base. Sin embargo, esa así llamada identidad está viviendo importantes cambios.
¿Cuáles son esas transformaciones?
Para un porcentaje cada vez mayor de la población alemana, la clásica alta cultura está perdiendo relevancia. Eso es resultado de una modificación general en las modalidades de recepción, provocada en parte por la digitalización. Otro aspecto son los nuevos impulsos que generan los movimientos migratorios. Las personas que llegan a nuestro país proveniente de diferentes orígenes étnicos introducen en nuestra sociedad nuevas modalidades de recepción y preferencias culturales. El gran desafío para el mundo del arte y las políticas culturales en Alemania radica en modificar las instituciones existentes en conjunto con un nuevo público, nuevos usuarios y nuevos actores. Además, a los espacios culturales institucionalizados se les deben contraponer formas de organización nuevas y más flexibles, que consideren también los intereses culturales de las generaciones y los artistas del futuro.
La profesora y doctora Birgit Mandel dirige el área de Difusión y Gestión Cultural del Instituto de Política Cultural de la Universidad de Hildesheim. Birgit Mandel es, ente otras cosas, vicepresidenta de la Sociedad para la Política Cultural y miembro del consejo supervisor de la Berlin Kulturprojekte GmbH.
Infografías
Los datos fueron extraídos del Informe financiero de cultura 2016, Estos informes son emitidos bianualmente por los institutos nacionales y regionales de estadística y reúnen y evalúan todos los gastos públicos en cultura. Debido al gran trabajo que supone la elaboración de estos informes (debe disponerse de todos los datos, incluyendo los del nivel comunal), los informes contienen cifras correspondientes a periodos anteriores a los de su publicación. En el caso del informe de 2016, las cifras corresponden al año 2013.
En el Informe financiero de cultura se consignan fundamentalmente los gastos públicos en cultura. Los gastos de instituciones privadas, por ejemplo fundaciones, se incluyen solo como estimaciones. Según estas, en el año 2013, el mundo privado aportó 1,17 mil millones de euros a instituciones que cuentan con financiamiento público. Las instituciones culturales que trabajan sin subvenciones estatales, como los teatros de musicales, no son incluidas en el Informe.
Los gastos públicos en cultura en 2013 se elevaron a 9,892 mil millones de euros, correspondientes a un 0,35% del producto interno bruto y a un 1,68% del total de los presupuestos públicos. Esto implica que el estado central, los estados federados y las municipalidades destinaron en total 122 euros por habitante para cultura. En el caso del estado central, el presupuesto de cultura corresponde a un 0,8% de sus gastos totales; en el caso de los estados federales, a un 1,8% y en el caso de las municipalidades, a un 2,4%. En ninguna de la dos infografías están consideradas las así llamadas áreas asociadas a la cultura: En el año 2013, el estado central, los estados federados y las municipalidades gastaron 1,9 mil millones de euros en radiofonía, televisión, actividades eclesiásticas, universidades populares y otras actividades de capacitación. Sumados a los 9,892 mil millones de euros, se obtiene un gasto público total en cultura de aproximadamente 11,8 mil millones de euros.
La mayoría de las categorías incluidas no requieren mayores explicaciones. En algunos casos, sin embargo, una breve aclaración ayuda a entender el alcance total de la categoría: El área “bibliotecas” del Informe “incluye bibliotecas públicas, universitarias y especiales”. La protección al patrimonio abarca, no solo monumentos individuales artísticamente destacados sino también centros de ciudades y pueblos, parques y edificios industriales. La categoría “otros aportes en cultura” corresponde a “subvenciones para el fomento del cine, el fomento a la cultura de los desplazados, el fomento del folclore y la cultura regional, así como los gastos comunales en actividades de conservación de la cultura local“.