Construyendo una ciudad Arquitectura moderna en Bogotá
A mediados del siglo XX, la capital colombiana fue un laboratorio de arquitectura bajo la influencia de varios arquitectos modernos que migraron desde Europa. Lo construído en esa época cambió para siempre el rostro de la ciudad. Imágenes de un recorrido por la memoria arquitectónica de Bogotá.
La arquitectura moderna llegó a Colombia a mediados de los años treinta del siglo pasado, casi dos décadas después que en Europa, explica Luis Albarracín, arquitecto de la Universidad Nacional de Colombia, que organiza recorridos urbanos de divulgación de la historia de la arquitectura de la ciudad. Más tarde, en los sesenta y setenta, se difundió en Bogotá lo que conocemos como “arquitectura internacional”.
La Universidad Nacional fue central en todo este proceso. Pensada para ser la expresión arquitectónica de la modernización del Estado, varios de los edificios de la Ciudad Universitaria –conocida como “Ciudad Blanca”– fueron diseñados por Leopoldo Rother, un arquitecto alemán que había participado en el movimiento Bauhaus. Otros de los edificios del campus fueron diseñados por Bruno Violi, italiano, y los alemanes Erich Lange y Ernesto Blumenthal. Además, en la Nacional se fundó la primera facultad de arquitectura del país: antes, los arquitectos colombianos estudiaban en Europa o eran ingenieros de profesión. Maestros como Rother fueron docentes allí, así que las primeras generaciones de arquitectos colombianos nacieron en este movimiento moderno. Alberto Wills Ferro, graduado de la primera promoción, diseñó la Biblioteca Nacional de Colombia, aún a medio camino entre la arquitectura moderna y la tradición neoclásica con elementos art decó.
Dos grandes nombres surgieron en las generaciones siguientes: Rogelio Salmona y Germán Samper Gnecco. Ambos estudiaron en la Universidad Nacional y en el taller parisino del legendario arquitecto suizo Le Corbusier, quien visitó Colombia en cinco ocasiones. Ambos fueron fundamentales en la transformación de la arquitectura colombiana, a partir de los principios de la arquitectura moderna: Samper, en la consolidación de la arquitectura internacional, y Salmona con un estilo más personal que giró hacia la exploración de las formas orgánicas y el uso del ladrillo en las fachadas.
La arquitectura moderna en Colombia no surgió “espontáneamente de un movimiento social colectivo”, como escribe Silvia Arango, la historiadora más importante de la arquitectura en Colombia. “Fue inducida por un grupo de profesionales de la arquitectura, identificables con nombre propio. Y significó una ruptura auténtica y radical con el pasado arquitectónico: después de su irrupción en nuestras ciudades, no hubo ya posibilidad de volver atrás”.
Las imágenes que presentamos a continuación son un recorrido por las diferentes etapas de la arquitectura moderna en Bogotá: desde la influencia directa de la Bauhaus hasta el nacimiento de estilos más autónomos.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Biblioteca Nacional (Alberto Wills Ferro)
Ferro se graduó de la Universidad Nacional en 1932, cuando arquitectura aún pertenecía a la Facultad de Ingeniería. Su tesis de grado fue el edificio de la Biblioteca Nacional, inaugurada en 1938 y precursora de la arquitectura moderna en el país: aunque trató de alejarse de la tradición historicista y neoclásica, mantuvo ciertos aires art decó en su decoración y simetría en su composición.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Biblioteca Nacional (Alberto Wills Ferro)
El edificio cuenta con cuatro frentes y dos fachadas con ventanales. En el centro, una lucerna permite la entrada de la luz. La biblioteca tiene cerca de dos millones de volúmenes, entre los que se encuentran casi todos los libros impresos en Colombia desde 1830, manuscritos y otros documentos que son patrimonio de la nación, así una colección de libros raros y curiosos.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Edificio de Ingeniería, Universidad Nacional (Bruno Violi - Leopoldo Rother)
Fue diseñado entre 1940 y 1942, y es un hito de la arquitectura moderna en Bogotá por sus formas sobrias, el amplio porche y la simetría de la fachada que se complejiza gracias a los juegos de diferentes grupos de ventanas. Gracias a ellos, la luz natural circula en los salones, pasillos y escaleras laterales del edificio.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Edificio de Ingeniería, Universidad Nacional (Bruno Violi - Leopoldo Rother)
Tiene forma de peineta, con cuatro naves traseras que salen del bloque principal, orientado norte-sur. En el medio, una escalera central de granito fundido comunica con el segundo y tercer piso, donde están ubicadas la biblioteca y las oficinas administrativas.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Antigua Imprenta, Universidad Nacional – Actual museo de arquitectura (L. Rother)
Este edificio es una muestra de la preocupación de la arquitectura moderna por resolver necesidades prácticas con diseños sencillos pero estéticamente interesantes. Originalmente fue diseñado por Rother para albergar la imprenta de la Universidad Nacional. La amplitud de su interior, ideada para soportar la maquinaría y el paso de los trabajadores y materiales, permitió que posteriormente se construyeran aulas y salones en su interior.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Antigua Imprenta, Universidad Nacional, Actual museo de arquitectura (L. Rother)
Sobre la cara principal (norte), grandes ventanales y delgados tabiques de concreto sirven para que la luz se distribuya de manera uniforme en todo su interior. Este edificio significó un cambio de las paredes blancas hacia el uso del ladrillo, así como una innovación en el manejo de los volúmenes y los espacios, con geometrías inspiradas en las formas musicales que parecen desafiar la gravedad.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Hotel Continental (Vicente Nasi)
Vicente Nasi nació en Turín y se graduó de arquitectura en la Universidad Nacional de Colombia. El Hotel Continental fue construido en 1948, pero su diseño original era para comercio y oficinas. Cuando la estructura se había levantado, se modificó el diseño interior para convertirlo en hotel y recibir a los asistentes a la XI Conferencia Panamericana.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Hotel Continental (Vicente Nasi)
De arquitectura depurada y racionalista, en el edificio predominan las líneas rectas y la simetría, que contrastan con la sinuosidad de la Avenida Jiménez. A mediados de los años cincuenta, la firma Cuéllar, Serrano, Gómez amplió el edificio, agregándole la trompa con ventanales que se asoma hacia el oriente de la ciudad. Tras décadas de abandono, fue restaurado y ampliado en 2008.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Centro Antonio Nariño (Esguerra, García Merlano, Suárez, Meléndez y Gutiérrez)
El Centro Antonio Nariño, inaugurado en 1952 con 14 torres (ocho de 13 pisos y seis de cinco), transformó el modelo de vivienda de la clase media bogotana e inauguró la época de la vivienda multifamiliar en altura y la propiedad horizontal. Fue pionero en la técnica y materiales constructivos gracias a un sistema de vigas y columnas de concreto armado.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Centro Antonio Nariño (Esguerra, García Merlano, Suárez, Meléndez y Gutiérrez)
Los 789 apartamentos están rodeados de grandes zonas verdes, paseos peatonales, lugares de comercio, un colegio y un teatro. Su diseño es copia del conjunto residencial Tusschendijken, que existió en Rotterdam (Holanda) en la década del 50, y sigue los conceptos de los Congresos Mundiales de Arquitectura Moderna, los mismos que Le Corbusier aplicó a la Unidad Habitacional de Marsella (Francia), en 1945.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Planetario de Bogotá (Pizano, Pradilla, Caro y Restrepo)
En 1968 la Alcaldía de Bogotá le encomendó a la firma Pizano, Pradilla, Caro y Restrepo la construcción del Planetario Distrital. Estaba ocurriendo la carrera espacial, así que el Planetario se pensó como una forma de aprovechar el entusiasmo general para acercar la astronomía y la ciencia a los ciudadanos. Su proyector, fabricado por la firma Zeiss en Oberkochen (Alemania), aún está en funcionamiento.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Planetario de Bogotá (Pizano, Pradilla, Caro y Restrepo)
Ubicado a un costado del Parque de la Independencia y a pocos metros de la Plaza de Toros, el edificio tiene un diseño orgánico y circular, con ventanales alrededor del domo central. La carrera por el espacio, símbolo de la modernidad, se ve reflejado en el diseño circular de la construcción, que tiene dos pisos y una terraza desde la que se realizan observaciones.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Hotel Tequendama (Cuellar-Serrano-Gómez)
Este edificio de 18 pisos fue construido entre 1950 y 1951, lo cual significó un gran avance tecnológico en términos de los tiempos de construcción en Colombia. La estandarización de elementos, la innovación en materiales como el reticular celulado para la construcción de los pisos abrieron la puerta al llamado “estilo internacional” en la arquitectura de Colombia. En 1970 fue inaugurada una ampliación que duplicó su capacidad.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Hotel Tequendama (Cuellar-Serrano-Gómez)
La fachada del Hotel Tequendama está hecha completamente en ladrillo, con un estilo racional austero. Fue el primer edificio del conjunto de edificios del Centro Internacional. Aunque el Hotel Tequendama no destaca tanto en lo arquitectónico, en el ámbito urbano esta zona se convirtió en un hito gracias a la mezcla de usos del suelo (vivienda, oficina, ocio, comercio) y la creación de espacio público en un primer piso elevado.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Biblioteca Luis Ángel Arango (Germán Samper)
Creada en varias etapas desde 1958, esta edificación de 44.000 metros cuadrados es uno de los espacios culturales más importantes del país. Actualmente cuenta con más de dos millones de volúmenes, once salas de lectura, espacios para computación y ocio, así como una sala de conciertos, obra que el arquitecto Germán Samper considera su obra más importante.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Biblioteca Luis Ángel Arango (Germán Samper)
La biblioteca es voluminosa, pero la firma de Samper respetó la altura de las edificaciones aledañas, en su mayoría casas coloniales. Asimismo, el uso de la madera y el mármol le da una sobriedad que la mantiene vigente. En su interior, el uso estratégico de la iluminación le da un carácter distintivo a cada uno de sus espacios.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Torre Avianca (Germán Samper)
Es el primer rascacielos de Colombia, construido para la aerolínea colombiana Avianca. Con 42 pisos y 161 metros de altura, fue el edificio más alto de Sudamérica cuando se inauguró, en 1969, así como un símbolo de la arquitectura internacional del país. El 23 de julio de 1973 un incendio que inició en el piso 13 dejó cuatro personas muertas y 63 heridas, pero la estructura no sufrió daños considerables.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Torre Avianca (Germán Samper)
Fue diseñado por la firma de Germán Samper Gnecco, graduado de Arquitectura de la Universidad Nacional y quien trabajó en el estudio de Le Corbusier. El edificio de Avianca fue pensado para tener independencia y sobresalir frente a las edificaciones vecinas. Resaltan la simplicidad geométrica y el concreto a la vista.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Torres del Parque (Rogelio Salmona)
Construidas entre 1968 y 1970, estos edificios residenciales son uno de los mayores hitos de la arquitectura de Bogotá y un logro de la obra del arquitecto Rogelio Salmona. Su diseño logró conjugarse con el estilo de la vecina Plaza de Toros, así como resaltar la geografía del piedemonte de los Cerros Orientales de la ciudad. A Salmona le tomó cinco años de trabajo darle forma a este proyecto, que fue la culminación de la arquitectura colombiana de los años sesenta y de su propia exploración personal.
Foto: Gabriel Corredor Aristizábal, 2017
Torres del Parque (Rogelio Salmona)
Las Torres del Parque no son sólo un proyecto arquitectónico, sino un hito urbano. Las tres torres y los espacios públicos fueron construidas con el material dominante en las fachadas de la zona: el ladrillo. Junto a una torre central de 37 pisos, dos torres escalonadas y en espiral parecen abrazar la Plaza de Toros. Las torres fueron diseñadas para no interferir con la vista de los Cerros Orientales.