Escritora
Juli Zeh
La voz de Juli Zeh es la de una intelectual cuyos aportes y pensamientos sobre la sociedad se leen constantemente en diarios y revistas, no solo como una autora de ficción, sino como jurista experta.
De Jhon Mesa
Al pensar en un título como Corpus delicti, escrito por una renombrada abogada con títulos de maestría en derecho estatal y doctora en leyes, quien además realizó su práctica en las Naciones Unidas en Nueva York, puede uno imaginarse un tratado sobre el derecho procesal, un aburrido tomo de decretos, leyes e interpretaciones. Pero nada más alejado de la realidad. ¿O no?
Corpus delicti (2009) de Juli Zeh es una ficción especulativa situada en un futuro distópico en el cual el Estado ya no es el encargado de garantizar las libertades individuales y el bienestar general, sino única y exclusivamente la salud pública. A cualquier precio. El Estado totalitario, llamado Methode, vigila y castiga a la población si fuma, no hace ejercicio o no cumple con las medidas se seguridad en materia de salud, como abstenerse de tener contacto sexual y reproducirse con personas cuyo sistema inmune es débil o se encuentra amenazado. ¿Suena familiar? En este contexto, el joven Moritz, que encarna a la vez la desobediencia civil y el nihilismo, decide quitarse la vida en un último y único ejercicio de su libertad individual. Su hermana Mia se vuelve sospechosa por apoyarlo en su decisión y se inicia así un proceso en su contra por el delito de terrorismo, que desencadenará una trama llena de debates sobre la vigilancia, el miedo, el totalitarismo y el cuerpo como delito.
Sin embargo, Corpus delicti es tan solo un ejemplo de cómo Juli Zeh —hija del administrador público y político Wolfang Zeh, quien fuera director del Bundestag— escenifica en sus obras narrativas algunos problemas de la sociedad actual y reflexiona desde el derecho sin recurrir necesariamente a la prosa científica. Al contrario, Juli Zeh se inscribe en la tradición de la novela filosófica europea al mejor estilo de Crimen y castigo de Dostoievski o El proceso, de Kafka, con novelas como Adler und Engel (2001), Spieltrieb (2004), Schilf (2007).
Pero filosofar no significa para Zeh hablar de cosas abstractas, sino concretas: asir la realidad y debatir a través de sus personajes y tramas sobre la vida en sociedad, la democracia, la libertad y sus contrapartes: el totalitarismo, las restricciones, la vigilancia. Cuando el entrevistador y comediante Erwin Pelzig le preguntó en su programa de la ZDF en 2009 sobre el tema de su trabajo doctoral, Zeh respondió: “Se trata de las disposiciones legales que la comunidad internacional necesita para establecer la democracia en zonas de crisis”. “Entonces es un asunto de ciencia ficción, de hecho”, se burló Pelzig. Justamente, Zeh cruza una y otra vez esa línea imaginaria que suele trazarse acríticamente entre el discurso científico (que correspondería a la “realidad”) y el literario (que correspondería a la “ficción”), demostrando, como dice uno de los personajes de Corpus delicti, que “no importa si llamas a la realidad una ilusión, una caja de sombras o un juego del lenguaje, no hay ninguna diferencia”.
En efecto, se trata más bien de un juego constante entre lo real y lo ficticio. Tan reales pueden ser los pensamientos de un perro de compañía sobre la vida en un texto como Kleines Konversationslexicon für Haushunde (Pequeño léxico de conversación para los perros caseros, 2005) como ficticias la ideas de ‘comunidad’ o libertad en una sociedad determinada, como plasma en Angriff an die Freiheit (Ataque contra la libertad, 2009). Además de ser conocida como escritora de ficción, Juli Zeh también es articulista en diversos periódicos alemanes y ensayista. Su prosa, afirma Pelzig (sin ironía) es “100 % contenido,0 % aire”, lo que la ha convertido en una de las escritoras más premiadas de la generación de los ochenta en Alemania, tanto de galardones literarios como periodísticos, ensayísticos e incluso por su labor como docente de literatura y creación literaria.
Filosofar no significa para Zeh hablar de cosas abstractas, sino concretas: asir la realidad y debatir a través de sus personajes y tramas sobre la vida en sociedad, la democracia, la libertad y sus contrapartes.
El coronavirus, en sus palabras, ha evidenciado que “existe un cansancio frente a la democracia y un desencanto frente a la política, también en Alemania”, desencanto que es también el de una generación que no cree en la política ni en el agenciamiento y prefiere nombrarse nihilista, apolítica. Pero para Zeh, descreer es antidemocrático, y más bien “siempre existe una alternativa” para la discusión sobre los derechos humanos y salidas negociadas a las medidas de salubridad y en general, frente a los conflictos sociales. Es decir, salidas para “resolver la división entre la clase política y la población”.
Encuentra algunos libros de Juli Zeh en la biblioteca del Goethe-Institut.