Tras los pasos de Humboldt
Entrevista con
Jorge Bodanzky
De Ana Paula Orlandi
Sur le pas de Humboldt, o Tras los pasos de Humboldt, en una traducción libre del francés en castellano,, es el título del artículo publicado en la célebre revista francesa Cahiers du Cinéma dedicado a la retrospectiva de la Cinemateca Francesa sobre las películas de Jorge Bodanzky en 1984. La alusión al naturalista viajero prusiano, quien durante los siglos XVII y XIX recorrió el continente americano e incluso parte de la selva amazónica, tiene su sentido cuando pensamos en la obra del cineasta y fotógrafo brasileño de ascendencia austríaca. De aproximadamente 100 producciones audiovisuales, entre largometrajes documentales y obras para televisión, que se cuentan en su currículo a partir de la década de 1970, Bodanzky estima que 70 se realizaron en la Amazonia. “Siguiendo el ejemplo de Humboldt, me gusta unir el trabajo con los viajes, lo que es mejor aún si el destino es lejano y precario”, dice.
Fue el caso de Iracema – uma transa amazônica (1974), una obra en la cual el cineasta mezcla documental y ficción, codirigida por Orlando Senna y proyectada durante la Semana de Realizadores del Festival de Cannes de 1976. Ambientada en el estado de Pará, en el norte de Brasil, esta película acompaña a un chofer de camión (Paulo César Pereio) y a una joven prostituta (Edna de Cássia) por la carretera Transamazónica, la controvertida ruta que la dictadura militar brasileña (1964-1985) empezó a construir en el año 1970 con la ambición de unir los océanos Atlántico y Pacífico.
Con un costo inicial de 2.000 millones de dólares, la carretera que comienza en el estado de Paraíba y atraviesa los estados de Ceará, Maranhão, Tocantins, Piauí, Pará y Amazonas no está terminada hasta el día de hoy y se encuentra en estado de cuasi abandono. “La construcción de la Transamazónica fue un desastre, no solo a nivel ambiental sino también en términos sociales y económicos. Pero en aquella época imperaba el discurso ufano de los militares sobre la integración nacional”, afirma Bodanzky. “La película buscaba mostrar qué ocurría en la Amazonia y de lo cual poco se hablaba en aquel tiempo: el desmonte de la selva y el trabajo esclavo”, añade el cineasta.
A Iracema se unen otros ejemplos, como el documental Jari (1980) que dirigió con Wolf Gauer, sobre el proyecto Jari, un complejo de extracción maderera y fabricación de celulosa del magnate estadounidense Daniel Ludwig, situado a orillas del río Jari, entre los estados norteños de Pará y Amapá. También está el documental Terceiro Milênio (1981), realizado nuevamente junto con Gauer, que muestra al político Evandro Carreira (del Partido del Movimiento Democrático de Brasil, el PMDB) en la campaña de su candidatura al Senado por el estado de Amazonas. “Era un personaje folclórico, pero su discurso merecía ser escuchado, pues pregonaba una Amazonia autosostenible”.
A los 74 años de edad, Bodanzky no pierde la curiosidad del viajero, que él atribuye también a una “herencia humboldteana”. A continuación, el cineasta se refiere a los pasos que ha dado y sigue dando por la región amazónica.
En la década de 1980, la revista Cahiers du Cinéma dijo que usted como cineasta seguía los pasos de Humboldt. ¿Existió tal influencia?
Nunca había pensado en eso hasta que leí el título del artículo francés sobre la retrospectiva de mi obra. Creo que, hasta hoy, en la cabeza de los europeos la trayectoria de Humboldt está relacionada con la Amazonia, con su visita a América. De todos modos, sí, creo que tengo una influencia humboldteana: esa curiosidad del viajero, la preocupación por el registro. Así como a Humboldt, me gusta juntar el trabajo con los viajes, y si el destino es lejano y precario, mejor aún.
¿Cuándo fue que conoció la Amazonia?
Fue a finales de la década de 1960. Fui a Pará como reportero fotográfico de la revista Realidade a cubrir una denuncia de circulación de dinero falso en la carretera Belém-Brasilia. El periodista encargado del artículo fue a investigar sobre el tema. Mientras tanto, yo pasé como dos días en una gasolinera al borde de la carretera. Al observar aquel escenario tuve la idea de hacer una road movie protagonizada por dos tipos de personajes que circulaban por allí: choferes de camión y prostitutas adolescentes. Era mi primera película y, junto a mi socio de entonces, [el productor y guionista alemán] Wolf Gauer, tardé seis años en convencer a la emisora alemana ZDF de producir Iracema, uma transa amazônica [una coproducción entre Brasil y Alemania de 1974, dirigida por Bodanzky y Senna].
¿Han cambiado mucho las cosas en la Amazonia en el transcurso de todo este tiempo?
Lo que ha cambiado es la magnitud de los problemas. Todos los temas que se abordan en Iracema, y eso fue durante la primera mitad de la década de 1970, son mayores en la actualidad: el trabajo esclavo, el desmonte, la prostitución, la forma desordenada de entrada a la región del así llamado progreso, el absurdo de construir rutas por tierra en detrimento del transporte fluvial. Actualmente también me impresiona ver que todos los ríos de la Amazonia están envenenados con mercurio, un problema provocado por el garimpo −la extracción minera de minerales preciosos en forma precaria−, pero que se ve agravado por las centrales hidroeléctricas, que interfieren en las corrientes fluviales, y por la deforestación. Los peces ingieren mercurio y, cuando se los consume como alimento, contaminan a los seres humanos. En la zona del río Tapajós, por ejemplo, algunos niños muestran dificultades motrices y por ello deben andar en silla de ruedas.
En aquel momento, el cineasta brasileño Nelson Pereira dos Santos dirigió el mediometraje documental Cidade Laboratório de Humboldt 73 (1973). ¿Usted conoce esa producción?
No, pero en 1973, cuando trabajaba como camarógrafo para la televisión alemana, visité la Ciudad Laboratorio de Humboldt [una base científica y tecnológica construida en 1973, en los alrededores de la ciudad de Aripuanã (en el estado de Mato Grosso), con aspiraciones de erigirse como ciudad modelo para la Selva Amazónica. El gobierno militar se apropió de este proyecto, ideado por el arquitecto Pedro Paulo Lomba y que congregaba a investigadores de la Universidad Federal de Mato Grosso, y luego lo deshabilitó, en 1978]. Creo que la idea inicial era bienintencionada, pero los militares se apropiaron de la propuesta para intentar mejorar la imagen de Brasil en el exterior, tras el comienzo de la construcción de la carretera Transamazónica. Esa obra provocó, entre otras cosas, una gran devastación ambiental.
En esa época hice un registro personal en Super-8 a bordo de un avión de la Fuerza Aérea Brasileña, durante el trayecto entre las ciudades de Cuiabá y Aripuanã. Sobrevolamos la aldea de la etnia indígena Paiter Suruí, que aún no había tenido contacto con los blancos. Esa imagen está incluso al inicio del documental Ex-pajé (2018), de Luiz Bolognesi. Al final de ese Super-8 se ven registros de la Ciudad Laboratorio de Humboldt, un gran campamento montado en el medio de la selva, lejos de todo.