Masculinidad
¿Cuándo un varón es un varón?
¿Qué significa hoy ser varón? Le preguntamos a algunas personas de Alemania qué caracteriza, según su opinión, a la masculinidad.
De Sonja Eismann
La masculinidad está en crisis. Así parece al menos, si uno observa cómo se ha informado y debatido en los últimos años sobre los diferentes conceptos de masculinidad: se ha hablado mucho de roles de genero anacrónicos, del hombre como perdedor de la modernización, de masculinidad tóxica –es decir violenta, dañina–, incluso del final de los varones y de un surgimiento de un “Matriarcado de Oro”. Nos propusimos preguntarles a personas muy diferentes entre sí de Alemania qué significa la masculinidad para ellos y qué ideales desean ver cumplidos en el futuro.
Para mí las diferencias entre masculino y femenino no juegan un papel importante. Me parece errado relacionar el género con características corporales como la vagina o el pene, ya que, en mi opinión, hay más de dos géneros. En mi representación de los roles de género seguramente recibí la influencia de mis padres, que intentaron educarme a mí y a mi hermana menor más allá de esas normas de género, aunque, por supuesto, ellos mismos no estaban totalmente libres de aquellas. Si pienso en ideales masculinos, se me ocurren conceptos más bien negativos, como la masculinidad tóxica. Me parece positivo cuando alguien responde a la imagen de fortaleza masculina pero a la vez puede ser abierto en el plano emocional. En el futuro, supongo, los roles de género binarios desaparecerán, y eso me alegra. Pero, aunque lo desearía, es imposible que se llegue a la abolición del patriarcado dentro del capitalismo.
Anas Mardikhi llegó hace pocos años de Siria a Alemania y ahora está tramitando su licencia de farmacéutico.La masculinidad no fue en mi matrimonio un factor importante. En la educación de mis tres hijos, sin embargo, hubo situaciones en las que sólo una palabra definitiva del padre pudo restaurar el orden necesario. En mi opinión, un padre amoroso, que acaricia a sus hijos, se divierte y juega con ellos es más masculino que un padre que castiga y grita. La masculinidad, para mí, por supuesto, está vinculada también con aspectos exteriores; si un varón tiene panza, lleva la camiseta fuera de los pantalones, no ayuda a la familia, y después del trabajo se queda delante del televisor y el computador y deja que lo sirvan, para mí no es masculino. Un hombre de aspecto atlético, en buena forma, que también le da valor a vestirse de modo moderno es, a mis ojos, alguien masculino. También me parece importante como mujer tener, aunque la relación sea entre iguales, un hombro masculino en el que apoyarme en las situaciones de estrés.
En realidad, alguien como yo debería saber muy bien qué es la masculinidad. Pues a diferencia de alguien que nació varón, yo debí convencer a muchas personas de que en verdad soy un varón. Pero, de hecho, no puedo decir concretamente en qué consiste mi masculinidad, salvo justamente la certeza de que soy un varón. Mis amigxs dicen que a través de la operación de sexo sólo cambió mi exterior. Antes era percibido sin dudas como mujer, ahora sin dudas como varón. Pero qué es lo que expresa la masculinidad, lamentablemente eso no lo sé.
Tengo relativamente poco en común con el cliché masculino o la imagen ideal de varón. No sólo porque soy discapacitado sino también porque soy bajo. Y porque desde mi silla de ruedas no puedo corresponder a la imagen del protector sino más bien a la de quien debe ser protegido. En mi juventud no me sentía masculino. Y tenía claro que en las fiestas no era la primera acción al elegir la presa para las caricias. Así que pude ver todo este asunto de modo distinto: cuestioné quién vale realmente como fuerte, y comprobé que también puede ser importante la fortaleza emocional. Ahí los varones son los más débiles porque reprimen. Me alejé del modelo clásico de masculinidad e intento admitir que la parte femenina que hay en mí llore de vez en cuando. Lo que más me gustaría que hicieran los varones es reconocer sus privilegios y usarlos para dar más lugar a los no privilegiados.
Siempre tuve miedo a los varones. A su carácter dominante, a su violencia. Pasó mucho tiempo hasta que me metiera en una relación. Pues yo pongo en duda todo lo que aún hoy la sociedad sigue esperando de una mujer: vivir con un hombre, casarse, educar juntos a los niños. Pero yo vivo para mí, no para la sociedad. También en el caso los varones supuestamente progresistas veo que a menudo su feminismo sólo existe en la teoría. Quiero que el género no juegue ningún papel, pero todavía estamos muy lejos de eso. Y por esa razón creo que en realidad son los hombres y no las mujeres los que necesitan empoderarse para que de una vez por todas dejen de tenernos miedo y desaparezca para siempre la mentalidad de caza de brujas.