Joseph Beuys
Grasa, fieltro y mitos
En 2021, Alemania celebra un aniversario artístico especial: este mayo el legendario artista habría cumplido cien años. ¿Qué caracterizaba a este excéntrico provocador?
De Romy König
Quien lo veía una vez no olvidaba fácilmente su figura: hasta el aspecto de Joseph Beuys –chaleco de pescador, camisa blanca, jeans y el obligatorio sombrero de fieltro– quedó grabado en la memoria colectiva del mundo artístico. Y qué decir de sus obras icónicas, sus acciones y las leyendas alrededor de su persona, muchas veces alimentadas por él mismo.
El artista, nacido en Krefeld (Renania) en 1921, hizo furor a mediados del siglo pasado sobre todo por el modo en que cruzó los límites vigentes entonces en el arte. Beuys era dibujante y escultor, artista conceptual y pensador político, filósofo del arte y espiritista, y tanto en su obra como en las citas y sentencias transmitidas se refleja un pensamiento universal: “Todo hombre es artista”, postulaba por ejemplo Beuys, “más allá de que trabaje en recolección de residuos, sea médico, ingeniero o productor rural”. Allí donde el hombre desarrolle “sus capacidades” es artista. Beuys, que había estudiado en la Escuela de Bellas Artes de Düsseldorf y más tarde trabajó allí como profesor, estaba convencido de eso y agregaba de modo provocador: “Y no digo que con la pintura se llegue más rápido al arte que con la ingeniería mecánica”.
Ideas radicales: artes y vida son una cosa
Esta postura es parte de un concepto que Beuys llamaba “plástica social” o también “concepto de arte ampliado”. Uno de los puntos centrales de esta idea: el pensamiento, el arte o los discursos sociales y políticos deben entenderse como unidad, con lo cual el arte y la vida se interpenetran. También esta era una concepción radicalmente nueva para el mundo del arte de los años sesenta y setenta. Beuys quería desmitificar los objetos artísticos y los lugares de exposición... y a la vez darles vida. Sobre las obras artísticas dijo, por ejemplo, que en ellas las ideas se volverían rígidas y “al final quedarían atrasadas”. En cambio, eran los hombres a través de los cuales las “ideas avanzaban” Para Beuys, según explica Ina Conzen de la Staatsgalerie Stuttgart, el museo no tenía que ser una cámara de tesoro “sino un lugar vivo y de debate permanente”. En la capital de Baden-Württemberg tendrá lugar este verano una de las numerosas muestras que, con ocasión del centenario, ilustrarán la actividad creadora de Beuys; Conzen hizo la curaduría de la muestra, dedica a la relación de Beuys con la institución museo. “Beuys consideraba que el museo debía ser un lugar de debate social” El arte debe ser político: en 1971 Joseph Beuys fundó con otros artistas el grupo “Organización para la democracia directa” con base en Düsseldorf y un año después, en la documenta 5, no dudó en usar su pabellón para abrir allí una sección de ese grupo bajo el título: Oficina para la democracia directa mediante plebiscito popular. | Foto (detalle): © documenta Archiv © Estate of Joseph Beuys / VG Bild-Kunst, Bonn 2014, foto: Brigitte Hellgoth Esto se vio también en Kassel en 1972: cuando participó en la documenta 5, la famosa serie de muestras de arte contemporáneo, Beuys no expuso ni esculturas ni dibujos sino que no dudó en usar el espacio que le habían asignado para mudar allí su oficina., llamada Oficina para la democracia directa mediante plebiscito popular. Entonces se sentó y se puso a esperar a los visitantes para hablar con ellos sobre cómo dar forma a una democracia directa.
Un hombre de material y de mitos
Y, sin embargo, sería incorrecto reducir a Joseph Beuys, fallecido en Düsseldorf en 1986, a sus trabajos como artista de acción. Ina Conzen explica que, por ejemplo, Beuys también introdujo un “nuevo lenguaje material”. Entre otros, es legendaria su Stuhl mit Fett (Silla con grasa), surgida en 1963. Refiriéndose a esta obra, el mismo Beuys dijo más tarde que la grasa recorre “el camino que conduce a una forma desde una forma caóticamente dispersa, energéticamente no dirigida, a una forma.” O su Fettecke (Rincón de grasa), que maduró casi veinte años: un montón de manteca que pesaba cinco quilos y que Beuys pegó en un rincón de su taller de Düsseldorf... y que en 1986, pocos meses después de la muerte de Beuys, un portero demasiado trabajador limpió porque el “olor ya era muy rancio”.
Restos de Fettecke de Beuys, obra que fue limpiada pocos meses después de la muerte del artista.
| Foto (detalle): © picture alliance/dpa/Rolf Vennenbernd
Otra obra que quedó en la memoria colectiva es el Filzanzug (Traje de fieltro), una de las esculturas más conocidas de Beuys, surgida en 1970. El fieltro: Beuys volvió una y otra a ese material, que representaba para él un aislante con el que podía almacenarse la energía calórica, que Beuys consideraba un motor de la creatividad. Con fieltro y grasa, a la que también le atribuía la capacidad de almacenar calor, Beuys elaboró no sólo obras de arte sino también una leyenda, a saber, la de que, tras precipitarse su avión en la Segunda Guerra Mundial, fue curado por unos tártaros que lo cubrieron con fieltro y grasa. Un mito, dicen hoy los historiadores de arte.
Filzanzug (Traje de fieltro) de Beuys (1970) en la Nueva Pinacoteca de Múnich se exhibió en la muestra Ich bin ein Sender. Multiples von Joseph Beuys (Yo soy un emisor. Misceláneas de Joseph Beuys), 2014.
| Foto (detalle): © picture alliance/dpa/Nicolas Armer
Queda lo viviente
¿Qué queda después de cien años de Beuys? Ina Conzen está convencida de que la respuesta es “otra comprensión del arte”: desde Beuys la mirada sobre el arte cambió, uno se permite pensar qué es arte y si este podrá cambiar el mundo. Quien vaya o atraviese a la ciudad sede de documenta, Kassel, difícilmente podrá evitar ver una obra artística de Beuys, que aún vive y permanece, y participa de esa “la plástica social” entendida como proceso: con ocasión de la documenta 7, el artista hizo plantar 7.000 Robles en la ciudad del norte de Hessen. El primer árbol lo plantó él mismo en 1982, el último lo plantó su hijo en 1987. No hay que temer que estos árboles –una de las últimas obras de Beuys– sufran un destino semejante al de Fettecke, es decir sean arrancados bruscamente: desde 2005 están protegidos por la ley de conservación.