Crónicas ‘Marxianas’
No es un país de revoluciones
Se recuperan los textos de Karl Marx sobre nuestro bienio progresista (1854-1856). En su opinión, tres son los frenos que impiden la buena marcha del país: exceso de corrupción, necesidad de cambio de la ley electoral y libertad de expresión. ¿Filósofo o vidente?
Justo ahora. Cuando se cumplen dos siglos de su nacimiento. En pleno aniversario. Un momento idóneo para reflexionar sobre la figura del pensador alemán. O para resetear, en la medida de lo posible, su prolífico legado. Quizá convenga preguntarse, una vez más, en esta especie de juicio sin final, por la pertinencia del hombre que revolucionó el pensamiento del siglo XIX para cambiar el rumbo de la historia: Karl Heinrich Marx, nacido en Tréveris, Reino de Prusia (actual Alemania), el 5 de mayo de 1818.
Bien cierto es que a su muerte Marx ni siquiera es internacionalmente demasiado conocido. O lo es, únicamente, en el muy restringido círculo de la ‘Internacional Obrera’, con la cual no siempre mantuvo las mejores relaciones. Como lo prueba una boutade. La que en esos años lanza, una y otra vez a amigos y enemigos mientras trata de enmendar la plana a Sócrates: “Lo único que sé es que yo no soy marxista”. Y llevará razón: Marx se hará marxista, o será Marx, a lo largo del siglo XX, décadas después de su fallecimiento; proféticamente hablando.
Una eterna revolución pospuesta
“Marx nunca visitó España, pero a través de diarios y libros se acercó bastante a su situación política ̶ explica Alberto Santamaría, profesor en la Universidad de Salamanca y responsable de España y revolución, recopilación de escritos del pensador alemán publicada por El Desvelo Ediciones ̶ . Creo que acertó en buena medida. Tiene algunos errores importantes y confusiones de época, pero su lectura es muy inteligente en lo relativo a los hechos y las diversas dinámicas históricas. Advirtió de que España, teniendo todas las posibilidades, nunca concluye sus revoluciones. Y encontró la respuesta en una burguesía completamente autista, en un campesinado incapaz de salir de su realidad y en la ausencia de movimiento obrero”.¿Y podría aplicarse esa misma respuesta para la España posterior al 15-M? “Es difícil ̶ responde Santamaría ̶ pero no podemos dejar de pensar que, según Marx, buena parte de los ejes revolucionarios que analiza siguen la siguiente estructura: hay un cuerpo social con un fuerte impulso revolucionario que ya no tolera la corrupción. En ese momento, la burguesía comienza a manejar los tempos de un modo tal que la revolución no se concluye sino que se va posponiendo. Así, cuando llegan las elecciones, dice Marx, el pueblo, cansado, acaba votando a los conservadores. Insisto, no sé si es extrapolable, pero resulta ciertamente inquietante”.
Sobre el lastre de la monarquía
Marx detecta tres elementos clave que hacen que el país no funcione: exceso de corrupción, necesidad de cambio de la ley electoral y libertad de expresión. ¿Añadiría alguno más si hablase de la España actual? “No me gusta hacer filosofía-videncia ̶ argumenta Santamaría ̶ pero creo que lo que más le sorprendería a Marx sería el peso que la monarquía sigue teniendo en el presente. La monarquía española es, ha sido y será uno de los principales lastres. También el principio sobre el cual se asienta cualquier imposibilidad para el cambio”.¿En qué contexto se reedita (o revisita) hoy en España la obra del filósofo alemán? “Vivimos en una cultura mercantil ̶ replica el crítico literario Constantino Bértolo, seleccionador y autor del prólogo de Contra los nacionalismos, antología de textos marxistas recientemente publicada por Libros de la Catarata ̶ que confunde la contemporaneidad con la actualidad. Acontecimientos como el bicentenario de Marx facilitan su pequeña resurrección editorial, aunque es evidente también que la crisis económica ya había impulsado su relectura”.
Marx y el nacionalismo catalán
Por cierto, ¿en qué hubiese sido más crítico el filósofo alemán con el 15-M? “Supongo que en un cierto narcisismo de clase media ̶ responde Bértolo ̶ que llevó al movimiento a no tratar de conectar de manera más clara y directa con el mundo del trabajo. Tarea ciertamente difícil pero que no se tuvo muy en cuenta. La ‘herramienta Marx’ es un arma en el combate de la larga lucha de clases. Y la revolución tiene que hacerse con la ayuda de esa ‘herramienta’”.El nacionalismo era para Marx un medio para alcanzar la revolución, nunca un fin en sí mismo. ¿Cómo habría valorado el procés y qué solución habría incorporado? “Analizaría históricamente la conflictiva y singular formación de España como nación y supongo que, en razón a ese análisis, defendería tanto el derecho a decidir como el derecho a ejercer ese derecho. Y desde esa defensa, y de manera coherente con ella y por los medios democráticos a su alcance, no apoyaría la secesión de Cataluña por cuanto significara de ruptura de la clase trabajadora sobre cuyas plusvalías se ha levantado el actual marco económico de todo el Estado español”.
Para más inri, el genio de Tréveris señala que la única alternativa para que en España triunfe una revolución es que los revolucionarios opten a la corona. Más allá de la ironía, es una frase redonda. A la altura de buena parte del resto de sus ‘visiones’.