Sinopsis
En el invierno de 1992, en algún lugar remoto de Alemania del Norte: dos investigadores –uno del este y el otro del oeste– tienen que resolver el asesinato de dos adolescentes. Se adentran cada vez más en las profundidades de una Alemania hasta hace muy poco dividida. Un thriller con conciencia histórica. Para ese entonces no se puede apreciar nada del paisaje floreciente que prometió Helmut Kohl. La desoladora región del noreste de Alemania les quita el aliento a los investigadores Bach y Stein.
Dos chicas adolescentes han desaparecido y se rumorea que simplemente huyeron al oeste; pero esto no parece realmente convincente. Poco después se encuentran sus cadáveres putrefactos y se descubre que no eran las primeras mujeres del pueblo desaparecidas sin rastro alguno. Los investigadores –muy distintos entre sí– se sumergen cada vez más en el tejido de mentiras de los lugareños: Bach, que ya había formado parte del aparato ejecutivo en la República Democrática Alemana y cuyo pasado difícil surge poco a poco a luz; Stein, al contrario, claramente más inestable emocionalmente que su compañero, llega de la extraña y aparentemente lejana metrópoli de Hamburgo a una tierra con ley propia. El director Christian Alvart logra hacer una película de género sugerente y emocionante con conciencia de la historia.
Dijo la prensa:
“Rara vez se ve en el cine alemán una paleta con semejantes colores, al mismo tiempo majestuosa y pálida, fría como el invierno, pero que vibra con fuertes contrastes. La época del volumen de datos sin fin produce una imagen artificialmente intensificada de la época de la química de la luz. Esto es sólo el aspecto técnico de una transferencia mucho más interesante, que Christian Alvart propone con Un país libre. (…) Un país libre es un remake de la película española: La isla mínima de Alberto Rodríguez, filmada en una llanura aluvial en Guadalquivir al suroeste de la Península Ibérica. La época es de igual importancia que esta impactante ubicación: el tiempo de la transición de la dictadura franquista hacia la democracia, un tiempo de incertidumbre entre las viejas y nuevas lealtades, un tiempo de represión y miedo a ser descubiertos. (…) Christian Alvart sigue el modelo exacto de La isla mínima, busca también todos los aspectos sociales de una correspondencia y no tiene que buscar mucho tiempo (fideicomiso, migración).” (Bert Rebhandl, Frankfurter Allgemeine Zeitung, 12.1.2020)