La huida y la extrañeza en el libro ilustrado
Contar con cautela, pero sin disimulos
Los nuevos libros ilustrados de editoriales alemanas les presentan a los niños los temas de la huida, la guerra y la xenofobia.
En casa su vida ya no está segura, eso es un hecho. Por muy diferentes que sean su procedencia y su destino individual, se topan en el camino y juntos se ponen en marcha. La situación de partida de uno de los cuentos infantiles alemanes más conocidos, Los músicos de Bremen, de la compilación de los hermanos Grimm, recuerda el destino que por el momento comparten cientos de miles de refugiados. También, el lema que el burro dice en la versión de los Grimm y que falta en muchas de las narraciones posteriores que se han hecho de este cuento: “En cualquier parte se puede encontrar algo mejor que la muerte.”
La huida, la expulsión y los viajes imprevistos son temas importantes en los cuentos de Grimm. Pero aunque algunos de sus motivos tengan una clara resonancia en los desafíos sociales de la actualidad, para manejar de forma prudente estos importantes temas en el jardín de niños y durante la edad preescolar, son más adecuados los libros producidos en la actualidad por las editoriales. Las editoriales alemanas han publicado toda una serie de libros ilustrados cuyo tema son la huida y la extrañeza y que ofrecen la oportunidad de conversar al respecto con los niños al tiempo que fomentan la comprensión, en el mejor de los casos, hacia ambas partes: los refugiados y las personas con las que éstos llegan a vivir al final de su viaje.
Un juego poético con palabras extranjeras
En el libro ilustrado El día en que Saída llegó con nosotros, de Susana Gómez Redondo, ilustrado por Sonja Wimmer y publicado en febrero de 2016 por la editorial Peter Hammer, una inquieta niña cuenta de la llegada de otra niña de su misma edad, triste y callada, oriunda de Marruecos. “El día que Saída llegó con nosotros, supe de inmediato que siempre me iba a caer bien”, se lee en una de las primeras páginas. Finalmente oye que su nueva amiga probablemente no sea muda: “Quizá era sólo que no quería hablar su idioma, porque es diferente al nuestro.” Las dos niñas señalan cosas y las nombran, aprenden una de la otra, a la nueva amiga le gustan las letras árabes, el trazo de la escritura y el sonido de esa lengua. La exploración recíproca se convierte en un juego poético de imágenes de ensueño, llenas de palabras y de signos de escritura, que cada vez las acerca más: así de fácil puede ser, y así de bonito, superar la extrañeza cuando desde el principio se sabe que uno siempre va a caerse bien.Xenofobia en imágenes negras
Por el contrario, Armin Greder nos cuenta en su libro ilustrado La isla, publicado por primera vez en 2002 y reeditado ahora por la editorial Sauerländer, a dónde se llega cuando desde el principio se sabe que se preferiría mandar de inmediato de regreso a aquél que acaba de llegar. El hombre que ha encallado con su balsa en la playa “no era como ellos”, eso lo reconocieron de inmediato los habitantes de la isla: está desnudo. El pescador sabe que el hombre moriría en el mar. “Entonces recibieron al hombre“, se lee. La imagen correspondiente al texto presenta a hombres gordos y furibundos, armados con escobas, rastrillos y horquillas, que obligan al hombre a caminar delante de ellos. Esto es lo que significa ser recibido en un mundo en el que los habitantes no tienen nada más que ofrecerle al extraño que el establo de las cabras y comida para cerdos. Y que además tienen miedo, que se azuzan mutuamente hasta que deciden que los mejor para todos será volver a echar al hombre al mar en su balsa. Una historia oscura en imágenes negras, un mensaje claro que les explica de manera impresionante a los niños de preescolar lo que es la xenofobia y qué poco tiene ésta que ver con el extranjero en cuestión.Acerca de nuevos y difíciles comienzos
Seguro que todo va a salir bien, de Kirsten Boie, publicada en enero de 2016 por la editorial Klett Kinderbuch, lleva la esperanza ya en el título, y esta esperanza es la que sostiene a los hermanos Hassan y Rahaf, oriundos de la ciudad siria de Homs, de nueve y diez años de edad, a lo largo de toda la historia. Su vida al final del relato es mejor en algunas cuestiones decisivas, pero de ninguna manera buena, y esto es muestra de la cautela y la prudencia con las que la autora de libros infantiles narra sin embellecer: no les impone a sus héroes y lectores las víctimas mortales de bombardeos en la ciudad devastada, o náufragos en sus peligrosas travesías por el Mediterráneo, pero sí pone en claro lo que los refugiados han debido pasar. Y lo que les espera cuando llegan a Europa. Después de tres meses en el campo de acogida de emergencia, los niños son separados de sus nuevos amigos. En la escuela algunas niñas se acercan con curiosidad a Rahaf, pero la barrera del idioma les hace perder rápidamente el interés por la niña siria. La esperanza del padre de poder trabajar en Alemania como médico, su profesión, no se ha visto concretada cuando termina el libro. Los seis miembros de la familia se siguen compartiendo un cuarto con tres camas en la vivienda provisional que les fue asignada en un campamento para refugiados. Pero cuando el padre ve un accidente en la calle, puede ayudar antes de que lleguen los paramédicos, y así demostrar lo que sabe.La mitad inferior de cada página incluye la traducción al árabe de la historia, y al final se encuentran unas primeras palabras y frases en ambos idiomas: desde “¿Cómo te llamas?” hasta “¿Tienes ganas?” pasando por “¿Quieres ser mi amigo?” Pero también “¡Déjame en paz!” y “¡No tengo ganas!”. Así Seguro que todo va a salir bien no sólo nos cuenta acerca de un nuevo comienzo en un país ajeno, sino que el libro también lograr aligerar ese nuevo inicio.