Berlinale 2024
Un festival en tiempos de cambio
El festival de cine de Berlín está a dieta: se eliminaron dos secciones y en total se muestran menos películas. Por su parte, la Competencia Internacional se presenta con una oferta cuya amplitud es prometedora. ¿Acaso sus directores, en su edición de despedida, preanuncian con el enflaquecimiento del festival el futuro de la Berlinale?
Ahí está, la última Berlinale que organizan Mariette Rissenbeek y Carlo Chatrian en su quinto año como directora ejecutiva y director artístico respectivamente. Este año en el festival con público más grande del mundo se muestran alrededor de 230 películas. En 2023 fueron más de 280, y en tiempos de su predecesor, Dieter Kosslick, más de 400. La Berlinale se reduce cada vez más. Las razones son evidentes: primero, las consecuencias negativas del Coronavirus; después vinieron la inflación y la espiral de precios. Hay que ahorrar. Dos secciones, Perspectiva Cine Alemán y Series de la Berlinale cayeron víctimas del lápiz rojo. Las producciones correspondientes, sin embargo, podrán verse distribuidas en otras secciones o en galas especiales.
El mundo en competencia
La sección Encounters, recientemente creada por Carlo Chatrian, queda, sin embargo, inalterada: allí se presentan quince trabajos, entre ellos The fable de Manoj Bajpayee, la segunda película india nominada en una sección de competencia en treinta años de festival. También la Competencia Internacional se presenta con la variedad acostumbrada: veinte producciones y coproducciones de treinta países compiten por el Oso de Oro y el Oso de Plata. La selección evidencia una vez más la sensibilidad cinematográfica de Carlo Chatrian para las formas e historias innovadoras.Pasado, futuro y un hipopótamo
Como reminiscencia cinematográfica de la pandemia del Coronavirus puede interpretarse Hors du Temps, que Olivier Assayas rodó durante la cuarentena en la casa de campo de sus padres. La película documental germano-francesa Architecton de Victor Kossakovsky aborda por su parte los materiales de construcción cemento y acero y plantea la pregunta de cómo queremos vivir en el futuro. Y en su cuarto largometraje, Pepe, el dominicano Nelson Carlos De los Santos Arias hace que un hipopótamo cuente cómo llegó al zoológico privado de un barón de la droga colombiano. La película, dijo Carlo Chatrian, es la menos “clasificable” de la competencia. Es lógico sentir curiosidad.Intensidad de la vida
Con Andreas Dresen y Matthias Glasner hay dos renombrados directores alemanes en carrera por el Oso. In Liebe, Eure Hilde recuerda a la luchadora de la resistencia contra el nazismo Hilde Coppi (Liv Lisa Fries), que fue ejecutada en Berlín en 1943. El guion lo escribió, otra vez, Laila Stieler, que en 2022 recibió un Oso de Plata por Rabiye Kurnaz gegen George W. Bush, también de Dresen.Cine africano y represión desde Teherán
La sorpresa: el cine africano, que durante mucho tiempo fue tierra incógnita del cine mundial, muestra con tres producciones una fuerte presencia en el programa principal de este año. Black Tea, del decano Abderrahmane Sissako, narra la historia de amor entre una muchacha marfileña y un hombre chino. Por su parte, el arte robado durante la época colonial está en el centro del documental Dahomey (Mati Diop). La directora tunecina Meryam Joobeur presenta con Who do I belong to su ópera prima.Diálogos y rarezas
El festival vuelve a utilizar el propio brillo para defender el diálogo abierto y el intercambio pacífico. El dúo de directores se posiciona claramente contra el racismo y “cualquier forma de discriminación”. En relación con la actual guerra en el Cercano Oriente, habrá una “Tiny House” ambulante que ofrecerá la posibilidad de poder intercambiar impresiones sobre el conflicto israelí-palestino. Un panel se abocará a tratar la creación cinematográfica en tiempos de crisis.Después de todo, en los hechos el programa reducido muestra ser beneficioso, ya que cada una de las producciones puede perfilarse con mayor intensidad en el contexto internacional. Con la reducción que han puesto en marcha, los directores Chatrian y Rissenbeek, en su despedida, tal vez nos estén permitiendo echar un vistazo al futuro de la Berlinale.