Tonspuren 2000: Die Goldenen Zitronen – “Wenn ich ein Turnschuh wär”   Cuando las mercancías valen más que las personas

Tonspuren 2000er Illustration: © Hanka Sedláček

“Wenn ich ein Turnschuh wär” (“Si yo fuera unos tenis”) de Die Goldenene Zitronen, de 2005, anticipa los grandes movimientos migratorios de 2015, también conocidos como la crisis de refugiados, por una década completa.

Tonspuren - Huellas de Sonido

El periodista musical Mario Lasar, arroja, con ocho canciones de habla alemana de ocho décadas, algunas luces sobre fenómenos culturales y sociales importantes de la historia de la posguerra (alemana).

La mayoría de las canciones y artistas mencionadas en esta serie, se pueden escuchar(en el orden en que se mencionan) en una lista de reproducción de Spotify: open.spotify.com/playlist/soundtracksBRD/

La canción Wenn ich ein Turnschuh wär es un ejemplo del alto nivel de atención y alerta que caracteriza a Die Goldenen Zitronen. Por analogía con las primeras canciones de Phil Ochs o Bob Dylan, el grupo continúa la tradición de la música folk de comentar la actualidad. Al hacerlo, Die Goldenen Zitronen recurren a medios más modernos trabajando con efectos de alienación.

Wenn ich ein Turnschuh wär se basa musicalmente en un ritmo lento pero preciso, que se complementa con un iridiscente e inestable recorrido del secuenciador. El arreglo minimalista recuerda a Ich und die Wirklichkeit, del grupo Deutsch Amerikanische Freundschaft, o DAF. Ambas piezas formulan un estado de crisis. La alienación que domina los temas de la canción se refleja en un estilo vocal rebuscado y decididamente extraño.

Ja, für eine Fahrt an’s Mittelmeer, Mittelmeer, Mittelmeer
Gäb’ ich meine letzten Mittel her, Mittel her, Mittel her
Und es zieht mich weil ich dringend muss, dringend muss, dringend muss
Immer über den Bosporus, Bosporus, Bosporus

(Sí, por un viaje al Mediterráneo, Mediterráneo, Mediterráneo
Daría mis últimos recursos, recursos, recursos
Y siempre me atrae porque tengo prisa, prisa, prisa
Cruzar el Bósforo, el Bósforo, el Bósforo.)

La pieza de Die Goldenen Zitronen, en particular, se nutre del hecho de que las voces cambian de registro de forma abrupta y exagerada, lo que indica una cualidad de juego de roles. A pesar de la primera persona del singular, la canción establece así una distancia productiva con su tema. La visión del escenario es bastante sobria y no se ve empañada por un sentimentalismo pasivo.

En concreto, la obra crea una situación en la que se tematizan los privilegios de que gozan las mercancías en relación con las personas a la hora de cruzar las fronteras:
 
Über euer scheiß Mittelmeer
käm ich, wenn ich ein Turnschuh wärʼ
oder auch als Flachbildscheiß
ich hätte wenigstens einen Preis.

A través de su Mediterráneo de mierda
Yo vendría si yo fuera unos tenis
o incluso como una mierda de pantalla plana
Por lo menos tendría un precio.

 
La voz se proyecta en el personaje de una mercancía sin querer serlo. Al final de la pieza dice: “Komm gib mir deine Hand / dan heute feiern wir” (“Dame tu mano / que hoy celebramos”), donde la primera línea es una cita de los Beatles y la segunda se canta de nuevo con voz distorsionada. El resultado es una polifonía que intenta captar la complejidad de la realidad. Die Goldenen Zitronen dejan así muy atrás la unidimensionalidad de las “canciones de protesta” tradicionales.

Wenn ich ein Turnschuh wär es también una pieza importante desde otro punto de vista: establece una conexión implícita entre los bienes producidos a bajo precio fuera de Europa mediante la explotación y la cínica degradación de las personas no europeas. 

Hoy, las circunstancias han cambiado hasta el punto de que los refugiados también tienen un valor, aunque sea negativo. Los llamados “países de tercer mundo”, como Turquía o Jordania, están pagando cara la acogida de refugiados por parte de la Unión Europea. El politólogo Gerasimos Tsourapas habla de la “mercantilización de los refugiados”, refiriéndose a la creciente transformación de los refugiados en mercancías sujetas a las leyes del mercado negociadas entre la UE y el Sur Global. Los derechos humanos tienden a ser ignorados en el proceso. La fusión de refugiados y mercancías, que aparece grotescamente exagerada en la canción de Die Goldenen Zitronen, se ha convertido tristemente en una realidad hoy en día.

Una conocida de Belgrado, que vino a Alemania a estudiar, me expresó una vez su total incomprensión por el hecho de que Die Goldenen Zitronen no tuvieran el mismo estatus que Toten Hosen o Ärzte. Cuando conoció al grupo, pensó que formaría parte del patrimonio cultural general de este país. Cualquiera que escuche Wenn ich ein Turnschuh wär entenderá lo que quiere decir.
 

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