Campo de Tempelhof
Un experimento al aire libre

El antiguo aeropuerto berlinés de Tempelhof (Campo de Tempelhof)
El antiguo aeropuerto berlinés de Tempelhof (Campo de Tempelhof) | Foto: Tempelhof Projekt GmbH

Casi 400 hectáreas en medio de la gran ciudad: en el 2008, el antiguo aeropuerto Tempelhof se convirtió en el parque más grande de Berlín. Donde antes despegaban aviones hoy circulan corredores y ciclistas. Los aficionados al baseball practican lanzamientos, la gente pasea y disfruta de la amplia vista y los amantes de las huertas cultivan papas y girasoles.

Tras el cierre del aeropuerto, el gobierno berlinés planeó construir en el predio, conocido como Tempelhofer Feld (Campo de Tempelhof), miles de apartamentos y una biblioteca central. Sin embargo, mediante un plebiscito, los berlineses manifestaron su claro rechazo a esa idea. En mayo de 2014 votaron mayoritariamente por el proyecto contrario, el de la iniciativa “100 % Tempelhofer Feld” que excluía cualquier construcción en el antiguo aeropuerto. Hasta finales de 2015 y con la participación de la población se elaborará, pues, un “plan de desarrollo y mantenimiento”. A pedido del gobierno berlinés, Tilmann Heuser, director regional del Bund für Umwelt und Naturschutz (BUND) (Asociación de Protección del Medio Ambiente y la Naturaleza) coordina este proceso. En actividades informativas, talleres temáticos y los llamados “diálogos de campo” , el ciudadano que lo desee puede aportar sus ideas y manifestar sus deseos.

Tempelhofer Freiheit: un lugar para todos

El antiguo aeropuerto berlinés de Tempelhof (Campo de Tempelhof)
El antiguo aeropuerto berlinés de Tempelhof (Campo de Tempelhof) | Foto: Tempelhof Projekt GmbH
Tilmann Heuser resume los resultados así: “Los berlineses quieren transformar el Tempelhofer Feld lo menos posible y, en consecuencia, conservar las características de esa zona abierta: espacios con potencial en lugar de usos predeterminados; libertad y amplitud en lugar de entretenimiento ofrecido en parcelas. Con excepción de algunos agregados, como mayor cantidad de baños, bancos o expendedores de agua potable, el deseo de los habitantes de la ciudad es que todo quede como está. “El Tempelhofer Feld es un lugar no comercial accesible a cualquiera, un lugar que permite el movimiento, el encuentro y la comunicación.” Según Heuser, el aprecio por un lugar así demuestra la existencia de una concepción del desarrollo urbano que va más allá de la tarea de definir superficies y fijar usos. “En su calidad de espacio urbano sujeto al cambio, el Tempelhofer Feld pone en evidencia la importancia de superficies y espacios libres en la ciudad”. En otras palabras: urbanismo es más que edificios y cemento.

El mito de Tempelhof

Terminal del aeropuerto
Terminal del aeropuerto | Foto: Tempelhof Projekt GmbH

La pasión con la que muchos berlineses discuten el futuro del Tempelhofer Feld tiene que ver con el rico pasado del lugar. Trátese del deporte, la aeronáutica, el tiempo del nacionalsocialismo o la Guerra Fría, las huellas de los siglos XIX y XX hacen del predio un lugar cargado de historia. Ya en 1883 jugadores de fútbol y de cricket hicieron rodar la pelota allí. En 1909 pioneros de la aviación como Ferdinand Graf von Zeppelin u Orville Wright cautivaron a los berlineses con sus inventos. Y en 1923 se inauguró el aeropuerto, que Hitler amplió entre 1936 y 1941 con el propagandístico nombre de “Weltflughafen Tempelhof” (Aeropuerto Mundial Tempelfhof). Las SS, las escuadras de protección nazis, instalaron en el predio el campo de concentración Columbia. Durante la Segunda Guerra Mundial, el lugar se usó para la industria armamentística y allí se explotó a miles de trabajadores forzados. Con el puente aéreo de 1948 y 1949, los aliados occidentales cimentaron el mito del aeropuerto Tempelhof e hicieron de él un símbolo internacional de la defensa de la libertad. En efecto, después de que la Unión Soviética bloqueara todos los accesos terrestres y marítimos a la “isla” de Berlín Occidental, los británicos y estadounidenses aprovisionaron a la ciudad desde el aire y de ese modo aseguraron su supervivencia.

Laboratorio de la participación ciudadana

Vista hacia el barrio de Neukölln desde la pista de aterrizaje
Vista hacia el barrio de Neukölln desde la pista de aterrizaje | Foto: Tempelhof Projekt GmbH
Otro deseo expresado por la participación ciudadana es que haya visitas guiadas, aplicaciones y paneles informativos que mantengan viva la historia del Tempelhofer Feld. Debatir abiertamente, respetando las reglas y de modo transparente, nombrar los conflictos, encontrar puntos en común. El predio del antiguo aeropuerto es un espacio donde se puede realizar el experimento de un proceso de planeamiento común entre la política, la administración y los ciudadanos. Pero ¿cómo estar seguros de que cada uno aportará lo suyo sin perderse en discusiones eternas? El coordinador Tilmann Heuser dice. “Lo importante es que el proceso esté bien estructurado temáticamente. En nuestro caso, por ejemplo, esto sucede gracias a algunos articuladores como “protección de la naturaleza”, “historia”, “deporte” o “administración del estacionamiento”. Después, a esos contenidos hay que darles plazos y cronogramas de acción. Así se llega a resultados vinculantes que gozan de una aceptación mayoritaria”.

Construir viviendas, conservar los espacios libres

Terraza del aeropuerto con torre de radar
Terraza del aeropuerto con torre de radar | Foto: Tempelhof Projekt GmbH
También hay planes para el edificio del aeropuerto, que tiene una superficie de 300.000 metros cuadrados y ha sido declarado patrimonio histórico de la ciudad. Ahora el vestíbulo se alquila para festivales, exposiciones y conciertos; en uno de los siete hangares viven refugiados. Para la terraza de 1300 metros de largo, el gobierno berlinés planea una galería de exposiciones sobre temas históricos. Espectacular ha resultado ser la propuesta del arquitecto Arno Brandlhuber: para paliar la escasez de viviendas, propone agregar ocho plantas de la misma superficie que todo el edificio. De ese modo habría tres mil quinientos apartamentos, tantos como se había previsto construir inicialmente en todo el predio. Así serían posibles ambas cosas: conservar los espacios libres y construir viviendas. Tal vez el Tempelhofer Feld termine siendo un lugar donde el espíritu pionero y las ideas insólitas puedan tener un desarrollo especialmente exitoso.

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