Miguel Covarrubias y el Renacimiento de Harlem
El mexicano que "descubrió" a los negros en los Estados Unidos
Fue la primera vez que se mostraron afroamericanos en una de las revistas más respetadas de los EE.UU., en una época en que la segregación racial todavía existía allí. Las ilustraciones fueron aportadas por Miguel Covarrubias.
De Veka Duncan
En 1924, José Juan Tablada publicó una columna en el diario El Universal en la que aseguraba que Miguel Covarrubias era “el hombre que descubrió a los negros en Estados Unidos”, el primero en ver “la belleza donde nadie la había visto”. Ese año, la revista Vanity Fair publicó una serie de ilustraciones de Covarrubias sobre los afroamericanos de Harlem; fue la primera vez que un afroamericano apareció en las páginas de la revista. Miguel Covarrubias era un joven ilustrador mexicano de 20 años, que se encontraba en Nueva York gracias a una beca otorgada por el gobierno de México. La presencia del “Chamaco” – como se le conocería debido a su juventud – coincidió con la de un destacado grupo de intelectuales y artistas mexicanos en aquella emblemática ciudad estadunidense y, al mismo tiempo, con el nacimiento de un movimiento que reivindicaba la cultura afroamericana a través de la literatura y el arte: el Harlem Renaissance, o renacimiento de Harlem.
Covarrubias „Nuevo negro“
Una vez superado el shock inicial que debió suponer ver a un grupo de afroamericanos representado a doble página en una de las publicaciones más prestigiadas de Estados Unidos, un país en el que aún existía la segregación racial, ese “nuevo negro” de Covarrubias debió inspirar suspiros de alivio entre la élite blanca; a sus ojos, ya no era el noble salvaje, domesticado a través del trabajo forzado en el campo, sino un individuo educado y sofisticado, con talentos artísticos y vestido a la última moda. El título que acompañaba las caricaturas destacaba precisamente esto: el “nuevo negro” había dejado atrás al de los plantíos de algodón, al que tocaba el banyo y cantaba canciones de esclavos; este nuevo negro era tan “actual como tu propio vecino”1, un ente urbano que había dejado atrás su pasado rural.A pesar de estar atravesadas por conceptos que la élite estadunidense consideraba aceptables, las caricaturas de Covarrubias no dejan de ser profundamente subversivas en su contexto. Acompañadas por textos de Eric Walrond, escritor afrocaribeño, que resaltaban el caló de Harlem, aquellas páginas debieron levantar más de una ceja. Además, habían sido creadas por un mexicano. Acostumbrados a ser los observados, el grupo de mexicanos en Nueva York ahora subvertía la mirada del viajero, revirtiendo así procesos de siglos atrás en los que los mexicanos eran el otro al cual comprender.
A través de la columna “Nueva York de Día y de Noche” de José Juan Tablada, ahora era un mexicano quien hacía crónica de viaje como las que antaño escribían los exploradores europeos, aprehendiendo un mundo que le resultaba totalmente ajeno a través de su pluma. Sus impresiones de Nueva York debieron ser relatos fascinantes para sus lectores en México, para quienes Manhattan se presentaba como sinónimo de modernidad, pero también eran una declaración para Occidente: ahora somos nosotros quienes les observamos, tratando de entender sus raras costumbres y creencias. Ha llegado un nuevo mexicano.
Tan "real como tu vecino"
En este sentido, las búsquedas del movimiento mexicano en Nueva York – que tenía sus propios elementos de vanguardia – y el del Harlem Renaissance no eran tan distintas, de manera que lo que las ilustraciones y caricaturas de Covarrubias pone de relieve es el cruce de miradas de dos grupos minoritarios e históricamente colonizados. Si bien la mirada de Covarrubias no deja de estar atravesada por estereotipos raciales, quizá reconocía en las expectativas en torno a los afroamericanos el exotismo que también era explotado para el consumo Europeo y anglosajón en torno a “lo mexicano”.Sin embargo, inadvertidamente o no, Covarrubias jugó un papel importante en reforzar esos estereotipos. Su trabajo vincula al afroamericano con la danza y la música, cumpliendo así un deseo profundamente enraizado en la visión blanca del afroamericano1. Diversos investigadores que se han dedicado a estudiar el trabajo de Covarrubias también han destacado en este sentido que esta representación coincide con los propios intereses del ilustrador, quien dejó un importante legado en el estudio de la danza, pero no por eso sus caricaturas dejan de ser racistas; al relacionar a los afroamericanos con el ámbito de la música y el espectáculo, los presenta como una comunidad que habita la noche, entre el vicio y la sexualidad.
Podemos excusar el trabajo de Covarrubias en Vanity Fair desde todos los ángulos posibles – como su interés antropológico, la mirada satírica propia del caricaturista, la admiración a su trabajo por parte de las figuras más destacadas del Harlem Renaissance, su rescate de esa “belleza que nadie había visto” y posterior reconocimiento entre los lectores blancos de la revista – pero no podemos negar que la misma exageración de los rasgos étnicos que muestra Covarrubias devendría en expresiones profundamente racistas, como el “blackface”, o que la sensualidad de sus personajes sigue marcando nuestro imaginario del afroamericano – y afrocaribeño – como inherentemente sensual, resultando en la objetualización de sus cuerpos en la cultura visual dominante. Finalmente, Covarrubias dibujaba un mundo que, a pesar de su admiración, le era ajeno y esa otredad quedó patente en su trabajo para Vanity Fair, atravesado también por el racismo que los mexicanos no nos atrevemos a aceptar.