Abandono del carbón
Cambio y transformación

La extracción es barata, pero tiene consecuencias catastróficas para el medio ambiente: la explotación del lignito.
La extracción es barata, pero tiene consecuencias catastróficas para el medio ambiente: la explotación del lignito. | Foto (detalle): Andreas Franke © picture alliance

¿Cómo será el suministro energético del futuro? Alemania aspira a prescindir totalmente del carbón antes de 2038. Una meta ambiciosa para la que aún deben superarse muchos obstáculos.

Durante siglos la minería y la extracción de carbón fueron un componente de Alemania tan inamovible como lo es hoy la industria automotriz: la República Federal de Alemania es el país que más explota el lignito en todo el mundo y su tradición minera se remonta hasta el siglo XVII. Con bajos costos de extracción y reservas casi inagotables, por mucho tiempo este combustible pareció ser una garantía segura del futuro suministro energético. Hoy sabemos que las reservas de lignito no son en absoluto infinitas y que la minería daña el medio ambiente en grandes proporciones, no sólo por la destrucción del paisaje sino también por la enorme emisión de CO2.

En Alemania todavía hay tres regiones que explotan activamente el lignito. El gráfico muestra el número de personas que trabajan en la industria del carbón, incluidas las centrales eléctricas, en las regiones de Renania, Alemania Central y Lausitz.
En Alemania todavía hay tres regiones que explotan activamente el lignito. El gráfico muestra el número de personas que trabajan en la industria del carbón, incluidas las centrales eléctricas, en las regiones de Renania, Alemania Central y Lausitz. | Foto: © dpa-infografik
A más tardar desde el accidente de Fukushima, la energía nuclear pasó a integrar la lista de fuentes energéticas que deben ser reemplazadas y hoy resulta evidente que el cambio energético es inevitable. Por su parte, Alemania se ha comprometido a alcanzar las metas dispuestas en la Conferencia Mundial del Clima de París de 2015. En 2016 el gobierno federal estableció el “Klimaschutzplan 2050” (Plan de protección del clima 2050) que prevé una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en un cincuenta y cinco por ciento respecto a 1990. Allí, el abandono del carbón juega un papel central. Así, las metas siguen firmes, pero hay que mucho camino por recorrer.

Abandono del carbón antes de 2038

En el plano político ya se han colocado importantes pilares: para alcanzar sus metas respecto a la energía, el gobierno federal fundó en 2018 la comisión Wachstum, Strukturwandel und Beschäftigung (Crecimiento, transformación estructural y ocupación), también conocida como “Kohlekommission” (Comisión del carbón): diferentes actores de la política, la economía, las asociaciones ambientalistas, los sindicatos y las regiones y estados federados involucrados elaboraron un plan para dar forma al abandono del carbón y al subsecuente cambio estructural de Alemania. Según este plan, Alemania deberá prescindir totalmente de la extracción de carbón antes de 2038. Así, en 2022 deberán desaparecer de la red energética 12,5 gigavatios provenientes de las centrales que trabajan con hulla y lignito –alrededor de un veintiocho por ciento de la actual producción energética a partir de a carbón–; las emisiones de CO2 en el sector energético deberán reducirse a la mitad antes de 2030.

Para alcanzar las metas de la comisión, en septiembre de 2019 el gobierno federal implementó un amplio paquete de medidas que también es ambicioso: el gobierno federal persigue el objetivo de alcanzar la neutralidad energética antes de 2050, se dice en el proyecto. Viajar en tren será más barato; viajar en avión, más caro; de las casas desaparecerá la calefacción de fueloil. Sin embargo, el ítem más extenso del programa de protección del clima para 2030 es el abandono de la generación de electricidad mediante carbón... y el segundo, la ampliación de las energías renovables en un sesenta y cinco por ciento.

Decenas de miles de personas provenientes de todo el país participaron en las manifestaciones a favor de la conservación del bosque de Hambach.
Decenas de miles de personas provenientes de todo el país participaron en las manifestaciones a favor de la conservación del bosque de Hambach. | Foto: © picture alliance/chromorange

¿Los árboles son más importantes que los puestos de trabajo?

A pesar de las metas claras, no es sencillo dar forma al cambio energético. Desde el punto de vista social, el abandono del carbón es un tema polémico: mientras quienes se oponen a su explotación reclaman acciones inmediatas, en otros sectores de la sociedad la resistencia es grande. Estas tensiones se descargaron con fuerza, por ejemplo, en 2018, en el bosque de Hambach, lindante con la mina de carbón de Etzweiler y que iba a ser talado para practicar la extracción a cielo abierto. Ubicado en Nordrhein-Wesftalen, cientos de ambientalistas y activistas ocuparon durante semanas el bosque amenazado de tala. Decenas de miles de manifestantes de todo el país viajaron para apoyarlos. Al mismo tiempo, los sindicatos y trabajadores de la industria del carbón están luchando por conservar sus puestos de trabajo. Y también en otras regiones el cambio energético encuentra resistencia, por ejemplo, en aquellas zonas en los que se instalan nuevos parques eólicos. Para evitar la instalación de esos rotores gigantescos, los pobladores interponen recursos por ruidos molestos, daño a la naturaleza o violación de la ley de conservación. La concesión de permisos se estanca y con ella la urgente ampliación de la energía eólica.


El abandono de la hulla es el modelo

En los acalorados debates se pierde de vista también todo lo que ya se ha alcanzado. Si se observa la combinación de energías utilizadas en 2019 en Alemania, resulta evidente que el carbón ha pedido su posición privilegiada; según el análisis del Instituto Frauenhofer de Sistemas de Energía Solar ISE, en el primer semestre de 2019 los sistemas fotovoltaicos y eólicos juntos produjeron más energía eléctrica que el carbón. Si se suman el agua y la biomasa, las fuentes de energía renovables constituyen casi la mitad de la producción pública de energía. Además, con el abandono de la hulla se completó una fase del cambio energético. Al cerrarse la última mina, en Bottrop, se separó de la red energética la mayor cuenca hullera de Alemania. Durante su apogeo trabajaban allí más de medio millón de personas, que extraían por año más 110 millones de toneladas de hulla. Más tarde, la explotación de la hulla perdió competitividad en el plano internacional y más de mil millones de euros en subvenciones anuales fluyeron a esa industria para compensar la diferencia con el mercado internacional. Por eso, en 2007 el parlamento alemán trazó un curso para abandonar el uso de la deficitaria hulla. Ese mismo año se creó la RAG-Stiftung, cuya misión era ocuparse del abandono programado de la explotación y, más tarde, de los daños permanentes que había causado. El abandono de la hulla vale como modelo, porque se llevó a cabo de un modo tolerable para toda la sociedad, se garantizó la estabilidad económica y se tuvieron en cuenta los daños al medio ambiente.

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