Fotoreportajes
¡Qué frío! - Retratos de dos ciudades temblorosas
En algunos meses del año y cada cual a su manera, Berlín y Bogotá son ciudades sencillamente heladas. Dos fotógrafos nos cuentan sobre sus experiencias en el frío de ambas ciudades.
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Vivo en Bogotá hace ya siete años. Las montañas bogotanas con sus nubes grises en días fríos son ya familiares para mí. Pero no nací aquí, sino en Cali, en el occidente de Colombia: una ciudad cálida con clima de sabana tropical.
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Teniendo en cuenta el tiempo que llevo viviendo en Bogotá, uno podría suponer que el frío bogotano ya es algo normal para mí. Pero no es así. En esta ciudad hay temporadas en las que el frío me afecta tanto, que siento como si llevara viviendo aquí solamente una semana.
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na de las temporadas más recientes de frío, que se caracterizan por las lluvias continuas en la ciudad, tuvo lugar durante noviembre y diciembre del 2014. Esas temporadas son llamadas aquí “invierno”, a pesar de que en Colombia no hay estaciones.
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Durante casi toda la tarde llovía sin pausa y en la noche, cuando había escampado, el viento era fuerte y muy frío.
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Durante casi toda la tarde llovía sin pausa y en la noche, cuando había escampado, el viento era fuerte y muy frío.
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Mientras tomaba estas fotografías, caí en cuenta de cuántas situaciones cotidianas los bogotanos experimentan bajo la lluvia o temblando de frío.
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Esperar un bus o un taxi en las heladas madrugadas bogotanas, transportarse en bicicleta, hacer una fila interminable en las estaciones del sistema de bus TransMilenio, trabajar como vendedor ambulante, vivir en la calle, o simplemente dar un paseo por la ciudad... Algunos días, el frío y la lluvia son una compañía constante para los habitantes de Bogotá.
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Soy un estudiante bogotano en Berlín. Siempre pensé que el frío de Bogotá era antipático e incluso deprimente. Alguna vez oí a un español decir que los bogotanos tenemos una pésima “moral climática”. Desde que vivo en Berlín entiendo a qué se refería: en Bogotá nos quejamos constantemente del frío, de los cambios repentinos de temperatura, los días grises y la lluvia. ¡Pero el frío del invierno en Berlín es otra cosa!
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En el invierno –que en Berlín, en un año de “mala suerte” bien puede comenzar en octubre y prolongarse hasta marzo– la temperatura y la luz pueden convertirse en un reto y un tormento para un visitante desprevenido. En invierno, los días berlineses suelen ser grises, las horas de luz en el día muy pocas y, por supuesto, el frío es increíble.
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Cuando ha nevado o llovido y el agua se congela en el suelo, en las calles berlinesas hay que caminar con muchísimo cuidado. Las delgadas láminas de hielo no se ven fácilmente y provocan fuertes caídas a los transeúntes. Estar de afán no es una opción en estos días. En un día normal necesito diez minutos para caminar hasta el supermercado. En invierno puedo necesitar media hora. Y en el metro he visto a muchas personas frotando sus piernas o sus codos con cara de dolor, mientras explican por teléfono lo sucedido algunos minutos antes.
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A medida que transcurren mis días invernales en Berlín, mi cuerpo se adapta al frío de formas que en Bogotá me era completamente desconocidas. Después de días en que las temperaturas berlinesas oscilaron entre -10°C y -4°C, un día de 0°C resulta increíblemente dichoso y reconfortante.
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Los alemanes tienen un dicho peculiar que serviría para aplacar cualquier queja sobre el supuesto frío de Bogotá: “No existe el frío, solo gente mal abrigada”. Así, el método más usual para abrigarse en invierno es vestirse con varias capas de ropa, por ejemplo: camiseta, camisa, suéter, saco de lana y abrigo de plumas. Además, hay que comprar una plantilla para los zapatos, a fin de mantener los pies calientes. Por no hablar de guantes, bufandas y ropa interior térmica.
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Las pocas horas de luz durante los días de invierno berlineses son un asunto serio. La oscuridad deprime más de lo que uno creería. En invierno, el gris es el común denominador: la niebla, las nubes, el cielo entero, los muros de las casa, las calles y, por ende, el ánimo de muchos ciudadanos son grises. Los bogotanos creemos que Bogotá es gris, pero en realidad tenemos el privilegio de ver el sol y el cielo azul casi todos los días.
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Pero no todo es malo en el invierno de Berlín. La gente se reúne de formas más familiares, el calor se busca en el hogar y en las casas de amigos. El blanco de la nieve adorna el paisaje de formas novedosas y encantadoras para alguien que viene del trópico. Cuando ha nevado, se puede organizar una “batalla” pacífica de nieve en un parque, luego ir a buscar un bar para tomarse una ginebra o un vino caliente en los barrios de Kreuzberg o Neukölln.
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Y, algunas veces, el frío es también una buena excusa para tomar una foto a un par de chicas guapas en la estación de metro Kottbusser Tor.