Dentro de la región latinoamericana, Chile es el país que más aumentó su inmigración entre los años 2010 al 2015. Según datos de la CEPAL y la OIT, esta taza creció un 4.9%, superando a otros receptores de inmigrantes como México y Brasil. Chile es el país que más ha incrementado su población extranjera, y desafortunadamente esto no significa que la percepción, aceptación y tolerancia hacia este grupo de la población aumente proporcionalmente.
La población inmigrante a nivel global, en calidad de refugiado o inmigrante que escapa del país de origen, se concentra mayormente en los grupos etarios de 12-18 y 25-35 años. Este realidad se encuentra presente en Chile, y así mismo se replica en Grecia desde hace más de 10 años. Racismo, xenofobia y homofobia son conductas recurrentes desplegadas en contra de esta población. Y si bien hoy existen programas de inserción e integración, estos por lo general pasan por alto la inclusión y preocupación específica por la comunidad LGBTQI.
En el contexto de Grecia, el grupo de inmigrantes adolescentes (12-18) que llega de forma ilegal, o que logra permanecer en un campo de refugiados, es el mas vulnerable. Así mismo, es un grupo que se encuentra en pleno desarrollo de su vida afectiva y sexual. La sucesión de traumas que estos deben experimentar es grande y no siempre reciben la ayuda necesaria. Un viaje en el que ponen en riesgo sus vidas, el someterse usualmente a la discriminación y acoso de abogados, interpretes y profesores, para luego por necesidad económica, ejercer la prostitución. Esta sin muchas veces tener experiencia sexual previa, o no tener claridad respecto a su orientación sexual.
Cuando y quién piensa en la comunidad LGBTQI de inmigrantes que llegan a Chile? Cómo se les puede dar voz a una comunidad real y existente dentro del conjunto de extranjeros? Cuales son sus necesidades específicas? Se puede aprender muchísimo de dos iniciativas ocurriendo en Atenas: FAROS y LGBTQI + Refugees in Greece.
La agrupación de LGBTQI + Refugees in Greece se dio a conocer con mayor fuerza durante el 2017 tras sus acciones políticas en el contexto de Documenta 14 en Atenas, y hoy son un grupo de mas de 50 personas que representa un canal para dar voz y fuerza al grupo mas reprimido e invisible de la crisis de refugiados. Si bien la mayoría de sus integrantes han sido victimas de homofobia en sus países de origen, estos aún no se sienten seguros en Grecia. Hoy se reúnen en asambleas donde cada uno ejerce y expresa su voz de forma horizontal, y se preocupan de escuchar las necesidades de cada integrante. Realizan cada cierto tiempo actividades abiertas al publico para así recolectar dinero para terapias de reemplazo hormonal y tratamientos para el VIH.
En el caso de FAROS, esta se aboga por crear espacios seguros para mujeres y sus familias, y niños y adolescentes desamparados. Para estos últimos, se brinda apoyo psicológico especialmente a jóvenes que han ejercido prostitución, donde el proceso normal de desarrollo sexual, romántico y afectivo ha sido interrumpido, adelantado y/o obstaculizado. Se les ofrece una serie de talleres para fortalecer su autoestima, así mismo talleres de orientación sexual e identidad de género.