Transición energética
Desobediencia civil a favor del clima
![End Coal Now: Acción de Ende Gelände en la mina a cielo abierto de Hambach, en otoño de 2018 End Coal Now: Acción de Ende Gelände en la mina a cielo abierto de Hambach, en otoño de 2018.](/resources/files/jpg1098/aktion-von-ende-gelaende-am-tagebau-hambach-formatkey-jpg-w320m.jpg)
Alemania ha decidido eliminar gradualmente el carbón pero, en las áreas mineras de lignito de Renania, la compañía de energía RWE continúa talando los bosques y evacuando a los pueblos cercanos. La resistencia es múltiple: desde “Ende Gelände” (Punto final) hasta “Triole gegen Kohle” (Tresillos contra el carbón).
De Bernd Müllender
Ese día el viento sopla con fuerza sobre la zona minera de lignito Garzweiler, cerca de Mönchengladbach. Abajo, en la mina a cielo abierto, las excavadoras están constantemente sacando el oro marrón de la tierra. Pero no sólo se extrae carbón aquí, también se pueden contar cien aerogeneradores alrededor de la pequeña ciudad de Lützerath, que se encuentra directamente en las miles de hectáreas de mina de carbón. Pero, ¿por qué la mitad está inmóvil?
Las turbinas no están descompuestas: se apagan porque la red está saturada. Si hay suficiente energía disponible, la producción de electricidad se cierra. Y como las viejas centrales eléctricas de lignito de al lado no pueden interrumpir su trabajo así nada más, las turbinas eólicas descansan mientras que las excavadoras continúan paleando. Así, la inercia de la industria del carbón aquí, día tras día, hora tras hora, impide directamente la extracción y el uso de energías renovables.
Las excavadoras junto a los aerogeneradores: en Lützerath, el conflicto entre el carbón y las energías renovables es palpable. Aquí la compañía de carbón y la resistencia civil se enfrentan, la naturaleza intacta trata de sobrevivir junto a la mina a cielo abierto. En Lützerath apenas quedan diez casas, oficialmente sólo viven aquí tres personas. Sin embargo, o precisamente por esto, este diminuto caserío directamente junto al agujero de carbón más grande de Europa se ha convertido en el nuevo símbolo de la lucha contra la tecnología de lignito que daña el clima. La razón: el pueblo ya ha sido evacuado en gran parte para dar paso a la minería del carbón.
De gente que vive en árboles y ocupantes ilegales de excavadoras
Una amplia alianza ha luchado durante mucho tiempo contra el lignito. Los más llamativos son los activistas de “Ende Gelände”, con los overoles blancos de pintor que usan durante sus visitas y ocupaciones en la mina a cielo abierto. Se llaman a sí mismos “asociación de grupos de justicia climática desobedientes”, están oficialmente en la mira de la Oficina Estatal para la Protección de la Constitución y, por lo tanto, son clasificados por muchos medios como “extremistas de izquierda”.
Hoy, su portavoz Emilia Lange está en este lugar. Dice que el trabajo descentralizado en muchas ciudades, asociaciones locales y pequeños grupos de ejercicio conformó el éxito del grupo, que hace campaña con acciones de desobediencia civil, especialmente contra la minería de combustibles fósiles.
La solidaridad de los residentes con los activistas contra el carbón es grande. Suministran regularmente alimentos y equipos a los ocupantes ilegales del bosque, tanto en la mina a cielo abierto de Hambach como en los pueblos de Garzweiler. Ya sea la anciana que después de una visita guiada quedó tan entusiasmada con el compromiso de los jóvenes que regresó por la noche con unas bandejas de pastel, o la viuda de un alpinista que llevó al bosque montones de equipos de escalada. Muchos okupas también tienen “padrinos cotidianos” en los pueblos de los alrededores: personas en cuyas casas pueden lavar la ropa o ducharse.
Durante las protestas, a menudo están hombro con hombro: los residentes, organizados en la iniciativa ciudadana “¡Todos los pueblos permanecen!”, y los activistas, como en Lützerath. Los miembros de la iniciativa ciudadana son agricultores, empleados, alumnos o artesanos de los pueblos circundantes, que se niegan a renunciar a su tierra: “Si aquí se gana la batalla, también nosotros estaremos a salvo”, dice una mujer del pueblo vecino de Keyenberg.
El agricultor que no renuncia a su tierra
¿Podrán salvar el lugar? Probablemente no sólo con ocupaciones de excavadoras, ni con conciertos y plantones. También aquí en Lützerath podría ser posible un giro como el de 2018 en el bosque de Hambach, donde el Tribunal Administrativo Superior de Münster declaró que fue ilegal la tala realizada inmediatamente después de la evacuación del bosque. En septiembre de 2021, el Tribunal Administrativo de Colonia incluso clasificó como ilegales la anterior acción de desalojo por parte de alrededor de 4.000 agentes de policía y los costos de un estimado de 50 millones de euros.
Muchas personas apoyan in situ al campesino Heukamp. Algunos, como la capitana de Seawatch Carola Rackete, incluso han vivido en su granja o en los prados y bosques adyacentes. Otros muestran su solidaridad a través de donaciones para que Heukamp pueda hacer frente a los costos de los dictámenes periciales, así como los de abogados y tribunales, que hasta ahora ascienden a 90.000 euros. “Lo que está sucediendo aquí es un crimen contra las generaciones futuras”, dice una mujer que acudió a las protestas.
Día X
Lo que los manifestantes en Lützerath llaman “crímenes contra las generaciones futuras” no sólo tiene lugar aquí, y no es sólo aquí donde se está agitando la resistencia. De Bangladesh a Inglaterra, de China a Estados Unidos, los ciudadanos se manifiestan contra el smog, los activistas bloquean los transportes de carbón y acuden a los tribunales con demandas. En Sudáfrica, por ejemplo, se están produciendo feroces protestas después de que una activista contra el carbón fuera asesinada a tiros en su casa en el otoño de 2020. En India, los pueblos originarios se embarcaron en una marcha de protesta de 300 kilómetros en octubre de 2021. Y en Australia, ocho adolescentes ganaron una demanda contra la ministra de Medio Ambiente, que ahora está obligada a intervenir en potenciales proyectos de carbón futuros.
En Alemania, la situación política parece fundamentalmente mejor: el gobierno federal ha puesto fin al carbón, pero sólo para 2038. Hasta entonces, la compañía de energía RWE quiere continuar operando su mina a cielo abierto y aprovechar miles de millones en subsidios. A lo largo de las décadas, el carbón ha destruido las casas de miles de personas, los monumentos y las iglesias han sido sus víctimas, así como los paisajes culturales, el suelo sano y la naturaleza intacta. Entre otras, los políticos han citado repetidamente el futuro de los empleos como la razón por la cual no es posible llevar a cabo con más rapidez la eliminación gradual del carbón. En la década de 1960, había hasta 100.000.
Mientras tanto, las excavadoras de lignito, que con una longitud de 240 metros y una altura de 100 metros son las máquinas más grandes del mundo, continúan cavando como monstruosos mecanismos de relojería en los pozos de hasta 400 metros de profundidad. ¿Seguirá todo así hasta 2038? Antes de eso, puede que llegue el día X, del que los activistas hablan a menudo, el día en que comenzará la demolición de las primeras casas vacías en Lützerath. Y ése será el punto final: “Todos estaremos allí”, dice Emilia Lange, en columnas, por cientos, "bajo la protección del anonimato, con nuestros overoles de pintores”.