Foodstagramming
Clic... ¡Muerde!
¿Tomar un breve descanso mientras se come? Si quiere disfrutar más de su comida, haga una pausa antes, preferiblemente con la cámara en la mano.
Cuando en 1832 el francés Joseph Nicéphore Niépce tomó una foto de una mesa con un cuenco, una botella de vino y pan, probablemente nunca imaginó que acababa de sentar las bases del foodstagram actual: el nacimiento no oficial del food porn. 190 años después, la comida se ha convertido en el objeto más fotografiado en las redes sociales.
“Naturaleza muerta de una mesa puesta” de Joseph Nicéphore Niépce (ca. 1832), el primer “foodstagram” del mundo. | © Wiki Commons Hasta ese momento, cuando el inventor de la heliografía tomó la foto más antigua que se conoce de una comida, ésta era únicamente una pintura. El bodegón de comida constituyó su propio género de naturaleza muerta desde principios del siglo XVII y celebró su apogeo en la primera mitad del siglo XVII, impulsado por la pintora flamenca Clara Peeters, considerada pionera del género.
Naturaleza muerta con cangrejos de río y alcachofas, de la pintora flamenca Clara Peeters, pionera de este género (hacia 1618). | © Wiki Commons
En los últimos 10 años, sacar fotos de la comida con los teléfonos celulares se ha convertido en algo tan extendido que algunos restaurantes neoyorquinos han decidido simplemente prohibir esta práctica en sus locales. En opinión de algunos cocineros y propietarios de restaurantes, el uso constante de la cámara del celular perturba el ambiente, retrasa el negocio y suele ser injusto con la calidad de la comida, preparada con tanto esmero y que a menudo queda tibia luego de devorarse el primer bocado.
Varios estudios científicos han investigado el efecto de tomar fotos en el disfrute de una experiencia gastronómica y han llegado a la misma conclusión: influye positivamente en la percepción de la comida que tenemos en el plato y, además, después sabe especialmente bien. La razón principal es la anticipación. El proceso de retrasar el acto de comer preparando meticulosamente la foto aumenta el disfrute de la comida. Así, prestamos más atención a nuestra comida, después comemos con más consciencia y, por tanto, más despacio, lo que a su vez mejora la digestión y puede incluso ayudarnos a perder peso.
La psique también puede beneficiarse. Compartir la comida siempre ha sido un ritual social. Compartir fotos de la comida sustituye este ritual cada vez que la familia o los amigos están fuera. Somos más felices cuando podemos compartir nuestro disfrute con los demás.
En eventos en línea como el Bake Fest, los talleres de fotografía y videografía para las redes sociales forman parte del programa tanto como los propios cursos de repostería. En innumerables foros de Internet y blogs gastronómicos se intercambian consejos sobre la mejor manera de poner la comida en escena, desde la disposición perfecta de los alimentos en triángulo para conseguir más armonía en la imagen hasta el ángulo ideal de disparo de 45 grados.
La repostera, autora de libros de cocina y estilista gastronómica de Seattle, Aran Goyoaga, cuya cuenta de Instagram @cannellevanille tiene más de 335.000 seguidores y ha sido nominada al prestigioso premio “James Beard”, sigue el principio de “menos es más”.
Stillleben der Food Bloggerin Aran Goyoaga aus ihrem Kochbuch-Bestseller „Cannelle Et Vanille Bakes Simple” (2021) | Aran Goyoaga “Abordo la fotografía de Instagram como cualquier otra fotografía. Busca una fuente de luz difusa y no ‘contaminada’ (como la luz que se refleja en las paredes de color). Adopta un estilo muy sencillo sin demasiada utilería que distraiga de la comida. Utiliza cerámicas y superficies con textura".
No se sabe si Joseph Nicéphore Niépce ya conocía estos trucos cuando compuso su cuadro. Sin embargo, podemos suponer con seguridad que su vaso de vino y su rebanada de pan le supieron mejor por la pausa previa que hizo.
“Naturaleza muerta de una mesa puesta” de Joseph Nicéphore Niépce (ca. 1832), el primer “foodstagram” del mundo. | © Wiki Commons Hasta ese momento, cuando el inventor de la heliografía tomó la foto más antigua que se conoce de una comida, ésta era únicamente una pintura. El bodegón de comida constituyó su propio género de naturaleza muerta desde principios del siglo XVII y celebró su apogeo en la primera mitad del siglo XVII, impulsado por la pintora flamenca Clara Peeters, considerada pionera del género.
Naturaleza muerta con cangrejos de río y alcachofas, de la pintora flamenca Clara Peeters, pionera de este género (hacia 1618). | © Wiki Commons
De los crustáceos a la pizza
Los mariscos, así como las alcachofas y los limones, se representaban con especial frecuencia en los bodegones de la época. En la actualidad, la comida más fotografiada en todo el mundo es la pizza, seguida de cerca por el sushi. #food, #foodporn, #instafood y #yummy están entre los 100 hashtags más populares de Instagram. Cada vez es más raro visitar un restaurante sin ver al menos a un foodstagrammer. El bastión mundial de los amantes de la gastronomía a los que les gusta tomar fotos es Nueva York, con más de un millón de fotos de comida en las redes sociales.En los últimos 10 años, sacar fotos de la comida con los teléfonos celulares se ha convertido en algo tan extendido que algunos restaurantes neoyorquinos han decidido simplemente prohibir esta práctica en sus locales. En opinión de algunos cocineros y propietarios de restaurantes, el uso constante de la cámara del celular perturba el ambiente, retrasa el negocio y suele ser injusto con la calidad de la comida, preparada con tanto esmero y que a menudo queda tibia luego de devorarse el primer bocado.
La anticipación es la mejor alegría
Aunque la presión sanguínea de algunas personas en la cocina del restaurante o en la mesa de al lado pueda aumentar como resultado de la sesión fotográfica, para los propios fotógrafos no sólo aporta likes, sino también beneficios para la salud.Varios estudios científicos han investigado el efecto de tomar fotos en el disfrute de una experiencia gastronómica y han llegado a la misma conclusión: influye positivamente en la percepción de la comida que tenemos en el plato y, además, después sabe especialmente bien. La razón principal es la anticipación. El proceso de retrasar el acto de comer preparando meticulosamente la foto aumenta el disfrute de la comida. Así, prestamos más atención a nuestra comida, después comemos con más consciencia y, por tanto, más despacio, lo que a su vez mejora la digestión y puede incluso ayudarnos a perder peso.
La psique también puede beneficiarse. Compartir la comida siempre ha sido un ritual social. Compartir fotos de la comida sustituye este ritual cada vez que la familia o los amigos están fuera. Somos más felices cuando podemos compartir nuestro disfrute con los demás.
El “foodstagram” perfecto
Si bien el fenómeno del foodstagram ha despertado el interés de la investigación en psicología, la técnica fotográfica que lo sustenta también se está convirtiendo en una ciencia. Las clases de repostería y cocina ya no se limitan a la preparación de los ingredientes sino que la mercadotecnia desempeña un papel cada vez más importante. La cámara se ha convertido en un utensilio tan importante como la cuchara de madera.En eventos en línea como el Bake Fest, los talleres de fotografía y videografía para las redes sociales forman parte del programa tanto como los propios cursos de repostería. En innumerables foros de Internet y blogs gastronómicos se intercambian consejos sobre la mejor manera de poner la comida en escena, desde la disposición perfecta de los alimentos en triángulo para conseguir más armonía en la imagen hasta el ángulo ideal de disparo de 45 grados.
La repostera, autora de libros de cocina y estilista gastronómica de Seattle, Aran Goyoaga, cuya cuenta de Instagram @cannellevanille tiene más de 335.000 seguidores y ha sido nominada al prestigioso premio “James Beard”, sigue el principio de “menos es más”.
Stillleben der Food Bloggerin Aran Goyoaga aus ihrem Kochbuch-Bestseller „Cannelle Et Vanille Bakes Simple” (2021) | Aran Goyoaga “Abordo la fotografía de Instagram como cualquier otra fotografía. Busca una fuente de luz difusa y no ‘contaminada’ (como la luz que se refleja en las paredes de color). Adopta un estilo muy sencillo sin demasiada utilería que distraiga de la comida. Utiliza cerámicas y superficies con textura".
No se sabe si Joseph Nicéphore Niépce ya conocía estos trucos cuando compuso su cuadro. Sin embargo, podemos suponer con seguridad que su vaso de vino y su rebanada de pan le supieron mejor por la pausa previa que hizo.