Tres huertas urbanas en Bogotá
La gran ciudad siembra
En Bogotá hay cada vez más huertas urbanas. Ellas producen alimentos sanos y fomentan la conciencia ambiental. Visitamos tres de ellas, que muestran que en Bogotá también hay un espacio para la naturaleza.
Las huertas urbanas son espacios de cultivo en las ciudades, destinados a la producción limpia de alimentos. Suelen desarrollarse en jardines, balcones, terrazas o espacios comunitarios no productivos, como terrenos baldíos. La idea de cultivar en las ciudades modernas ha estado ligada, históricamente, a suplir las necesidades alimentarias de la población en contextos de crisis económica o guerra, pero también ha surgido como la exigencia de espacios verdes por parte de la sociedad civil ante el incesante crecimiento de las ciudades.
En el caso de Bogotá la agricultura urbana se practica con fines alimentarios, educativos, ambientales, recreativos, terapéuticos y comunitarios. En muchos casos, el deseo de crear un jardín también está ligado a la preocupación por la calidad de los alimentos, en un escenario de productos transgénicos, producción en masa y cambio climático. En Bogotá existen ya innumerables huertas informales, que se han convertido para muchas personas en punto de encuentro, actividad cultural y experiencia ecológica. Visitamos tres de ellas, que muestran, cada una a su manera, que en Bogotá, esta ciudad con millones de habitantes, vehículos y edificios de concreto, también hay un espacio para vivir la naturaleza.
Un techo lleno hortalizas
Jardín Casur en Bogotá | Foto (detalle): © O. Pérez 2016 En el piso 11 del edificio de la Caja de Sueldos de Retiro de la Policía Nacional (Casur), en la carrera 7 con calle 12B, se encuentra un verdadero paraíso de lechugas, cilantro, perejil y cebolla. Es una huerta-terraza en pleno centro de Bogotá. El mayor Felix Vera, secretario del director de Casur, decidió que era mejor apostarle a la agricultura urbana y al reciclaje que al cemento gris de esta terraza que permaneció vacía por casi sesenta años.257 llantas de automóvil, así como cajas de Icopor, latas de pintura y botellas de gaseosa sirven de macetas para las plantas que se cultivan en esta huerta: desde girasoles y calabazos hasta fresas y aromáticas. El estiércol compostado de los caballos de la policía es utilizado como abono y todos los días vienen abejas de los cerros orientales a visitar las plantas, a reconectar el ciclo de vida que se ha perdido por la urbanización.“Estamos mejorando la calidad de vida al alentar el consumo de alimentos limpios y, al mismo tiempo, utilizamos material reciclado y educamos a nuestra comunidad”, dice el mayor Vera. Según él, “reciclar y cultivar también es educar”. El objetivo del proyecto ha sido vincular a los retirados de la policía y a la ciudadanía con la agricultura urbana. Además, se espera que de esta huerta se deriven procesos productivos para los casi tres mil miembros de la policía que han sido víctimas del conflicto armado en Colombia. La idea es que puedan encontrar en el trabajo agrícola una herramienta para su rehabilitación. El compromiso ambiental de la huerta es su eje. “Si replicamos esto en todos los edificios de Bogotá, se contribuiría de alguna manera a combatir los efectos del cambio climático”, piensa el mayor Vera. “Y eso es lo que buscamos: construir entre todos la ciudad y el planeta que queremos”.
La huerta de Mutis
Jardín botánico en Bogotá | Foto (detalle): © O. Pérez 2016 En el Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis (JBB) crece una huerta tan variada y hermosa que, de haberla conocido, el mismo José Celestino Mutis –sacerdote y botánico español, quien en 1783 inició una expedición botánica por Colombia, la cual duró treinta años– la hubiera incluido en sus viajes científicos. La huerta del Jardín Botánico es un espacio amplio, lleno de senderos que permiten ver la variedad de más de cien especies de plantas aromáticas, medicinales, hortalizas y frutales. Caminar allí es sentir la vida de la semilla que crece y respirar los olores de la cosecha.Desde el 2004, el JBB –en el noroccidente de Bogotá, en la avenida calle 63 con carrera 68– ha liderado el programa de agricultura urbana en la capital colombiana. Ofrece talleres y capacitaciones gratuitas a quienes están interesados en saber cómo sembrar en casa y en espacios comunitarios. “Los participantes aprenden a preparar el suelo, abonos orgánicos, a cuidar sus plantas y, finalmente, verlas crecer, cosecharlas y consumirlas”, explica el coordinador del Proyecto de Agricultura Urbana del JBB, Diego Gutiérrez. “En medio de tanta contaminación de la ciudad”, añade, “nos interesa ver cómo la gente puede aprovechar esa producción orgánica para su salud”.Una casa para sembrar
Jardín comunitario y educativo Casa 82 en Bogotá | Foto (detalle): © O. Pérez 2016 En una distinguida esquina del norte de Bogotá, calle 82 con carrera 7, se encuentra una casa blanca rodeada de árboles. En su jardín crece una huerta comunitaria organizada por el Goethe-Institut en Bogotá, con el objetivo de enseñarle a los bogotanos y vecinos de la zona a cultivar sus propios alimentos, todo bajo una perspectiva de conciencia ambiental.La casa, que evoca el estilo de la Bauhaus alemana, tiene una larga historia. Construida a mediados de siglo XX, fue primero un lugar residencial, luego la embajada de la antigua República Democrática Alemana en Colombia, y hasta hace poco tiempo fue la sede del Goethe-Institut en Bogotá. Actualmente se encuentra en renovación y recibe a vecinos y ciudadanos en general que buscan un respiro en medio de la ciudad y reconectarse con su esencia agrícola.Consumir lo que sembramos “es volver a la tierra, hacer un alto en el camino y dejar de pensar en modo automático para saber de dónde viene nuestra comida”, afirma Diana Lara, ingeniera forestal y voluntaria en el proyecto. Plantas aromáticas y medicinales, fresas, curubas, pimentón, lechuga y brócoli son algunos de los alimentos que produce la huerta. Está construida en forma circular y cuenta con una sección de lombricultura, un semillero y zona de compostaje. La directora del Goethe-Institut en Bogotá, Katja Kessing, explica que este espacio está abierto para todos los bogotanos, “solo se requiere buena voluntad para entrar a esta comunidad. Son bienvenidos todos los que quieran aportar o aprender”.
Yoga y mercados sostenibles son algunas de las actividades que ofrece el “Jardín comunitario y educativo Casa 82”. Ricardo Guzmán, vecino de la huerta, afirma: “Poner en la mesa productos más sanos, saber de dónde vienen y tener la posibilidad de mejorar todo el entorno de la ciudad es fantástico”.