Joanna Reposi: “Lemebel fue un gran político, un vanguardista, un visionario”
Después de una década de producción para revelar al hombre detrás del personaje, el documental de Joanna Reposi Lemebel al fin tuvo su estreno mundial en la Berlinale. Es algo a lo que apostó su directora por el compromiso del Festival de Berlín con los derechos de la comunidad LGBT+, y que fue una bandera de lucha para Pedro Lemebel. La película recorre su trayectoria como escritor, artista visual y pionero del movimiento queer en Latinoamérica desde los años 80, en plena dictadura, hasta poco antes de morir de cáncer en 2015. Conversamos con Joanna Reposi poco antes de la premiere en Berlín, lugar donde esta película ganó el cuarto Premio Teddy para Chile.
El proceso de creación de la película Lemebel se extendió por muchos años, en los que ganaste muchos premios de work in progress en diversos festivales. ¿Cuál fue el desafío más importante para poder terminar la película?
Efectivamente la película Lemebel ganó varios work in progress. Tuvo un recorrido previo muy importante. El año pasado en abril me gané el premio del mejor documental de la sección mercado en el festival suizo Visions Du Réel. Eso permitió visibilizar la película internacionalmente, eso fue súper importante. Siempre creímos en el proyecto y sabíamos que la figura de Pedro fue muy importante en la región, pero este premio fue un primer espaldarazo que también nos hizo entender que su discurso era interesante incluso a nivel internacional. Eso además permitió que Alphapanda, que es una empresa internacional de marketing digital para cine, hiciera la digital media campaign durante seis meses desde el estreno, para apoyar la distribución internacional y generar audiencia a nivel de prensa, críticos y comunidad. También gané el premio work in progress en FIDOCS, como mejor película en desarrollo, y luego en Chileconecta, en diciembre de 2018. Todo esto me permite estrenar de mejor manera en la Berlinale, que es un gran festival de cine. La dificultad más grande de la película fue el proceso de producción cuando Pedro estaba vivo. Fueron ocho años de grabaciones de manera intermitente, y fue difícil lidiar con Pedro. Él fue un gran amigo pero trabajar con él no era fácil. Él tenía mucha desconfianza de los fondos concursables, temía no ganarlos y me llamaba para no postular y pasaba otro año, volvíamos a grabar… Tenía de dulce y de agraz. Para generar fondos yo publicaba un corto, eso no le gustaba y le generaba dudas. Fue muy complejo. Luego enferma de cáncer y algo pasa, él dimensiona que le queda poco tiempo. Yo estuve con él siempre, desde sus tiempos difíciles, cuando no se conocían sus performance y poco después de morir su mamá. Lo venía filmando hace mucho tiempo y entendió que mi relación y mi interés con él iban mucho más allá de lo circunstancial, aunque tenía poco tiempo. Pasaron dos años desde que le detectaron el cáncer hasta que murió. Entonces Pedro me dijo, “haz la película que quieras”. Fue súper generoso. Me cedió los derechos en vida para hacer esta película. Terminaron todas las dificultades anteriores que tuvimos durante las grabaciones y empezó a fluir todo de una manera increíble. Comencé a postular a fondos y me gané el de desarrollo de guión, también un fondo de producción, luego pude montar la película y siempre conté con muy buenos colaboradores. Paula Sáenz es una gran amiga y aliada, estuvo conmigo desde el principio junto a Paz Urrutia y Solita Producciones. Me rodeé de mucha gente que creyó en el proyecto, como Lissette Orozco en asistencia de dirección, Niles Attalah con una dirección de foto increíble, y Titi Viera-Gallo en el montaje. Pedro me cedió los derechos en el 2012, pero los tiempos del cine son lentos. Apostamos por una distribución internacional primero, apostamos por la Berlinale y quedamos seleccionados. Aquí comienza un camino que no sabemos dónde termina, pero creemos que es una plataforma fundamental para la película.
Recuerdo haber estado en la Berlinale en el 2008 y vi a Lemebel como invitado del Forum. Parecía tener muchos amigos en Berlín, y era una figura muy querida allá. ¿Fue ese el motivo de querer hacer el estreno mundial en la Berlinale? ¿O más bien por participar de este Festival, que además tiene un perfil LGBT+ más destacado?
Porque es uno de los mejores festivales de cine del mundo, para ficción y documental, y queríamos estrenar en un festival clase A. Queremos competir de igual a igual con la ficción, porque es una película. Y además creemos que la temática de Lemebel, sobre la comunidad LGBT+, como bien dices, tiene todo que ver con la lucha de emprendió Pedro en vida con su política y su discurso. Apostamos a estrenar en Panorama de la Berlinale por la fuerte presencia de la comunidad gay en el festival, los Teddy Awards, y porque es una excelente vitrina internacional para iniciar un recorrido con esta película. La visibilidad y el mercado allí son importantes y muy fuertes. Creemos que lo mejor que le pudo pasar a la película es tener su pie inicial en este festival.
¿Qué expectativa tienes del estreno en Berlín? ¿Qué crees que diría Pedro Lemebel si pudiera hacer él la presentación de esta película?
¡Tengo todas las expectativas del mundo! Estamos en un súper festival, donde hay mucho público y harta competencia también. Estamos estrenando en el Cinestar 7 en el Potsdamer Platz, que es muy importante para los estrenos de cine en Berlín, en una de las capitales más importantes de Europa. Son 356 butacas, ojalá que las llenemos, tenemos vértigo… Ojalá que la gente disfrute de la película tal como disfrutamos nosotros de hacerla y que se enamore de este personaje fascinante que es nuestro Pedro, regional, chileno, urbano. Su discurso no es fácil, tenía una prosa muy difícil de traducir a otros idiomas. Tengo un muy buen traductor al inglés pero ojalá este público nórdico pueda reírse y entender su humor sarcástico. Estoy muy ansiosa y expectante de que lo conozcan y lo reconozcan, y que comiencen a ponerse chapitas y poleras de Lemebel en todos los rincones del mundo. Que ojalá Lemebel brille, como él dice: “yo a la pobreza le pongo lentejuelas y la hago brillar”. Me encantaría que Pedro brillara en tierras alemanas y en el mundo entero.
¿Cómo fue el proceso de hacer la película?
Fue increíble, fue una montaña rusa. Lo pasábamos muy bien. Eran encuentros en su casa, donde sabíamos a qué hora comenzaban pero no cómo iban a terminar. Siempre había música de fondo, hablábamos mucho de música y en la película aparece mucho de eso. Nos tomábamos una cerveza y terminábamos a altas horas de la noche, nos reíamos mucho. Partíamos con grandes conversaciones, hablando del amor, de nosotros, de la contingencia política, de lo que nos movía en ese momento y de los proyectos que teníamos. Compartíamos muchos momentos interesantes. Pedro era un gran escucha, un buen amigo y era muy entretenido estar con él. Llegabas a su casa y siempre te preparaba un té con pan, marraqueta o lo que tuviera. Nos sentábamos en esa terraza maravillosa de su departamento en Merced, se nos pasaban las tardes conversando. Prendíamos la cámara y hablábamos de las performance… Nos queríamos mucho, y él disfrutaba con todo lo que hacíamos. Éramos grandes amigos. Y en eso hacíamos la película. La pensábamos y diseñábamos, y era entretenido porque congeniábamos mucho en lo creativo. Teníamos muchos puntos de encuentro. Es una biografía de Pedro, pero es un retrato plástico, artístico, poético, íntimo y político. Es una pseudobiografía que corta desde la performance, hecho desde el living de su casa, con esa cotidianeidad, ese relajo y naturalidad. Él plasma la voluntad de hacer este documental, pero lamentablemente no lo termina porque muere antes. Está el cáncer y la muerte. Tuvo altos y bajos, nos peleamos. Pedro no era fácil de tratar, se enojaba por un año y luego me mandaba un email con una foto, o una flor, o una canción, y volvíamos a conversar y grabar. Fui perseverante y no fui rencorosa, él tampoco. Hubo un lazo muy potente entre nosotros hasta el final. Cuando supo que no le quedaba tiempo fue súper generoso, quería que esta película se terminara y confiaba en mí.
El 23 de enero se cumplieron cuatro años de la partida de Pedro Lemebel. ¿Cuál es su mayor legado, en tu opinión?
Para mí, a Pedro lo comparo con una de las grandes figuras de Chile, es nuestro Víctor Jara y nuestra Violeta Parra contemporánea, es nuestra Yoko Ono, o el David Bowie chileno. Es un rockstar, es un punkie. Es un gran artista visual, no solamente es escritor. Fue un gran político, un vanguardista, un visionario. Fue uno de los primeros que a fines de los 80, al final de la dictadura, comienza a tener un discurso acerca de la igualdad de género, de los homosexuales, de la mujer, de las etnias. Fue el primero que dio voz a muchas personas que no tenían voz. Viene del margen, era maricón y pobre, y con todo eso en contra lo dignificó también. Eso es interesante. No solo viene de un cierto grupo, sino que lo dignifica y no lo abandona hasta el final. Por eso lo quiere mucha gente del mundo popular. Fue muy consecuente con sus principios y eso fue muy bonito. Nunca claudicó en su lucha política, hoy está más fuerte que nunca. A cuatro años de su muerte, su discurso sigue estando más presente que nunca. Hoy existe una corriente muy conservadora en Chile y en el mundo, lo vemos en Brasil, en Estados Unidos y en nuestro gobierno actual, con jóvenes que no quieren leer a Pedro Lemebel. Hemos visto que en un colegio municipal despidieron a un profesor por colocar como lectura complementaria los textos de Lemebel. Estos textos están siendo traducidos en cinco idiomas en el mundo. En la Universidad de Harvard, Lemebel es una figura clave en los estudios latinoamericanos. Me parece que está más presente que nunca y su lucha es muy contemporánea. Esto habla de una persona visionaria, porque esto comenzó hace 50 años. Creo que respecto a su legado hay mucho que decir y mucho que hacer. Pedro siempre movió los límites en todos los lugares donde estuvo, cuestionando y sacudiendo a la sociedad, generando debates en los movimientos de minorías sexuales, en la política. Fue siempre un no-conformista. Siempre generó debate, y yo creo que hoy se lo extraña por eso mismo.
La película tuvo una cálida acogida en la Berlinale, donde se estrenó a sala llena. Joanna Reposi contó a Deutsche Welle que las entradas presenciales se agotaron en ocho minutos. El 15 de febrero, Lemebel fue reconocida en Berlín con el Premio Teddy. Este es el cuarto Teddy para Chile, después de que en 2015 lo recibieran Nasty Baby de Sebastián Silva, el cortometraje San Cristóbal de Omar Zúñiga y la coproducción chileno-uruguaya El hombre nuevo de Aldo Garay; en 2016 lo alcanzó Alex Andwandter con Nunca vas a estar solo, y en 2017 el premio fue para Una mujer fantástica de Sebastián Lelio. Fue justamente Sebastián Lelio, miembro del jurado internacional de la Berlinale, quien entregó el Teddy 2019 a Joanna Reposi. En su discurso de agradecimiento, Joanna Reposi dijo: “Tambien me gustaría decir que Pedro fue un adelantado para su época… Le dio voz a las minorías. Y hoy la lucha de Lemebel está más vigente que nunca. Sobre todo en una región en donde gobiernan presidentes como Bolsonaro en Brasil, Macri en Argentina, Piñera en Chile o incluso Trump en Estados Unidos. La lucha de Lemebel está presente y este premio lo afirma”.