Tras el gran éxito de la «Novena», Beethoven trabaja en otra sinfonía. Sin embargo, a su muerte, en 1827, solo se habían completado algunos bocetos. Utilizando métodos de IA, se creará una posible versión de la décima sinfonía a partir de ellos. Para ello, se examinan las composiciones de Beethoven existentes y se convierten en legibles por máquina. De este modo, los algoritmos aprenden el estilo típico de Beethoven y ahora pueden producir movimientos musicales con sentido, sobre la base de los bocetos existentes.
Los musicólogos seleccionan los mejores y los reproducen en el sistema. Así es como se crea la nueva obra paso a paso. Sin embargo, la pieza musical producida por la IA es inicialmente «solo» una secuencia uniforme de notas. Queda en manos del compositor o compositora la tarea de interpretarlas para los diferentes instrumentos de una orquesta.

Surge una nueva sinfonía

Aquí la IA «toca» su composición como una armónica de cristal. Los seis primeros compases, es decir, los once primeros segundos, siguen siendo originales de Beethoven.