Mirada a las plataformas
Democracia en estado de excepción
Para que haya una mayor comprensión de las responsabilidades y las decisiones y se fomenten los valores de la democracia digital, los procesos deben comunicarse en su totalidad de modo transparente, analiza la investigadora Yolanda Rother.
De Yolanda Rother
Cuando surgió Internet todos estábamos de acuerdo: la red prometía tener efectos democráticos. La World Wide Web ofrecía respuestas a diversos problemas sociales en la medida en que como nunca antes intentaba poner en práctica valores fundamentales de la democracia, desde el acceso a la información, pasando por una nueva trasparencia, hasta las plataformas para voces colectivas del cambio. Actualmente, en las plataformas de las redes sociales hay más usuarios activos que nunca, más del 71% de los usuarios se nutre de información y noticias online y la participación digital crece de modo global. Y precisamente esta evolución pone a la democracia ante una prueba enorme. Pues en la red se propaga la desinformación a toda velocidad, el odio y el acoso digital están creciendo, y la popularidad de la extrema derecha aumenta. ¿Qué efectos tendrá esto en nuestra convivencia digital? ¿Qué papel juegan las plataformas mismas? ¿Y qué podemos aprender los unos de los otros, más allá de las fronteras nacionales?
Transformación radical
Las plataformas digitales han transformado de modo radical nuestra convivencia político-social. Redes sociales como TikTok, Instagram y Twitter permiten un intercambio directo entre quienes tienen poder de decisión, las organizaciones y los ciudadanos. Yo misma uso plataformas como Twitter para informarme de política y sumarme a debates. Internet hizo un gran aporte, como ciudadana me siento realmente escuchada. También para los dirigentes políticos la red tiene a disposición distintas modalidades del compromiso social para, a diferencia de los medios análogos, poder aproximarse más un intercambio con los grupos de usuarios.Sin embargo, el alcance aumentado que tiene la red genera, por un lado, una sensación de ruido constante y, por otro, la percepción de la urgencia. Mientras la construcción social de la opinión y las tendencias políticas se reflejan en la red en tiempo real, el intervalo efectivo que queda para decisiones se acorta drásticamente. El coronavirus terminó de mostrar que la democracia digital se encuentra en estado de excepción. Sea en Alemania, los Estados Unidos o Brasil, los actores de las plataformas digitales se encuentran ante el desafío de reclamar una transparencia total en los procesos de decisión.
Desafíos y oportunidades
Nos encontramos en plena era del activismo digital. Y en este sentido hay que reorientar la mirada hacia las plataformas. Pues en Facebook, Twitter y Cía., los sistemas algorítmicos mismos son objeto de cuestionamientos permanentes. La infraestructura de las plataformas muestra, por ejemplo, que Facebook brinda recompensas cuando un posteo tiene muchos “Me gusta”, muchos comentarios y se comparte muchas veces.Es verdad, en promedio la más reacción más abundante en Facebook es “Me encanta”. Sin embargo, el partido Alternative für Deutschland (AfD), entre otros, impulsa con sus comentarios a que el emoticón más usado en su caso sea por lejos el de “Me enfada”, con lo cual promueve en la plataforma una competencia por ver quién se indigna más. En consecuencia, además de la plataforma misma, es el populismo de derecha quien se beneficia más con los debates acalorados. En efecto, el enfado se usa como estrategia exitosa para llamar más la atención. La austríaca Ingrid Brodnig, que investiga desde hace varios años el creciente extremismo de derecha, las teorías conspirativas, el odio en Internet y las noticias falsas, plantea claramente la responsabilidad de las plataformas.
Mientras tanto, Facebook y Cía. toman más medida contras las informaciones erróneas para contrarrestar anticipadamente sus eventuales consecuencias político-sociales. Estas acciones son sumamente necesarias si se quiere refrenar la difusión de noticias falsas y episodios como la carta sobre el coronavirus supuestamente escrita por el premio Nobel japonés Tasuku Honjo que circuló por todo el mundo. Pues de hecho, la percepción de los usuarios está limitada y enormemente desfigurada. Los usuarios quedan atrapados rápidamente en una burbuja filtro. Aquí es preciso sobre todo que los usuarios individuales planteen preguntas críticas y aumenten su formación en competencias digitales.
Potenciales sin usar
Además vemos que se desdibujan las diferencias entre actores civiles y representantes de intereses. Los primeros usan las redes de modo más participativo y los segundos las usan como una herramienta complementaria de relaciones públicas en la que además pueden incluir elementos participativos. Pero en compensación, algunos pueden permitirse entonces activar una publicidad dirigida. Sin embargo, la representación digital de intereses apunta a no ejercer un “lobbysmo de vitrina” , en el que sólo se expone información previamente seleccionada. Es decir, para que haya una mayor comprensión de las responsabilidades y las decisiones y se fomenten los valores de la democracia digital, los procesos deben comunicarse en su totalidad de modo transparente.En este sentido vale la pena mirar más allá de nuestras fronteras. En Alemania hay iniciativas activas que posibilitan los recursos y las buenas prácticas para el compromiso digital y la participación civil. La iniciativa Adhocracy.Plus, por ejemplo, pones a disposición de organizaciones, políticos y comunas recursos destinados a la participación digital. Allí pueden descargarse instrucciones para elaborar presupuestos transparentes o incluso para la discusión política digital. Si hablamos de votaciones directas, está la plataforma Polyas, que se ha puesto como tarea volver una experiencia palpable la participación y codeterminación a través del espacio digital. Como usuarios individuales, además, es importante navegar por Internet de modo atento. Si advertimos que se están compartiendo noticias falsas, hay que dar aviso a la plataforma correspondiente y/o a los administradores del grupo. No debemos cerrar los ojos antes hechos injustos en la red, así como no lo haríamos en la vida real. Pues la democracia es un sistema adaptable y la sociedad digital somos nosotros.