Historia y sexualidad
Las raíces coloniales de la homofobia
El antropólogo brasileño Luiz Mott es una figura simbólica en la historia de la lucha por los derechos civiles de la población LGBTQ+ en América Latina. En su investigación, señala que la persecución por motivos sexuales coincide con el inicio de la colonización del continente.
De Anna Azevedo
Es junio de 1979 y el antropólogo Luiz Mott y su novio están mirando la puesta de sol en Porto da Barra en Salvador, al noreste de Brasil. De pronto, un hombre lo ataca y lo golpea en la cara. “Eso tuvo una profunda influencia en mí. Nunca me habían golpeado, al menos no siendo adulto y, ciertamente, no por motivos homofóbicos”, dice Mott. El acto de violencia fue una señal de alarma: “Tuvimos que organizarnos para garantizar el libre ejercicio de nuestra sexualidad y nuestros derechos” recuerda el científico.
A principios de ese año, Mott había salido de la Universidad de Campinas, en el estado de São Paulo, y aceptó una cátedra de antropología en la Universidad Federal de Bahía. En su equipaje tenía un estudio sobre la persecución sexual en la época de la Inquisición en América Latina, que apenas estaba empezando en ese momento y que no estaba demasiado desarrollado. El ataque del que fue víctima volvió a incitar su curiosidad por los documentos, y ya siendo profesor se sumergió a profundidad en los archivos de los procesos de la Inquisición. “Quería proporcionarle una base sólida a mi activismo, demostrar a los intolerantes a través de la verdad histórica y antropológica, que la homosexualidad siempre ha existido y, al mismo tiempo, resaltar las raíces coloniales de la homofobia”, dice Mott.
Un tabú de la sociedad patriarcal
A partir de una meticulosa investigación en los fondos de la Inquisición, conservada en el Archivo Nacional Torre do Tombo de Lisboa, surgió un trabajo pionero de la antropología latinoamericana, que puso fin a un silencio de 500 años sobre un tabú de la sociedad patriarcal: la libertad amorosa entre personas del mismo sexo en la América precolombina. En cualquier caso, echó por tierra la afirmación de que la actividad homosexual en el Nuevo Mundo había llegado junto con los colonizadores. Y puso en claro cómo las conexiones coloniales llevaron a la represión contra las relaciones sexuales no binarias entre la población local y los colonizadores, que todavía hoy en día se expresa en el comportamiento homofóbico.“La homofobia es el resultado del machismo y la esclavitud.”
Luiz Mott
Machismo y violencia extrema
Dentro de la sociedad instalada en el Nuevo Mundo, según Mott, quienes ostentaban el poder —hombres heterosexuales blancos— conformaban solo entre el diez y el 20 por ciento de la población. Para controlar a la masa de hombres y mujeres negros, indígenas y colonos, los colonizadores no rehuyeron la violencia extrema y aplicaron las leyes de los Reyes Católicos de la península ibérica, que se basaban en el miedo, la opresión del individuo, la coerción y la muerte. .La homosexualidad era considerada por la Corona como un crimen de lesa majestad y por la Iglesia como un pecado nefando, es decir, que no se debía pronunciar. Los tribunales de la Inquisición se pusieron a la vanguardia de la persecución de los sodomitas. “Tener intimidad con una persona negra o indígena”, según Mott, “era, por lo tanto, una violación del requisito de distancia social exigido por la colonización. La ideología colonial implicaba conquista y condujo a un comportamiento machista que fue aún más brutal en la América española y portuguesa que en la península ibérica en el momento de los descubrimientos. La homofobia es el resultado del machismo y la esclavitud.”
“Incluso el presidente declara públicamente: ‘Prefiero que mi hijo esté muerto a que sea gay.’ Una frase discriminatoria que llevamos siglos escuchando de norte a sur en Brasil.”
Luiz Mott
Homoafectividad en América Latina
La investigación de Luiz Mott sobre la homoafectividad en América Latina también sirve para apuntalar la lucha de los homosexuales en Brasil. En febrero de 1980, pocos meses después del ataque en su contra en Salvador, el antropólogo y otras 17 personas fundaron el Grupo Gay da Bahia (GGB), el movimiento activo más antiguo por los derechos de la población LGBTQ+ en América Latina. Es gracias a este grupo que se lograron cambios decisivos en la sociedad brasileña, como la eliminación del término homosexualidad de la lista de enfermedades oficialmente descritas por el Consejo Médico Nacional, en la que la orientación sexual no binaria fue clasificada como anormalidad y aberración sexual hasta 1985.Mott, ahora de 75 años, recuerda que el término “gay” era entonces una especie de término colectivo para las más diversas orientaciones sexuales. Una de las muchas actividades del Grupo Gay da Bahia en los últimos 41 años es también la documentación de personas LGBTQ+ que han muerto violentamente desde 1990, únicamente por su “desviación de un patrón socialmente impuesto al que se hace referencia sobre la base de la heteronormatividad, la binaridad y las normas cis”, según el informe del grupo de 2020.
Discurso de odio
Una nueva mirada a la historia de Brasil deja claro que no fue hasta la víspera de la independencia que la homosexualidad dejó de ser un crimen, con el fin de la Inquisición en 1821. “Fue el primer paso en el camino hacia los derechos civiles de los homosexuales”, dice Mott. Sin embargo, la persecución no disminuyó ni siquiera bajo la nueva situación legal. Al contrario. A pesar de importantes logros de la sociedad civil, como la criminalización de la transfobia, el matrimonio para todos, el reconocimiento del nombre auto elegido y el derecho a la reasignación de género, Brasil sigue estando a la cabeza de los países con más asesinatos y suicidios dentro de la comunidad LGBTQ+ en todo el mundo.Como la eminencia del movimiento gay de Brasil, Mott advierte que el discurso de odio contra las personas LGBTQ + se ha intensificado en los últimos dos años. “Incluso el presidente declara públicamente: ‘Prefiero que mi hijo esté muerto a que sea gay.’ Una frase discriminatoria que llevamos siglos escuchando de norte a sur en Brasil.” Según Mott, la situación requiere una atención especial desde un punto de vista social en este momento. Ni siquiera la locura de la Inquisición en Brasil condenó a muerte a los homosexuales, advierte. A diferencia de hoy, donde los informes periodísticos sobre asesinatos de personas que no ocultan su sexualidad ya no son una rareza.