Cultura de la memoria
Evitar el patetismo
Las ciudades alemanas están llenas de sitios de memoria. Sin embargo, la cultura de los memoriales se modificó radicalmente después de la Segunda Guerra Mundial y después de la reunificación de 1989.
Los monumentos que quedan de los siglos pasados son generalmente estatuas: por ejemplo, del siglo XIV al XVII, las consagradas al héroe Rolando, que simbolizan el estado de derecho, o las ecuestres, de generales y príncipes, que siguen un modelo romano. A estas siguieron las estatuas de Goethe y Schiller durante el clasicismo alemán. Tras la guerra franco-alemana y la fundación del imperio, en 1871, la nación se celebró a sí misma con numerosos monumentos a la victoria patriótica. Allí encontró expresión especialmente el culto a Bismarck con más de 146 torres y columnas y otros 500 monumentos en honor del canciller.
Las ciudades alemanas están llenas de sitios de memoria. Su carácter, sin embargo, varió después de la Primera Guerra Mundial. En lugar de triunfantes monumentos a la victoria, surgieron sitios para recordar, como se decía, a los soldados caídos heroicamente. Después de la devastadora Segunda Guerra Mundial se sintió poco y nada la necesidad de glorificar a héroes y, en consecuencia, los nombres de los ciudadanos caídos se agregaron en monumentos preexistentes.
Memoriales en lugar de monumentos
Ya no resultan oportunos los monumentos tradicionales, que celebran el orgullo nacional o a personalidades sobresalientes de la política, la cultura y la ciencia. En su lugar, surgen los memoriales contra la guerra, el destierro y el genocidio. A partir de los años setenta, cuando comenzó el abordaje de la persecución y el asesinato de los judíos de Europa, se levantaron cada vez más memoriales relacionados con este tema, el último de los cuales es el Monumento del Holocausto. En muchos lugares hay ahora las llamadas Stolpersteine: adoquines recubiertos por una placa de latón que lleva inscripto un nombre propio. Están delante de las casas en las que habitaron los mencionados antes de convertirse en víctimas de la persecución nacionalsocialista. Con memoriales y espacios de recuerdo, los alemanes tematizaron, en un grado casi inimaginable en otros países, su propio fracaso político y moral durante la dictadura nazi.Con su tipología y diseño, los memoriales más recientes buscan transmitir los sentimientos de amenaza, desarraigo y desesperación. Simbólicamente o de modo concreto, con escenarios que incluyen vagones de trenes, equipajes y objetos similares, recuerdan la deportación y el aniquilamiento. La mirada, sin embargo, se amplió y diferenció en la última década. Después de los numerosos memoriales en recuerdo del destino de los ciudadanos judíos, se han levantado recientemente aquellos que recuerdan a los gitanos, a los homosexuales y a las víctimas de la eutanasia.
Mantener viva la memoria
Un nuevo motivo de conmemoración lo brindó la reunificación alemana. Hasta ahora, sin embargo, ni en Leipzig, donde en 1989 se realizaron las llamadas Manifestaciones de los Lunes, ni en Berlín, la capital, se ha podido llegar a un acuerdo en relación con un monumento a la reunificación. Hasta ahora ha resultado más fácil mantener viva la memoria del totalitarismo de la RDA. El Museo del Muro, en Berlín, intenta mostrar las inhumanas fortificaciones fronterizas aunque casi todas fueron destruidas después de la reunificación. El paso fronterizo en la autopista 2, ahora Memorial Marienborn de la división alemana, se transformó en un lugar de recuerdo y de educación histórica y política. A lo largo de toda la ex RDA, de Rostock a Erfurt, antiguas instalaciones y prisiones del Ministerio de Seguridad del Estado se han convertido en centros de documentación y memoria accesibles para todos. Los más importantes son el temido establecimiento de detención preventiva en Berlín-Hohenschönhausen y el Museo de la Stasi en el antiguo Ministerio de Seguridad del Estado.La elaboración histórica del totalitarismo nazi y la dictadura de la RDA forman parte de los objetivos que se ha planteado el gobierno federal. Otros temas políticos o la historia más reciente, por ejemplo, la unificación europea, tienen menos presencia y sólo rara vez se tematizan mediante memoriales.
Dos monumentos de fecha reciente vinculados al mundo militar innovan en la forma: por un lado, en el terreno del Ministerio de Defensa, en Berlín, está desde 2009 el monumento central de las fuerzas armadas alemanas en recuerdo de los soldados caídos en servicio. Por otro, el Bosque del recuerdo, un memorial ubicado cerca de Potsdam, está dedicado a los soldados del ejército alemán fallecidos en operaciones en el extranjero.
Estos monumentos y memoriales más recientes tienen en común una arquitectura cuyo diseño simple y sobriedad evitan cualquier patetismo. No simbolizan el orgullo nacional o las ansias de dominio ni están dirigidos contra otros pueblos, sino que cumplen una misión de educación moral. Su función es transmitir comprensión y respeto y constituir un llamado a la tolerancia y a la humanidad.