El marasmo metabólico como mecanismo de supervivencia
Irrompible – El asombroso tardígrado

Tardígrado Foto: © Eye of Science / Science Source

Cuando el zoólogo alemán Ephraim Goeze describió por primera vez al "pequeño oso de agua" en 1773, no podía sospechar que había encontrado al Chuck Norris del reino animal: los tardígrados, entes microscópicos tan resistentes y robustos que pueden sobrevivir a temperaturas y presiones extremas, radiación e incluso el vacío del espacio exterior, y lo logran llevando su metabolismo a un marasmo casi total.
 

Stefan Kloo

¿Cuál es la mascota más aburrida que te puedes imaginar? Yo empiezo: un tardígrado en tun". Si entiendiste ese chiste, ya sabes qué puede hacer un tardígrado y cómo funciona, y es probable que también seas fan de estos diminutos superhéroes que parecen curiosos cojines con patas, o como si Susi Bumms hubiera dibujado un Pokemon largo tiempo olvidado.

Soy el osito bailarín

Los tardígrados son omnipresentes en la Tierra, viven prácticamente en todos los ecosistemas que ofrece nuestro planeta. Se encuentran en entornos terrestres y acuáticos desde el Ártico hasta la Antártida, desde las montañas más altas hasta las profundidades inexploradas de los océanos. Y también en tu jardín. Estos pequeños chapoteadores solo necesitan una delgada película de agua para sobrevivir, lo que explica por qué se sienten tan bien en las capas de musgo de tu jardín y también por qué se han ganado el apodo de "cochinos del musgo". (Un buen microscopio y un trusco de musgo o líquen fresco te permitiría observar a los cochinos del musgo en su torpe danza. Sí, así de generalizada es su presencia).

A pesar de tener un tamaño promedio de apenas un milímetro o menos, los tardígrados son extremadamente resistentes, y su asombrosa biología les permite sobrevivir a condiciones que significarían el fin para la mayoría de los demás organismos celulares. Cuando las condiciones del entorno no son propicias para ellos, los tardígrados sumen sus cuerpos en criptobiosis, un proceso en el que entran en estado de "tun", llevan su metabolismo prácticamente hasta la muerte, reducen su necesidad de oxígeno y sustituyen el agua de sus células con proteínas que tienen propiedades de cristales para impedir daños a sus células, que de otro modo reventarían inevitablemente. En ese estado "congelado y seco", los tardígrados repliegan la cabeza y sus ocho patas equipadas con garras hasta parecer, al final, granos de pimienta microscópicos. En ese estado pueden durar décadas y resucitar hasta que las condiciones exteriores les vuelvan a ser propicias.

El filo Tardigrada comprende más de mil especies repartidas en tres clases: Heterotardigrada, Eutardigrada y Mesotardigrada, lo que corresponde aproximadamente con especies marinas, terrestres y de aguas dulces. Su filo en la sistemática biológica es, notablemente, el único sin parientes en la misma rama. Los tardígrados crecen mediante una secuencia de mudas, tienen un conducto digestivo y se alimentan de bacterias, plantas, nematodos y otros microorganismos. Se aparean, ponen huevos, maduran y, si bien no son padres particularmente buenos, son vecinos tranquilos que no dañan a las personas ni las molestan de ninguna forma.

Expuestos a todos los extremos imaginables

La increíble resistencia de los tardígrados ha desafiado muchas veces a los científicos: los bichitos han sido cocidos, congelados, puestos bajo presión y expuestos a todos los extremos imaginables. Los resultados fueron desconcertantes. El estado de tun les permitió sobrevivir en su estasis celular a temperaturas desde los -200ºC hasta los 151ºC. Inténtalo con tu suetercito. Uno de los primeros titulares fue la reanimación exitosa de un grupo de tardígrados congelados treinta años atrás. Incluso hay anécdotas que reportan la recuperación de tunes aún más viejos.

Entretanto, los tardígrados también se han convertido en astronautas experimentados: en 2007, la Agencia Espacial Europea (esa, por sus siglas en inglés) envió un grupo de tardígrados al espacio a bordo de un cohete no tripulado. La mayoría de la colonia sobrevivió al vacío y la radiación cósmica. Algunos incluso lograron soportar la radiación UV del sol, mil veces más alta que en la superficie de la Tierra. También viajaron con misiones de suministro de Space X a la Estación Espacial Internacional, donde experimentaron con ellos en los laboratorios. Y, cuando la sonda espacial israelí Beresheet se estrelló en un alunizaje fallido en 2019 es posible que haya desperdigado miles de tardígrados deshidratados por el desierto lunar.

¡Improvisar, adaptarse, vencer!

Las increíbles capacidades de supervivencia de los tardígrados solo son superadas por su lindura, lo que les concede un sitio junto a los ajolotes o a las ratas topo desnudas en el podio de los animales inexplicablemente tiernos. Tampoco hay que buscar mucho para encontrar foros de fans, peluches o playeras con los cuales expresar tu admiración por estos jefes finales de los Cazafantasmas.

Los seres humanos tenemos toda la razón de sentir un poco de envidia hacia estos carismáticos estuches de monerías. Si lográramos imitar el organismo de los tardígrados y también sumir nuestro metabolismo en el marasmo para encontrar refugio en nuestros cuerpos casi indestructibles, podríamos aguantar con facilidad hambrunas, catástrofes climáticas o radiaciones letales y dar rienda suelta a nuestro espíritu aventurero: sobrevivir a erupciones volcánicas, bucear en la fosa de las Marianas o hacer viajes interestelares... ninguna de esas fantasías de superhéroes sería tabú.

Sin embargo, los tardígrados tienen una ventaja evolutiva: existen desde hace más de quinientos millones de años y, gracias a sus superpoderes, sin duda permanecerán con nosotros algunos años más. Y si algún día nos pasa algo realmente catastrófico y subyugara a nuestra querida Madre Tierra, los humildes tardígrados —siempre y cuando tengan suficiente tiempo para ponerse en fase de tun— tal vez sean nuestra mejor oportunidad de conservar la vida en la Tierra... y quizá incluso de exportarla a otros planetas. Y como Southpark Temporada 21, Capítulo 8 a todas luces es un documental, sabemos que a los divertidos tardígrados les gusta bailar al ritmo de Taylor Swift. Así que las cosas no pintan tan mal para la vida en nuestro universo, ¿no?

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