Andar en bicicleta: para muchos berlineses significa un modo de sentir la vida, el modo de desplazamiento ideal, y la convicción de que ese medio de transporte, a doscientos años de su invención, es parte del futuro.
"La idea de una ciudad con más espacio y mejor aire me parece estupenda", dice, por ejemplo, una ciclista que incluso bajo la lluvia suele subirse al asiento. Hasta ahora, sin embargo, es sólo una idea: todos los días en Berlín, y no sólo en las calles principales, hileras de autos avanzan despacio semáforo tras semáforo. Adentro hay solitarios luchadores acosados por el embotellamiento, que ven cómo los ciclistas pasan de largo. Pero algo ha comenzado a cambiar en las atascadas mentes de los automovilistas. El tránsito de automóviles se está reduciendo en el centro de la ciudad. Sin embargo, a comienzos del 2018 sólo el trece por ciento de los recorridos se hacían con la bicicleta. En Münster, la ciudad número uno de Alemania en cuestiones de bicicleta, es el cuarenta por ciento.
El cincuenta por ciento de los viajes en auto no llegan en Berlín a los cinco kilómetros, una distancia que se puede hacer perfectamente en bicicleta.
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Idealistas, pragmáticos, combativos: los ciclistas berlineses
Quien se suba a una bicicleta en Berlín, necesitará tener buena observación y no sólo de lo que está pasando en el congestionado cruce que tiene delante. La metrópolis está muy lejos de ser una capital de la bicicleta. Andar por las calles de Berlín rara vez es divertido: son demasiado angostas, pasan demasiadas cosas. En muchos lugares hay una encarnizada lucha por el carril entre bicicletas, automovilistas, buses, tranvías y peatones.
¿Ciclovías? Demasiado escasas, demasiado estrechas, mal señalizadas. A veces la gente incluso las usa de estacionamiento. Entonces no sorprende que el mal afamado tono berlinés se vuelva aun más rudo. Se gesticula, se gruñe, hay codazos, tanto del lado de los automovilistas como de los conductores de bicicletas. Estos últimos, aunque no gritan menos fuerte, sí son los actores más débiles del tránsito. En 2017 murieron en el tráfico de Berlín nueve ciclistas, y en 2016 diecisiete. A esto deben sumarse los cientos de heridos que hay cada año.
Un monumento triste: la blanca Geisterrad (bicicleta fantasma) recuerda a los ciclistas que murieron en accidentes de tránsito. | Foto: Jörn Blind © Goethe-Institut
Sin embargo, el idealismo no se deja frenar por las estadísticas o los óxidos de nitrógeno. "Ando en bicicleta porque es el mejor modo de viajar en convertible todo el año", se oye decir, por ejemplo. O: "Porque nunca me quedo en el embotellamiento y puedo sentir más de cerca el clima, porque es un transporte que respeta el medio ambiente, y uno no depende de los horarios de trenes o buses y puede llegar a destino puntual y tranquilamente."
Andar en bicicleta: por un lado, es la posibilidad de ir desde A hasta B. Por otro, es el camino en sí. Y éste puede ser mucho más rico en vivencias con la bicicleta que dentro del auto. Por ejemplo, durante una recorrido por la ciudad en una noche tibia de verano, cuando el tránsito está calmo, cuando nos volvemos uno con el pedal y caemos en un trance que por un instante nos hace olvidar todo lo que está delante y detrás de nosotros, excepto el tránsito.
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Foto: Alexandra Lau © Goethe-Institut
“Una bicicleta de carga resulta óptima en una ciudad llana como Berlín. Además de mi hijos puedo transportar las compras sin que falte lugar. La bicicleta de carga puede reemplazar al auto.” Christina E.
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Foto: Jörn Blind © Goethe-Institut
“Me gusta andar en bicicleta y lo hago todo el año. Algo atípico para un berlinés: no tengo nada contra los automovilistas y por lo demás soy de carácter sereno.” Paul W.
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Foto: Jörn Blind © Goethe-Institut
“Los metros llenos no son lo mío, prefiero ir al trabajo en bicicleta. El tránsito urbano es un poco estresante, pero por la mañana el aire fresco y el movimiento completamente.” Johanna D.
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“En realidad siempre llego más rápido con la bicicleta que con el auto o el tranvía. Lo único que como ciclista me molesta de los embotellamientos es estar en medio de los gases de los caños de escape”, Michael S.
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Foto: Jörn Blind © Goethe-Institut
“A menudo me preguntan si no es poco práctico viajar con una bicicleta de carreras de ruedas delgadas por las calles de Berlín, que a veces están pavimentadas de astillas de vidrio. Sí, es poco práctico pero también incomparablemente bueno, de modo que no me importa que me cueste un par de llantas pinchadas.” Nina P.
Las bicicletas de alquiler marcan la imagen de la ciudad
Quien ahora se haya entusiasmado y piense en pasarse a la bicicleta tenga en cuenta que ahora ya no se necesita tener el rodado propio. Las bicicletas de alquiler llegaron a la ciudad para quedarse. Cada semana parece que hay más. Están por todas partes, a veces en grupo, a veces solitarias, con rayos de neón naranja, toques de diferentes colores, turquesa o plateado. A comienzos de 2018 había más de dieciséis mil bicicletas ofrecidas por seis compañías. Y ya está aumentando el descontento porque esas bicicletas atestarán aún más las aceras. A pesar la competencia creciente, la compañía berlinesa Nextbike –una de las primeras de la ciudad– registra un aumento de los usuarios.
Rueda contra rueda, las bicicletas de la compañía berlinesa Nexbtike, delante del Konzerthaus Berlin. Para fines de 2018, Nextbike pondrá a disposición un total de cinco mil bicicletas en setecientas estaciones. | Foto: Jörn Blind © Goethe-Institut
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En lugar del ruido de los autos, el susurro de los pedales libres
Ahora que las dos ruedas tienen tanto poder, también los políticos se han dado cuenta de que hay que hacer más por la bicicleta. A comienzos de 2018, en el marco de la "Ley de Movilidad de Berlín" se aprobó la primera ley alemana relacionada con las bicicletas. Así ha surgido un rayo de esperanza: Berlín habrá de tener más ciclovías y más anchas con onda verde, carriles rápidos libres de cruces y calles y estacionamientos exclusivos para bicicletas... y estas son sólo algunas de las medidas planeadas. "Con la ley de movilidad se inicia una nueva era de la política de tránsito, una era en la que la ciudad ya no pertenecerá sólo a los automovilistas sino a todas las personas", anuncia esperanzada la AFDC, una organización que representa los intereses de los ciclistas en Alemania. Pero en las pequeñas cosas ya está surgiendo la ciudad de las bicicletas: cada vez más iniciativas exigen zonas libres de autos y calles para bicicletas.También planes más ambiciosos toman forma concreta, por ejemplo, el proyecto Radbahn (Bicisenda), una ciclovía de nueve kilómetros bajo el viaducto del metro.
Estacionamientos para bicicletas
Para asegurar las bisicletas, en Berlín se usa cada farol, cada poste, incluso cada tierna planta. Según la iniciativa Volksentscheid Fahrrad (Plebiscito de la bicicleta), Berlín necesita doscientos mil nuevos lugares de estacionamiento. Además de lockers que se podrán cerrar con llave, se planea construir estacionamientos de varias plantas, en los que las bicicletas podrán apilarse casi hasta el cielo. Con sus tres mil quinientas plazas, el estacionamiento más grande de Alemania está por ahora en Münster... y tiene todas las comodidades necesarias para que la bicicleta siempre esté en buena forma: un taller mecánico, un servicio adicional de préstamo y hasta una instalación de lavado.
Los berlineses, por su parte, tienen una visión clara de cómo debe ser el aspecto de su capital de las bicicletas: "El Berlín del futuro tendrá vías rápidas exclusiva para bicicletas y en largos trechos no habrá semáforos. Los estacionamientos tendrán zonas verdes. En la sincronización de los semáforos la prioridad será para los peatones y ciclistas. En lugar del ruido de los autos se oirá bajito el susurro de los pedales libres", profetiza un ciclista especialmente entusiasmado.
Siendo así, ¿quién no querrá pasarse a la bicicleta?
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Foto: Jörn Blind © Goethe-Institut
La ciclovía convertida en estacionamiento. Lamentablemente, algo frecuente en Berlín. Para 2020 habrá en la ciudad sesenta nuevas ciclovías, ojalá menos obstruidas.
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Foto: Jörn Blind © Goethe-Institut
¿Ser chofer o pedalear uno mismo? El recorrido con el Velotaxi (derecha) es una apreciada manera de explorar Berlín.
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Foto: Jörn Blind © Goethe-Institut
La ciclovía convertida en estacionamiento. Lamentablemente, algo frecuente en Berlín. Para 2020 habrá en la ciudad sesenta nuevas ciclovías, ojalá menos obstruidas.
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Foto: Alexandra Lau © Goethe-Institut
La ciclovía convertida en estacionamiento. Lamentablemente, algo frecuente en Berlín. Para 2020 habrá en la ciudad sesenta nuevas ciclovías, ojalá menos obstruidas.
Münster, la ciudad de las bicicletas
Para tener idea de cómo podría ser Berlín en el futuro, tal vez valga la pena echar un vistazo a Münster. Pues la ciudad de Renania del Norte-Westfalia ha comprendido una cosa: si se quiere que cada vez sean más las personas que usan la bicicleta, hay que hacer algo. Un ejemplo de esto es el el anillo libre de autos que rodea el centro de la ciudad. En la actualidad, uno de cada tres habitantes de Münster anda en bicicleta. Y hay casi el doble de bicicletas que habitantes, quinientas mil.