Diversidad en la industria cinematográfica
¡Todos somos modelos!
La actriz, directora y productora Sheri Hagen lucha por más diversidad en la industria alemana del cine. Las cosas que deben cambiar delante y detrás de cámara.
A. M. Michel: El estudio “Diversidad en el cine” mostró este año que la discriminación es un problema enorme en la industria cinematográfica alemana. Así surge de una encuesta online en la que participaron, desde julio a octubre de 2020, más de 6000 creativos de 440 profesiones distintas. ¿Por qué formó parte del grupo iniciador que determinó los contenidos del formulario de la encuesta?
S. Hagen: Quería saber hasta qué punto realmente somos diversos delante y detrás de cámara. Si mi sensación de monotonía era falsa, o si los números por fin demostraban que nuestro mundo cinematográfico y televisivo trabaja con exclusiones.
¿En los resultados hay algo que la haya sorprendido?
El hecho de que el 81 por ciento de las mujeres haya sufrido varias veces acosos sexuales en el contexto laboral y que más del 70 por ciento de las personas de origen extranjero se perciben representadas de modo estereotipado. Eso muestra que nuestros contenidos se narran sólo para determinado público.
¿Se modificó algo desde la publicación del estudio?
El estudio generó narrativas en asociaciones e instituciones de cine, pero como siempre falta el valor para dar un gran paso y poner en práctica de modo efectivo la diversidad en el cine. Es necesaria una deconstrucción de los institutos de apoyo al cine. Hay que fortalecer las producciones de modo que posibiliten un acceso a personas discapacitadas. El cine debe ser visto como un bien educativo para desmontar la discriminación, tiene que mostrar a los seres humanos en su diferencia y modelos para todos.
¿Qué relevancia ha tenido hasta ahora el tema diversidad en el apoyo al cine?
No estoy muy segura de si realmente Alemania quiere más diversidad. Los contenidos apenas si cambian, y también veo pocos equipos de trabajo diversos. Por ejemplo, no veo personas de piel oscura en posiciones clave, o personas con discapacidad. Mientras no se modifique nada detrás de cámara y en los contenidos la diversidad seguirá siendo una utopía.
En 2020 la fundación Filmförderung Hamburg Schleswig-Holstein introdujo una lista de control de la diversidad. Usted recibió un estímulo de 25.000 euros para el proyecto cinematográfico “Billie”. ¿Cómo fue su experiencia con la lista de control?
Estoy muy contenta de que exista esa herramienta de autoevaluación. La lista de control generó debates y abrió espacios; nuevos narradores y narradoras de historias están recibiendo una oportunidad. Es una pena que no hayan sido muchas las instituciones que se sumaron a esa iniciativa. Muchos hablan de mayor diversidad y, sin embargo, se aferran a viejas estructuras. Una lista de control para los creadores no es suficiente, necesitamos algo parecido también para los que están en cargos de decisión.
Los críticos de la lista de control dicen que limitar la libertad artística.
Eso lo oigo una y otra vez. ¿Pero a qué se refieren con la libertad artística? ¿Esa supuesta libertad artística no está aferrada a viejas estructuras de poder? Todo el tiempo tengo que soportar lo mismo. Historias que no cuestionan el sistema y no coinciden con la realidad. La lista de control es un intento de hacer algo nuevo. Diversidad significa más posibilidades para narrar, más complejidad en las historias, pero también un modo de reflejar la realidad en los equipos detrás de cámara, una participación igualitaria para todos.
¿Qué importancia debería tener la diversidad en el cine?
En realidad ninguna. Las cosas deberían ser de tal modo que resultara natural vernos y escucharnos a todos. Nuestra sociedad es compleja y diversa, nuestra realidad es compleja y diversa: ¿por qué no deberían ser así también el cine y la televisión, y los equipos que trabajan allí? De niña nunca me vi en el cine o en la televisión alemana, tampoco mis hijos se ven ahí. Espero que para mis nietos o nietas sea algo obvio verse allí, pero no como objeto de exposición sino de modo sencillamente humano, sin marca de origen.
También la UFA quiere reproducir más diversidad. Se llevó a cabo la iniciativa #actout y en un episodio de NDR-Tatort se trabajó con una “cláusula de inclusión”. ¿Cuál de estos enfoques le parece adecuado?
Todos me parecen correctos e imprescindibles. La distorsión es tan grande que es importante toda iniciativa, toda concientización de que los realizadores de medios tienen una responsabilidad social.
¿Qué demandas tiene usted para el futuro de la industria cinematográfica alemana?
Mi demanda es un cupo de 50:50 sobre una base interseccional. Que se adapten los estándares de diversidad del British Film Institut, con entrenadores de intimidad y conciencia en el set y en las producciones, así también como películas accesibles a personas con discapacidad.
En relación con el racismo cotidiano, la directora Sarah Blaßkiewitz dice que las personas afectadas pueden señalar los problemas pero no pueden ofrecer soluciones. ¿Qué opina usted?
Opino de un modo parecido. Las organizaciones que defienden a las diferentes personas que no son privilegiadas proponen soluciones o medidas. Pero no son aceptadas, tampoco los políticos las aceptan. Son demasiados los ataques racistas que quedan sin castigo. En este punto todos tenemos una responsabilidad social, en especial los que tienen el poder de decisión, no sólo los creadores. ¡Todos somos modelos!